Cine

'Una mujer fantástica': Canto al poder trans

"Voy a sobrevivir". Lo dice Marina Vidal, personaje, por boca de Daniela Vega, actriz. Y eso que la primera está en horas más que bajas: su pareja, Orlando, acaba de morir por un aneurisma, y la familia de él no le deja ni acudir al entierro. Marina es mucho más joven que Orlando, que dejó a su familia para vivir este romance. También es mucho más pobre. Y es una mujer trans. Daniela Vega comparte esto último con su personaje, pilar de Una mujer fantástica(en cines el 12 de octubre), la última película del chileno Sebastián Lelio. Y podría compartir también ese lema: "Voy a sobrevivir". 

Para empezar, está viviendo. El que es su segundo largometraje, primero como actriz protagonista, fue ovacionado primero en la Berlinale, donde ganó el premio al mejor guion, luego en San Sebastián, y ha sido seleccionada para representar a Chile en los Oscar. En Berlín muchos la reivindicaron como ganadora del Oso de Plata a la mejor actriz —que finalmente se llevó la coreana Kim Minhee, por On the beach at night alone—, y ahora vuelven a reclamar que se convierta en la primera mujer trans en optar a los premios de la Academia de Hollywood. Las nominaciones se conocerán el próximo febrero, y todavía se puede soñar. 

Sí, Marina es una mujer trans, y eso condiciona su posición tras la muerte de su pareja. Pero Una mujer fantástica no gira en torno a la toma de conciencia de la protagonista o de su salida del armario. El personaje, como la intérprete, que se identifica como mujer desde los 14 años, llevan media vida presentándose como lo que son. Lo que se somete a juicio es cómo la perciben los demás, desde esa familia política que no quiere ni verla (Aline Küppenheim, Luis Gnecco...) al sistema legal que no deja que su nombre figure en el DNI. Esta es la historia de Marina, "una historia de rebeldía y de defensa de la dignidad" según la intérprete. Pero también es la historia de quienes la miran. Y esa no es tan digna. 

"Marina Vega", responde el personaje cuando le preguntan su nombre minutos después de que fallezca su pareja. El policía que la interroga le pide su carnet e insiste en que el que figura en él es su nombre "real". Cuando insiste en presentarse como Marina Vega a un doctor, este le pregunta "¿Es un seudónimo?". La comisaria que dice querer protegerla, temiendo que Marina matara a Orlando en defensa propia, no cree en que ambos mantenían una relación como cualquier otra, sin dinero de por medio. Y la obliga a someterse a una inspección médica en la que es una de las escenas más duras del filme. La exmujer de Orlando, que ahora se reclama como esposa, le espeta, "Te miro y no sé qué veo". No se irá sin llamara "quimera", tan "ensoñación" como bestia mitológica compuesta de partes de león, cabra y dragón. Marina aguanta los embistes con la entereza de quien ha recibido más de uno. 

Daniela Vega comenzó a participar en la película como asistente. Cuando Sebastián Lelio, director de Gloria Gloria—seleccionada igualmente para representar a Chile en los Oscar y los Goya—, supo cuál iba a ser el argumento de su siguiente filme, se encontró con un problema básico: en su círculo cercano no había personas transexuales, y además Santiago de Chile quedaba lejos de su residencia en Berlín. Un amigo común le presentó a Vega: "Estuve dos años hablando con Sebastián de lo que suponía ser trans en Chile y en Latinoamérica. Le recomendaba libros, le presentaba a distintas personas...", cuenta en una entrevista. Al final del proceso, Lelio le mandó el guion. La actriz se reconoció de inmediato en Marina, cantante de ópera como ella: "¡No me había contado que quería que fuese su protagonista, fue una gran sorpresa!". Tras tres días de fiesta y una resaca, se pusieron a trabajar. 

La película sale de un país conservador: este verano se ha conseguido legalizar el aborto solo en caso de peligro para la vida de la madre, inviabilidad del feto y violación. No existe el matrimonio entre personas del mismo sexo —aunque la presidenta Michelle Bachelet cuenta con aprobarlo antes de que termine su mandato—, solo la unión civil desde 2015. Al no existir una ley que regule las modificaciones de nombre y sexo en el registro civil, estas deben formularse mediante demandas y quedan a discreción del juez que las atienda. Sin embargo, Chile vive una ebullición cultural: en el cine, Lelio y Pablo Larraín —productor también de este filme— cosechan éxitos, y músicas como Javiera Mena (abiertamente lesbiana) o la combatiente Anna Tijoux son ya muy conocidas fuera de sus fronteras.

¿Está cambiando el país? Daniela Vega no es optimista, y considera que nada cambiará mientras no cambien las leyes: "El estado no reconoce la existencia de algunas personas, y esas personas vivimos en cuerpos ilegales. Si yo muero y no tengo mi nombre cambiado en el carnet de identidad, no tengo el derecho a que mi tumba diga Daniela Vega, tendría que aparecer el nombre antiguo", reivindicaba en una entrevista. Pero también reconoce que la lucha de las personas trans no acaba con ver reflejado en su carnet de identidad el nombre que han elegido: "El Estado puede darnos un DNI, pero eso no significa que vayamos a tener las mismas herramientas que el resto para integrarnos en la sociedad. Entre otras cosas porque no hay políticas de prevención de discriminación ni de inclusión". 

Lelio se encuentra ya enfrascado en su próximo proyecto, Disobedience, su primera incursión en el cine internacional. Se trata de una historia de amor entre dos mujeres en el seno de una comunidad judía ultraortodoxa de Londres, protagonizada por Rachel Weisz y Rachel McAdams. Daniela Vega prepara Un domingo de julio en Santiago, en la que por primera vez interpreta a una mujer cis —es decir, no trans—, papeles que suelen estar vetados a las actrices trans. A ambos, sin embargo, puede darles aún una alegría esta mujer fantástica

 

Más sobre este tema
stats