Cuesta hacerse a la idea de que Jorge Ilegal (Avilés, 1955 - Oviedo, 2025) haya abandonado el edificio. Así se avisaba por megafonía al término de los conciertos de Elvis Presley para calmar el ambiente y mandar a casa a sus seguidores, y no deja de ser una bonita manera de imaginar a su vez la marcha de uno de los más ilustres nombres del rock en español del último medio siglo, fallecido este martes en Oviedo a los setenta años al no poder superar el cáncer de páncreas que le obligó a detener la actividad de Ilegales hace poco más de dos meses.
Era septiembre, todavía verano, y quizás un poco también por eso todos creímos la promesa de que volvería a los escenarios en cuanto acabara con la enfermedad. Antes de que llegara el frío, asumimos con naturalidad, pues de otra forma no podía ser tratándose de un tipo con semejante empuje y determinación. "Confiamos en la fortaleza y el carácter indomable de Jorge", decía el comunicado de la banda. Pero los conciertos entonces anulados ya no se celebrarán jamás; es diciembre, hace frío y queda la amarga sensación de la marcha obligada por la puerta falsa.
Joven y arrogante (Warner Music, 2025) se titula el que ya es, sin retorno, el último disco de Ilegales, editado el pasado mes de marzo. Un título que ya de por sí dice mucho del ímpetu gigante de un fornido septuagenario que sigue rabioso (y que en su intimidad, entre baño y baño en el gélido Cantábrico independientemente de la época del año, se niega a dejar de jugar con sus amados soldaditos de plomo). Personajazo de nuestra cultura contemporánea, de poderoso apretón de manos, con querencia también a salir con un amenazante stick de hockey por la noche asturiana de aquellos locos ochenta pero que, más allá de ese tipo de leyendas (totalmente reales), era un formidable hacedor de canciones.
"Hay que vivir hasta que cuando tengas que entregar la vida ya queden solo cenizas", remarcaba a infoLibre nueve meses atrás. Y a fe que lo hizo. "Era puro rock en toda su mayor acepción, un tipo verdaderamente salvaje, un kamikaze con gran corazón, ya que no por ser un rockero salvaje se es insensible. Era un tío que resumía el salvajismo del rock", apunta Alejo Stivel a infoLibre sin faltar un ápice a la verdad. Y añade Ariel Rot también en declaraciones a este periódico, tratando de dibujar a la persona más allá del personaje: "Se nos va un grande. Una persona irremplazable y necesaria, una figura singular, un tipo muy querible, muy bravo y muy tierno, gran conversador, gran músico, realmente obsesionado por su sonido, por su guitarra, con un discurso muy único. Es difícil imaginar este mundo sin Jorge Ilegal".
Su intensa peripecia vital queda retratada en el magnífico documental Mi vida entre las hormigas (2017), si bien para el día a día de cada cual queda lo que tiene que quedar: las canciones de un músico que tras no pocos vaivenes intrínsecos a la longevidad, vivía con Ilegales una exuberante segunda juventud, refrendada noche a noche, concierto tras concierto, con gran reconocimiento en España y más aún en América.
"Su legado ya no son solo las canciones y lo que decía en las letras, sino su actitud vital, la forma de vivir que tenía, e incluso esa manera de acercarse a todos los músicos de diferentes generaciones", destaca Carlos H. Vázquez, periodista y autor del libro Conversaciones ilegales con Jorge Martínez (Efe Eme, 2019), para todavía agregar después: "Su importancia radica en que no se ha quedado solo en un recuerdo de los ochenta y los noventa, sino que está más allá de las décadas e incluso de la vida y de la muerte. Cuesta despedirle, pero vamos a recordarle y a ponerle donde se merece, que es en lo alto de la historia del rock español".
Coincide en la dirección de sus pensamientos la directora de la revista Efe Eme, Sara Morales, para quien "su manera de apostar por el rock, indómito y canalla siempre, peleón y contestario, le llevó a sobrevivir y a mantenerse en los tiempos algo snob de La Movida, en los noventa y el auge de lo alternativo, en la revolución indie que vino después y en estos días que corren que tanto cuesta definir". "Pocos como él. Una apuesta firme y visceral por el rock callejero y su rebeldía. Por saber ponerle palabras de a pie a la cotidianidad y sonido a la vida usual y a la que discurre por los márgenes", apostilla a infoLibre, antes de rematar: "Fiel a sí mismo siempre. Y eso fue y es maravilloso, porque no suele ocurrir".
"En la calle era irreverente, carismático y auténtico, y en casa se encerraba entre libros, fantasmas y soldaditos de plomo. Así era Jorge, un tipo duro con una gran calidad humana que logró lo que muchos nunca alcanzan: atreverse a ser él", señala a infoLibre la periodista musical Arancha Moreno, antes de que tome la palabra igualmente para este diario el director de Subterfuge Records, Carlos Galán: "Se nos ha ido un referente. Uno de los tíos más auténticos que ha dado la música española ever y, sin duda, un personaje al que vamos a recordar los que estamos aquí ahora y también las próximas generaciones, porque estoy seguro de que siempre será reivindicado por lo que hacía y cómo lo hacía. Un tío que fue a su puta bola durante toda su carrera por encima de etiquetas, escenas e industria, siendo a la vez un caballero. Sería muy vacuo decir que se ha ido el último punky, pero tenía mucho punk, mucho rock y mucho de rockstar".
"Siempre he dicho que Jorge fue uno de los mejores regalos que me ha dado la música y esta profesión: un caballero, un tipo brillante y luminoso, un ser humano de talla gigante, como también lo era su percha", comparte con infoLibre Gloria González, responsable de prensa del músico en los últimos años. "Como artista, era una fuerza de la naturaleza. Probablemente el mejor —o uno de los mejores— guitarristas de este país. Con un conocimiento sobre el instrumento que trascendía su oficio de músico y le convertía en luthier e ingeniero a la vez. Con una visión sónica clara, cristalina que no dejaba nada al azar. Inquieto, meticuloso, trabajador incansable, amaba profundamente su oficio", añade.
El músico Igor Paskual, donostiarra de nacimiento, ovetense de adopción y guitarrista de Loquillo desde hace más de dos décadas, asegura a infoLibre que "durante muchísimos" años era la banda española que "mejor sonaba en directo porque tenían un timbre muy bien escogido y porque, a diferencia de La Movida madrileña, querían tocar bien sin dejar de ser punks y agresivos". "Eso no les hacía ser malos músicos, pues tenían el salvajismo del punk con la técnica del músico instruido", puntualiza, abriendo una vía diferente de debate sobre su obra: "Dentro del canon del rock español, aunque están apreciados, que lo están, no están especialmente valorados".
Y todavía continúa: "Me parece que lo colosal de su obra no está del todo reconocido, estudiado y analizado porque la gente o el crítico en general no sabe dónde clasificarlos por lo complejísimo de su obra, que por momentos es punk, soez, violenta, con gusto por el rock clásico, el surf, el blues o el soul, pero al mismo tiempo no se aprecia en toda su dimensión esa manera de narrar con una lucidez extrema, una enorme ternura y también surrealismo en canciones enormemente complejas. Jorge tiene un registro amplísimo de toda la condición del alma humana".
Depredador de vida
"De Jorge he aprendido que nunca se es suficientemente salvaje para el rock", resalta la cantante Nat Simons, para acto seguido desarrollar: "Que alguien macarra e irreverente puede ser también culto y con un léxico exquisito. Que no tener pelos en la lengua si se dice con humor e inteligencia hacen que seas una persona tremendamente carismática como lo era él. Y como escribe sus canciones como si fueran historias que puedes perfectamente visualizar, eso me ha inspirado a escribir unas cuantas. Qué gusto también para tocar la guitarra. Jorge es todo lo que me gusta del rock y es una pena que no le haya podido conocer más y tener largas charlas. Nací y empecé muy tarde en esto de la música para poder hacerlo. Pero al menos le conocí. Como el día que murió Bowie hoy el mundo es peor sin Jorge Ilegal".
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Abandona el edificio, en definitiva, un tipo único en su especie. Agitador excelso de un mundo ya de por sí agitado (y una España en estado de ebullición) en LPs clásicos como su debut homónimo de 1982, Agotados de esperar el fin (1984), Todos están muertos (1985) o Chicos pálidos para la máquina (1988). Un observador del ser humano como depredador de vida, siempre en inconsciente jugueteo con la muerte. "Con la marcha de Jorge nos quedamos sin una figura irreemplazable en la música de nuestro país, sin un ideólogo del rock furioso, lleno de esa chulería que solo le permitimos a los que la viven de verdad", apunta también a infoLibre la periodista musical Laura Pardo, quien todavía continúa: "El único consuelo es que no ha necesitado vivir del recuerdo, ni ser una vieja gloria. En los últimos años demostró que estaba en un gran momento musical, y hasta hace muy poco siguió en activo y haciendo lo que le gustaba".
Un creador que "nunca se apalancó en un repertorio" y que "siempre fue joven y arrogante", retoma González, mientras Paskual insiste en que Ilegales eran únicos y justo por eso no tienen una "familia" donde incluirles: "No están en el rock radikal, ni en La Movida, ni en otro más de humor como Siniestro Total o de rock de base como Los Enemigos. Son tan complejos que aunque sea un grupo exitoso, era muy difícil encasillarlos y tenerlos en una etiqueta. Además, sus conciertos transmitían sensación de peligro. En los últimos por supuesto, pero a finales de los ochenta y principios de los noventa había una sensación de peligro bastante única que no transmitía absolutamente ningún otro grupo. De ahí su predicamento en Hispanoamérica, por los textos y su pulsión vital. La última vez que les vi en Gijón me pareció que estaban en un momento de forma envidiable".
Y ya que se ha mencionado a Siniestro Total, unas palabras de su cantante y guitarrista Julián Hernández a infoLibre para rematar: "Es difícil decir algo sobre Jorge, nos conocimos hace más de cuarenta años y siempre fue Pepito Grillo. Pretendió siempre sonar bien, tocar bien y cuando se encontraba con nosotros se enfadaba y decía: 'hay que sonar mejor' (risas). Ese era Jorge. Por otro lado, su importancia es mucha, porque ha estado en un cierto tipo de primera línea durante décadas. Yo no veo la tele, pero por lo visto abren todos los telediarios con la noticia de su muerte. Maldita la gracia".
Cuesta hacerse a la idea de que Jorge Ilegal (Avilés, 1955 - Oviedo, 2025) haya abandonado el edificio. Así se avisaba por megafonía al término de los conciertos de Elvis Presley para calmar el ambiente y mandar a casa a sus seguidores, y no deja de ser una bonita manera de imaginar a su vez la marcha de uno de los más ilustres nombres del rock en español del último medio siglo, fallecido este martes en Oviedo a los setenta años al no poder superar el cáncer de páncreas que le obligó a detener la actividad de Ilegales hace poco más de dos meses.