VIOLENCIA SEXUAL

Una menor vulnerable y la "indignidad" más extrema: así operaba la red de pederastas de Barcelona

Vista general de la manifestación "Contra la violencia machista" con motivo del 8M celebrada por los estudiantes.

Ella apenas tenía doce años. Vivía en un centro de menores en L'Hospitalet de Llobregat. Venía de una situación de vulnerabilidad, había sufrido acoso escolar y su madre padecía una enfermedad grave. "Todo lo cual le había ocasionado además una condición de baja autoestima", según describe la Fiscalía de Barcelona. Hace cinco años se convirtió en la principal víctima de una red de pederastas encabezada por un hombre para el que el Ministerio Público solicita 107 años de prisión.

Los hechos ocasionaron en la adolescente "un menoscabo moral derivado de la indignidad dimanante del conjunto de experiencias a que la sometió el procesado, las cuales afectarán su desarrollo psicomadurativo", concluye la Fiscalía en su escrito de acusación, consultado por infoLibre.

Estas son las principales claves de un caso que pone en evidencia cómo la complicidad de los agresores perpetúa la violencia en cadena, valiéndose de la vulnerabilidad de unas víctimas menores de edad, en muchos casos incapaces de reconocerse como tales.

"Le proporcionaba un lugar de refugio"

La menor, nacida el 28 de mayo de 2007, tenía sólo doce años cuando el acusado contacta con ella. Residía en un centro de menores cuando ocurrieron los hechos, por lo que la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA) era responsable de su guarda, pero los tutores legales seguían siendo sus progenitores.

Él tenía 40 años en esas fechas y era conocedor de las circunstancias que envolvían a la menor: su edad y su situación de vulnerabilidad. Un contexto del que se valdría para ejercer violencia sobre ella. 

Ambos inician el contacto por redes sociales, a través de la aplicación para citas Badoo y de Instagram. Comienzan a hablar y el procesado, "movido por el ánimo lascivo" –en palabras de la Fiscalía–, le exige fotografías y vídeos de carácter sexual. A lo largo de casi un año y medio, el acusado consigue ir almacenando decenas de fotografías íntimas de la menor.

Es entonces cuando se inicia el contacto físico, siempre "aprovechando los días y noches en los que se fugaba del centro" y bajo un paradigma: el investigado "le proporcionaba un lugar de refugio físico" en su piso del distrito barcelonés de Ciutat Vella.

Una red de pederastas

El agresor decide dar un paso más y, a partir de una fotografía de la adolescente, crea una cuenta específica en una aplicación de citas –Lovoo– y otra en Instagram. Ahí ofrece a terceros el cuerpo de la menor para explotarla sexualmente. El mensaje tiene un efecto casi inmediato: al menos hasta en nueve ocasiones "diversas personas" acceden a la violación. Él, según el auto de procesamiento, se encarga de dirigir los actos. El agresor trataba de camuflar la violencia ejercida ofreciendo alquiler de habitaciones por internet, una estrategia que le permitía justificar el anómalo tráfico de personas.

El escrito de acusación de la Fiscalía describe algunos de esos encuentros, en los que distintos hombres agreden sexualmente a la joven en el domicilio particular del principal cabecilla de la trama. Algunas de las violaciones ocurren sin protección, otras incluyen violencia física explícita y en al menos un caso uno de los agresores es también menor de edad. Casi todas las agresiones son registradas en vídeo. El principal acusado no sólo los graba y los almacena, sino que los comparte con otros usuarios.

La Fiscalía le atribuye un delito de acoso a una menor de 16 años por medio de redes sociales, un delito de exhibición obscena ante menor de edad, otro continuado de agresión sexual, un delito continuado de utilización de menor de edad para la elaboración de pornografía infantil y otro de distribución de pornografía infantil. Pero también lo califica de cooperador necesario en otros siete delitos de agresión sexual cometidos por terceros. En total, pide para él 107 años de prisión. Él permanece en prisión preventiva desde hace un año y su juicio está previsto para primavera del año que viene.

Este miércoles, la Generalitat de Cataluña confirmó haber abierto un expediente informativo para revisar las actuaciones iniciadas tras detectarse las violaciones reiteradas a la menor. La consellera de Derechos Sociales, Mònica Martínez Bravo, ha solicitado comparecer en el Parlament para explicar las conclusiones preliminares de este expediente informativo.

Otras dos causas separadas

Estos son los elementos que hay ahora sobre la mesa, en lo que respecta a la violencia sexual extrema ejercida contra la menor. Sin embargo, la investigación del caso ha derivado en otras dos causas separadas, sobre las que trabaja el mismo juzgado de instrucción nº7 de Barcelona "en una fase muy previa", según confirman fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). Se trata de los mismos delitos, pero con otros implicados.

"Las causas avanzan en la medida en que la información va siendo procesada por los Mossos d’Esquadra", detallan las mismas voces. La denuncia en torno a este caso –interpuesta por "un tercero que fue invitado a mantener relaciones sexuales" con la joven, según indica el auto de procesamiento–, pone en alerta a las autoridades. A partir de ahí, "se desgaja en otras dos causas posteriores que están ahora mismo vivas, pero que no cuentan con un auto que pueda poner un relato a lo sucedido".

Las dos causas restantes incumben a los agresores que respondieron al reclamo en redes y también violaron a la menor, por un lado, pero también sugieren que la red puede ser todavía mucho más amplia de lo inicialmente planteado. Y es que además de las grabaciones realizadas por sí mismo, el principal cabecilla de la trama almacenaba en su móvil y en su ordenador miles de vídeos y archivos fotográficos creados por terceras personas en los que aparecían "niños y niñas de corta edad exhibiéndose desnudos" y siendo agredidos sexualmente "por adultos u otros menores".

Una de las causas cuenta con once investigados –uno de ellos el acusado en la causa principal–. Para dos se acuerda prisión provisional comunicada y sin fianza, cuando pasan a disposición judicial, en abril del año pasado. Los otros nueve se encuentran en libertad provisional. En este procedimiento hay dos víctimas menores: una niña –la misma que en la causa principal– y un niño.

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En la causa restante, se investiga a seis personas –una vez más, incluido el acusado principal–. En este procedimiento aparecen al menos cinco nuevas víctimas, según fuentes judiciales. Cinco de los acusados están en libertad provisional. Para ellos se han abierto otros procedimientos de forma individual, después de que en sus dispositivos electrónicos se encontrara "pornografía infantil de otros hechos que nada tenían que ver con estos que investiga el juzgado".

"Una investigación larga y difícil"

Para entender las aristas del caso y sus derivadas, conviene retroceder al 28 de junio de 2024. Entonces, los Mossos d’Esquadra comparecían en rueda de prensa para anunciar la desarticulación de una trama de pederastas por agresiones sexuales a menores. Ya entonces hablaban de una "investigación larga y difícil porque había muchos autores y muchas víctimas". Los agresores, señalaban entonces, eran personas de "todos los estratos sociales que forman parte de nuestra sociedad". Todos ellos eran, además, "conocedores de la minoría de edad de las víctimas".

En ocasiones, trazaron entonces los agentes, los presuntos agresores sobornaban a los menores con "regalos, dinero, consumo de alcohol y drogas". Ellas, las víctimas, eran también "personas normales y corrientes", la mayoría "captadas en su entorno natural": internet. "No eran conscientes de que eran víctimas de un delito, por lo que no denunciaban", lamentaba David Lòpez, jefe del área central de Cibercrimen de la División de Investigación Criminal (DIC).

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