Unión Europea

Bruselas pide que se "aceleren los preparativos" para hacer frente a un 'Brexit' sin acuerdo

El nuevo ministro británico para el Brexit, Dominic Raab (izda), y el negociador jefe de la UE, Michel Barnier.

Bruselas espera tener cerrado un acuerdo sobre la salida de Reino Unido de la Unión Europea en el plazo de tiempo previsto. Sin embargo, también es consciente de que en cualquier proceso negociador, y más en aquellos que son tan sumamente delicados como este, pueden producirse sorpresas de última hora. Y el Ejecutivo comunitario no está dispuesto a que haya imprevistos que le pillen con el pie cambiado. Por ello, la Comisión Europea lanzó este jueves, en medio de la crisis gubernamental en suelo británico y a menos de un año para que se consume la ruptura definitiva, una comunicación [consultar aquí en PDF] en la que pide a los Gobiernos de los Estados miembro y a la empresas europeas que “aceleren los preparativos” para hacer frente en las mejores condiciones a todos los posibles escenarios de divorcio entre Reino Unido y la UE, incluyendo el “escenario límite” que supondría un Brexit sin acuerdo entre Londres y Bruselas.

A finales de junio, el Consejo Europeo pidió nuevamente que los Veintisiete, las instituciones comunitarias y “todas las partes interesadas” intensificasen sus trabajos “para estar preparados a todos los niveles y para cualquier resultado”. Un mes después, la Comisión ha tratado de dar respuesta a esta petición con un documento de 16 páginas en el que analiza los dos escenarios posibles –salida con acuerdo o sin acuerdo– y exige la máxima preparación de todos los actores para afrontar cada uno de ellos. Porque, concluyan las negociaciones con o sin pacto a ambos lados del Canal de la Mancha, lo cierto es que la retirada de Londres, señaló la Comisión en un comunicado, “causará perturbaciones”. “[El Brexit] tendrá repercusiones para los ciudadanos, las empresas y las administraciones, tanto de Reino Unido como de la Unión Europea”, completó el Ejecutivo europeo.

El envío de la comunicación a las capitales europeas ha coincidido con la visita a Bruselas del nuevo negociador británico para la salida, Dominique Raab, que se reunió por primera vez con su homólogo comunitario, el francés Michel Barnier, con el objetivo de reanudar las conversaciones. Y, aunque los tiempos para pactar un divorcio ordenado apremian, la primera ministra británica, Theresa May, sigue estando convencida de que el Brexit no será caótico. “Por lo que se refiere a un escenario de no acuerdo, siempre hemos dicho que no es lo que queremos ni lo que esperamos, y el progreso en las negociaciones hasta ahora sugiere que no acabaremos ahí", señaló este jueves un portavoz de Downing Street. No obstante, los constantes enfrentamientos dentro del Ejecutivo británico en relación con la salida han puesto a las instituciones comunitarias en máxima alerta.

Negociación contra reloj

Tras la decisión de Reino Unido de activar en marzo de 2017 el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea para hacer cumplir el resultado del referéndum celebrado unos meses antes, Londres y Bruselas fijaron un calendario de negociación en dos fases. Sobre la bocina, y después de seis largas rondas de diálogo, ambas partes consiguieron cerrar el pasado mes de diciembre un documento conjunto en el que mostraban su consenso en torno a tres aspectos fundamentales que, hasta ese preciso momento, permanecían encallados e impedían el avance: los derechos de los 3,5 millones de ciudadanos europeos en Reino Unido –y los de los 2,5 millones de británicos en suelo comunitario–, la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte y la tan debatida liquidación financiera. Con este primer apretón de manos, se dio el pistoletazo de salida a la segunda fase de la negociación.

Ahora, Londres y Bruselas trabajan para tratar de cerrar con éxito el segundo periodo de diálogo en los plazos previstos. Según los tiempos que maneja la Comisión, el próximo mes de octubre debería estar completamente listo y acordado el acuerdo definitivo de salida, de forma que pueda ser ratificado tanto por las instituciones comunitarias como por el Parlamento británico antes de las 00.00 horas del 30 de marzo de 2019, cuando Reino Unido pasará a estar fuera de la Unión Europea. Sin embargo, la dificultad para terminar de atar por completo el espinoso asunto de la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte y las tiranteces dentro del propio Ejecutivo británico amenazan con hacer descarrilar las negociaciones. En los últimos días, más de una docena de ministros y altos funcionarios del Gobierno de May han dimitido por sus diferencias sobre el Brexit con la primera ministra.

"La preparación debe intensificarse inmediatamente"

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Con todos estos mimbres, la Comisión Europea insiste en el documento en que está “trabajando duro” con el objetivo de cerrar un pacto “para una retirada ordenada”. Sin embargo, añade, “no hay seguridad” de que finalmente pueda alcanzarse el acuerdo. Por ello, insiste en que “la preparación debe intensificarse inmediatamente en todos los niveles y teniendo en cuenta todos los escenarios posibles”. En este sentido, el Ejecutivo comunitario explica que si se ratifica un acuerdo antes del 30 de marzo, se abrirá un periodo de transición de casi dos años –hasta enero de 2021– en el que Reino Unido dejará de participar en la toma de decisiones y se seguirá aplicando la legislación europea en suelo comunitario. No obstante, avisan de que aunque sea el escenario favorito, también llevará aparejadas perturbaciones –en las cadenas de suministro, por ejemplo– para las que hay que estar preparados.

Si no se consigue llegar a un acuerdo antes de la fecha marcada, tendrá que afrontarse lo que desde Bruselas definen como “escenario límite”. A partir del 30 de marzo, Reino Unido se convertirá en un tercer Estado y la legislación comunitaria dejará de aplicarse en suelo británico. Esto afectaría a los derechos de los ciudadanos europeos en Reino Unido y de los británicos en la UE, el transporte entre las dos partes se vería “duramente afectado”, regresarían los controles aduaneros y la verificación de estándares sanitarios y fitosanitarios –lo que causaría importantes retrasos en el transporte por tierra o marítimo– y volverían los aranceles comerciales. Por todo ello, y ante la imposibilidad de predecir cuál será el resultado definitivo de las negociaciones, la Comisión considera necesario preparar cuanto antes “planes de contingencia”, aunque vuelven a insistir en el documento que dicha planificación “no es un signo de desconfianza en las instituciones”.

Con todas estas observaciones sobre la mesa, y preocupada principalmente por las pequeñas y medianas empresas europeas, Bruselas ha preparado en los últimos meses 68 comunicaciones, divididas por sectores –energía, servicios financieros, alimentación o transporte, entre otros– para ayudar a las compañías a estar listas en el momento de la ruptura. “Es importante que se preparen y empiecen ya a tomar medidas”, sostiene el documento. Sin embargo, la Comisión recuerda que esto tiene que ser un “esfuerzo conjunto a todos los niveles”. “Las posibles preguntas deben dirigirse a las autoridades competentes. Las asociaciones de la industria juegan un papel crucial a la hora de transmitir la información a sus miembros. Las embajadas y los consulados tienen que desempeñar un papel similar informando a los ciudadanos ante cualquier escenario”, completa la comunicación del Ejecutivo europeo.

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