La ‘casa del ruso’ en Oliva: 2.200 metros construidos y 200.000 euros en cortinas

La mansión de los Rotenberg en la localidad valenciana de Oliva.

Nacho Herrero / Manuel Rico

Nunca ha tenido nombre pero durante años cuatro ostentosos escudos, uno en cada puerta y otro coronando la fachada principal, presidieron la imponente mansión del magnate Boris Rotenberg en una urbanización de Oliva (Valencia). En ellos la R de su apellido aparecía orgullosa en primera plano entrelazada por una K, de Karina su segunda y actual esposa, y por la B de su propio nombre. Pero ahora esos escudos, que también lucían otras propiedades como las que tenían en la Provenza francesa (Mougins), han sido retirados de su refugio español y la casa principal lleva cerrada cerca de un año y medio. El emblema de la pareja, del que también hicieron perchas o gorras, ha desaparecido en los últimos meses pero aún quedan algunas huellas.

Amigo íntimo desde la infancia de Vladimir Putin, con el que compartía entrenamientos de artes marciales, Boris es junto a su hermano Arkady uno de los principales oligarcas rusos. Una filtración masiva de más de 50.000 documentos y correos electrónicos ha dejado al descubierto las actuaciones de los Rotenberg para ocultar buena parte de su patrimonio y mantenerlo a salvo de las sanciones occidentales desde 2014. La filtración fue obtenida por el digital ruso IStories y el consorcio periodístico OCCRP y compartida con otros 15 medios de comunicación, entre ellos infoLibre en España. [Puedes leer aquí todas las informaciones de la investigación, bautizada como Rotenberg Files].

Entre los correos y documentos de la filtración figuran más de un centenar que se refieren a la casa de Oliva, que el Gobierno español bloqueó en octubre de 2022 en virtud de las sanciones internacionales impuestas tras la invasión de Ucrania, según han podido comprobar los periodistas del proyecto Rotenberg Files. [Puedes leer aquí el artículo sobre la trama societaria utilizada por el amigo de Putin para adquirir la propiedad en Oliva].

La decisión del Gobierno español impide a los Rotenberg vender o hipotecar la mansión, pero siguen siendo sus dueños. Y lo cierto es que la propiedad de la playa de Oliva está habitada. Una pareja de jóvenes caseros continúa viviendo en uno de los tres edificios auxiliares (la única con las ventanas mínimamente abiertas) y se encarga de su mantenimiento con la ayuda de algunas empresas locales, como la que realiza el cuidado del jardín. La parcela tiene 7.000 metros cuadrados, con más de 2.200 metros construidos, de ellos 1.730 en la mansión principal y el resto en las tres edificaciones auxiliares. No le falta la piscina que, como el resto del jardín, da al hoyo 15 del campo de golf Oliva Nova. Ese campo es el centro neurálgico alrededor del cual han surgido un enjambre de apartamentos de verano en los que apenas hay vecinos fuera de esa temporada estival.

“Dicen que la casa vale unos veinte millones de euros”, cuenta un operario que trabaja por la zona. Lo cierto es que los Rotenberg invirtieron al menos 8,7 millones de euros en la mansión, incluyendo la decoración. Solo en cortinas gastaron 206.000 euros. Y desde entonces han pasado nueve años. En 2015, primer año que tuvieron la casa a su disposición, simplemente el mantenimiento y los gastos generales ascendieron a 68.646 euros. Al Ayuntamiento le pagaron 14.741 euros en concepto de IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles).

De momento, aunque quisieran, los Rotenberg no podrán comprobar el valor actual de su propiedad porque no la pueden vender. Los trabajadores de servicios, jardineros, limpiadores y demás, que se mueven por la zona la llaman ”la casa del ruso”.

A los pocos segundos de tocar el timbre de la mansión, aparece un joven de unos treinta años de acento extranjero y asegura que la casa ya no pertenece a Rotenberg. En realidad, su propietario desde diciembre de 2015 es la sociedad Bangalor Holding Limited, controlada por Boris Rotenberg. Y eso no ha cambiado, aunque ahora en el Registro de la Propiedad hay inscrita una “nota de prohibición de disponer” de la finca, como consecuencia de la inclusión del amigo de Putin en la lista de sancionados por la UE.  A nombre de Bangalor Holding Limited se pidió un permiso en el Ayuntamiento de Oliva en 2018 para crear un pequeño invernadero en el jardín.

La clave: el Centro Ecuestre

Más allá del clima y de su cercanía al mar, la clave de la ubicación de la casa es otra: está a pocos metros del Centro Ecuestre Oliva Nova. De hecho, desde la pista de obstáculos se podía ver el escudo que presidía la propiedad de los Rotenberg. La casa fue construida en 2014, un año después de que en febrero de 2013 Karina Rotenberg compitiera por primera vez en este centro. La actual esposa del empresario ruso es una experta amazona, además de directiva de la Federación Rusa de este deporte, y ha contagiado a su marido esa pasión. Un año después de tener la casa, el judoka se estrenó también en una competición de obstáculos en este mismo escenario. Lo hizo a lomos de Carlonso en un torneo de obstáculos a 115 centímetros. En esos seis años, el empresario ha competido con varios caballos allí, algunos con nombres tan llamativos como Sarkozy 4 o Cassius Clay.

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Durante un tiempo, bien Karina o bien ambos acudían una o dos veces al año a la casa con la excusa de participar en los torneos que entre octubre y abril se celebran en este recinto. La rutina era siempre parecida. “Muy hermética”, recuerdan quienes los veían. Mandaban sus caballos unos días antes, acudían con sus guardaespaldas al centro, en el que generalmente apenas saludaban, competían y se iban del recinto. No se recuerda que acudieran a ninguna de las cenas posteriores, tampoco que destacaran deportivamente aunque alguna vez ganaron. No se les conoce vida en Oliva, que está a unos seis kilómetros, aunque a veces estaban varias semanas en la casa. Tampoco hay noticias de los tres hijos que tienen juntos. Boris tiene además dos más de su primera mujer, uno de ellos futbolista y otro jugador de hockey.

La última vez que ambos compitieron allí fue en octubre de 2021, pocos meses antes de la invasión rusa de Ucrania. Estuvieron por la zona casi un mes. El inicio de la guerra, el 24 de febrero de 2022, les pilló a ambos saltando pero en Francia. Las licencias deportivas de Boris y Karina aparecen actualmente bloqueadas por las sanciones contra Rusia. “Ni están por aquí ni se les espera, ni a ellos ni a otros rusos”, explican en el club de hípica.

Los vecinos de la zona recuerdan que alguna vez vino ella sin Boris pero acompañada siempre de dos voluminosos guardaespaldas y de un enorme perro. “Cuando pasabas por la puerta de su casa, el perro venía ladrando y ellos te miraban fijamente”, cuenta un vecino de la zona. Los animales son una de las pasiones de Karina, quien alguna vez ha contado que una de sus perras, su preferida, se llama Oliva porque se la encontró en esta urbanización de la que pese a todo son sus vecinos más ilustres. 

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