Europa avisa a España de que debe reducir de forma drástica la contaminación del aire antes de 2030
España cumple, de momento, con la reducción de la contaminación del aire a la que se ha comprometido con la Unión Europea, pero tiene mucho trabajo pro delante para cumplir con el objetivo a 2030. La Agencia Europa de Medioambiente (EEA, por sus siglas en inglés) ha publicado este viernes un informe en el que recoge que España debe reducir durante lo que queda de década un 20% los niveles de micropartículas PM2,5, contaminantes que miden menos de 2,5 micras de diámetro y que tienen un importante impacto en la salud porque llegan a la sangre tras ser inhalados.
Los datos de 2023, los que ha utilizado la EEA para elaborar el informe, recogen que la economía española emitió ese año 107.000 toneladas de micropartículas y el Gobierno tiene el compromiso de reducir la cifra a 86.000 en 2030. Aunque la tarea es considerable, las previsiones del Ministerio de Transición Ecológica garantizan que se va a llegar al objetivo a tiempo. De hecho, hay un objetivo de reducción intermedio en 2025 que ya se había cumplido con creces en 2023.
Las micropartículas de 2,5 micras son uno de los contaminantes atmosféricos que más impactan en la salud. Se acumulan principalmente en las ciudades porque proceden de las estufas y calderas de los hogares, de la quema de residuos, del tráfico rodado y de las fábricas. La EEA considera a las PM2,5 el contaminante más mortífero de los que se encuentran en las ciudades, con 18.500 víctimas en España en 2022.
Miguel Ángel Ceballos, encargado de Calidad del Aire de Ecologistas en Acción, recuerda que estas partículas son tan pequeñas que entran por los pulmones y llegan a colarse en el corriente sanguíneo. "Depende de la composición de las PM, pueden ser más o menos tóxicas, pero en todo caso son un riesgo para la salud. La OMS las utiliza como el principal medidor de salud y medioambiente", dice el experto.
Este polvo, que es 20 veces más pequeño que un pelo, puede estar compuesto de minerales, metales pesados, plásticos y otros materiales, según de dónde provenga. También hay una parte de las micropartículas que se generan a partir de reacciones químicas de otros contaminantes presentes en la atmósfera, principalmente del amoniaco, que a su vez parte de la ganadería industrial o de los catalizadores de los vehículos más modernos. "Reducir las PM2,5 es complicado por la gran variedad de fuentes de origen", añade Ceballos.
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Cada jueves, una mirada rigurosa y comprometida sobre lo que le está pasando al planeta.Por ejemplo, reducir el tráfico de coches de combustión —la medida más efectiva para mejorar la calidad del aire en las ciudades— tiene un efecto limitado en el caso de las micropartículas porque los vehículos expulsan este polvo por el tubo de escape, pero también con el rozamiento de los frenos o con el contacto de las ruedas y el asfalto, dos condiciones que no se eliminan implantando coches eléctricos.
El Gobierno confía en lograr grandes reducciones en los próximos años con la sustitución de las estufas de leña por pellets (más eficientes), las normativas de ecodiseño (reducen la basura que acaba en vertederos) y la modernización de las calderas y calefactores.
Una vez dentro del organismo, numerosos estudios demuestran que estas partículas producen todo tipo de problemas de salud. Se asientan en tejidos del corazón, el cerebro o el páncreas, y una exposición continua a largo plazo puede provocar ateromas, infartos, problemas vasculares, diabetes, enfermedades neurodegenerativas o alzhéimer. También se relacionan con cáncer de pulmón, incluso en personas no fumadoras.
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El estudio de calidad del aire de 2024 de Ecologistas en Acción calcula que el año pasado el 97% de la población de España estuvo expuesta a niveles de micropartículas superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ninguna ciudad, sin embargo, supera los máximos legales de la Unión Europea, aunque Ceballos aclara que esto es porque los límite están completamente obsoletos y son cinco veces más permisibles que los de la OMS.
El informe de la agencia europea da un aviso a España para que reduzca las PM2,5, pero también subraya el buen trabajo que ha hecho con el resto de contaminantes. En dióxido de azufre y en amoniaco ya ha cumplido con el compromiso para 2030, mientras que en óxidos de nitrógeno está a un 3% de reducción de alcanzar la meta.
España adquirió estos compromisos como parte de la Directiva de reducción de emisiones nacionales, de 2016. Asumió la obligación de rebajar a la mitad la cantidad total de emisiones PM2,5 en un 50% en 2030 respecto a 2005 y ya ha cumplido la meta intermedia de 2025 porque esa solo suponía recortar las toneladas un 15%. No es el único país que tiene mucho que hacer todavía: de 27 países, solo 12 han cumplido ya su promesa, siete años antes de lo previsto. Y nueve miembros de la UE están peor que España.