REDES SOCIALES

Si fijar topes de uso no sirve para reducir el uso de las redes sociales, ¿cómo nos desconectamos?

Fotograma del documental 'El dilema de las redes sociales' del director Jeff Orlowski que analiza la influencia de estas plataformas con extrabajadores de tecnológicas que avisan de los peligros y de la adicción que generan las herramientas que ellos mismos crearon.

¿Cuánto tiempo pasamos al día deslizando absortos el dedo por la pantalla de nuestros móviles buscando más imágenes en Instagram, más vídeos en TikTok o más tuits en Twitter? La respuesta no es sencilla y los expertos siempre advierten que solemos tender a la exageración. No obstante, según el Estudio de Redes Sociales 2022 de IAB Spain el tiempo medio que pasamos en estas plataformas es de unos 70 minutos, aunque entre los jóvenes de 18 a 24 años la cifra se dispara hasta los 90 frente a los 55 de las personas entre 56 y 70 años. En una encuesta de la OCU publicada este mismo mes de marzo, los adolescentes reconocen que se conectan a Internet, especialmente a Instagram y TikTok, 170 minutos al día entre semana, un tiempo que se eleva hasta los 213 los fines de semana. Es más, la mayoría considera que pasan demasiado tiempo en ellas y el 22% que sus notas se han resentido por este tiempo robado por las plataformas. 

Con estas cifras, la pregunta es evidente: ¿cuánto tiempo sería suficiente en Instagram o en TikTok? Una investigación publicada en la Journal of Social and Clinical Psychology en diciembre de 2019 determinó que limitar a sólo 30 minutos el uso de las redes sociales ayuda a tener una mejor salud mental. "Estar con el teléfono más de dos horas es incompatible", defiende Marc Masip, psicólogo y experto en adicción a las nuevas tecnologías, que matiza que "hay que ver el cómo" ya que "no es lo mismo para un usuario normal o los menores que para alguien para el que estar con el teléfono es parte de su profesión".

Con estas cifras, la mayoría de la sociedad es consciente que tenemos un problema con el tiempo que pasamos mirando las redes sociales, y por tanto el móvil. "Los dispositivos tecnológicos están diseñados para generar cierta adicción a los mismos", explica Jesús de la Fuente, catedrático y profesor de psicología evolutiva y de la educación de la Universidad de Navarra. 

Facebook, Instagram, TikTok, Twitter o Snapchat son un claro ejemplo de cómo se usa la tecnología persuasiva para conseguir que las personas usen más y más tiempo estas aplicaciones. El creador del scroll infinito, Aza Raskin, confesó en una entrevista a la BBC en 2018 que se arrepentía de haber creado esta funcionalidad porque "es como si estuvieran tomando cocaína conductual y la rociaran por toda la interfaz, y eso es lo que te mantiene con ganas de regresar una y otra vez". "Sólo hay dos industrias que llaman a sus consumidores usuarios: las de las drogas y las de software", aseguran en el documental El dilema social en el que se analiza la influencia de estas plataformas con extrabajadores de Silicon Valley. 

De la Fuente distingue tres niveles de comportamiento inadecuado con respecto a las redes sociales. El comienzo del problema es un comportamiento problemático, es decir, "conectarse en tiempo de estudio o en clase, o durante celebraciones familiares, donde se deben compartir espacios y tiempos". La consolidación de la dificultad en la gestión o control es una dificultad comportamental que "genera problemas o desajustes" e "interfiere con estudiar, dormir, leer, jugar o socializar". Y, por último, el trastorno comportamental se produce cuando "se instaura un comportamiento patológico" que provoca "un ocultamiento de la conducta con reacciones desproporcionadas a los límites". 

La apuesta por establecer límites de tiempo

Ante estos problemas, algunas plataformas han impulsado campañas para intentar limpiar su imagen con nuevas funcionalidades para contribuir a la desconexión. Para lograrlo apuestan, entre otras medidas, por establecer límites de tiempo, sobre todo en el caso de los menores.

La última en subirse a este carro ha sido TikTok. El pasado mes de marzo, la red social china anunció mejoras en su herramienta de gestión de tiempo en pantalla con "más opciones personalizadas". Entre ellas, se encuentran modificaciones para ayudar a los adolescentes a gestionar su tiempo en la plataforma. Para ello, en las cuentas de menores de 18 años se establece de forma automática un límite de uso de 60 minutos diarios

Esta herramienta, aunque más flexible, también está disponible para que todos los usuarios puedan poner sus propios límites de tiempo de forma personalizada para cada día de la semana y establecer un horario para silenciar las notificaciones. "El objetivo de TikTok es que la comunidad sienta que tiene el control para decidir cómo quiere que sea su experiencia en la plataforma", explican desde la red social. 

Pero TikTok no es la única. Instagram cuenta desde finales del 2021 con la opción "tomarse un descanso" para que sus usuarios, tanto adolescentes como adultos, tomen decisiones informadas sobre cómo pasan su tiempo en la plataforma. Con esta herramienta, Meta quiere combatir la adicción a sus aplicaciones si sus consumidores así lo desean.

Incluso desde Apple y Google también han impulsado sus propios sistemas de bienestar digital para sus sistemas operativos, iOS y Android. Así, los usuarios pueden establecer límites de tiempo en los propios ajustes del teléfono agrupando, por ejemplo, las aplicaciones por temática y marcar x minutos para estar en redes sociales. 

¿Funcionan los límites? No

Sin embargo, ¿funcionan estos topes? Pues parece que no mucho. Un estudio preliminar publicado a principios de marzo y realizado por investigadores de las universidades de Duke y Delaware sobre la efectividad de estas funcionalidades concluye que, por ejemplo, los usuarios pasan un 7% más de tiempo después de fijar usar solo 60 minutos TikTok. Los resultados son mejores si se establecen límites más bajos, como por ejemplo media hora. 

"Probablemente el efecto encontrado sea consecuencia de la reactancia psicológica o percepción mayor de amenaza a la libertad que tienen las personas con un comportamiento desregulatorio. Es decir, aquellas personas que no se regulan y que viven peor las restricciones externas", defiende De la Fuente que insiste en que, sobre todo para los menores, lo mejor pasa por "negociar, limitar y acompañar" antes que implantar "una mera prohibición". 

Para Masip, estos límites de tiempo pueden "funcionar para hoy pero no para mañana" ya que las redes sociales suelen tener "muchos elementos adictivos". "Se debería ver a qué edad se permite acceder a las redes, ver el contenido y también educar", explica este psicólogo. Una educación en la que también profundiza De la Fuente que recuerda que los entornos de los menores en los que "no hay normas, ni restricciones, ni supervisión" hacen más probable un "uso problemático o psicopatológico" de las plataformas.

¿Cómo nos desconectamos?

Si estos topes de tiempo, que son en los que las compañías de Silicon Valley están trabajando y anunciando a bombo y platillo, ¿cómo conseguimos desconectarnos? Masip ofrece dos consejos. Por un lado, "poner límites a las propias tecnológicas para que no haya elementos adictivos". Y, por otro, "crear conciencia social sobre el problema y educar".

De la Fuente, por su parte, explica que usar adecuadamente las redes sociales está relacionado con "una conducta necesariamente de autorregulación". Por ello, se requieren pautas de uso, autocontrol, es decir "saber parar y tener estrategias de afrontamiento emocional adecuadas para no caer en la trampa de la evasión emocional"; y autoevaluación, "saber aplicar consecuencias, decir no y ejercer contracontrol".

En un hilo que se hizo viral el verano pasado, el creador de contenidos Álex Maese relató cómo había reducido el uso del móvil de unas 4-5 horas diarias a solo una y ofrecía claves para que el resto de usuarios lo consiguiera. ¿Cómo? Deshabilitando todas las notificaciones excepto las básicas como llamadas o mensajes, establecer límites tiempo —en su caso fijó 15 minutos para todas las redes sociales—, pautar un horario de uso y ser consciente de por qué consultamos el móvil. "Intenta encontrar la razón por la cual lo tienes en la mano ahora mismo", sostiene. 

El móvil, el mejor amigo de las redes sociales

Como dice Maese, el objetivo es ser cada vez más conscientes "hasta el punto de ser nosotros los que controlamos el móvil y no al revés". Y es que una de las causas detrás de la adicción a las redes sociales es la adicción al teléfono. 

¿Cuántas veces al día mira usted el móvil? Que si consultar la hora, que si mirar si ha llegado un whatsapp, que si salta una notificación de correo… ¿Demasiadas? Seguramente. "Es verdad que el móvil nos da muchas herramientas y que las redes sociales nos ofrecen muchas cosas. Pero tengo dudas de que todas estas cosas sean positivas", reflexiona Masip. 

El problema del chupete digital para las nuevas generaciones

Aunque, sin duda, todo este problema es más grave para los menores. "Estamos educando a una generación que, cuando se siente sola, aburrida o triste, tiene un chupete digital", explica Tristan Harris, ex diseñador ético de Google, cofundador del Center for Humane Technology y conocido en el mundillo tecnológico como "la conciencia de Silicon Valley", en el documental El dilema social en el que también recordó que muchos de los trabajadores o extrabajadores de redes sociales impiden que sus hijos usen las creaciones que ellos mismos crearon o ayudan a desarrollar. 

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¿Por qué son los más jóvenes más proclives a quedarse enganchados mirando durante horas TikTok o Instagram? "Porque su cerebro no está desarrollado y los elementos adictivos están pensados para ellos", sostiene Masip que insiste en que "las redes sociales tienen poco que aportar a los menores porque pueden tener contenido bueno o divertido, pero también hay vídeos o imágenes sobre trastornos alimenticios que perjudican gravemente". Este psicólogo insiste en lo necesario que es que las tecnológicas establezcan límites "reales" con respecto a la edad

El reglamento general de protección de datos de la UE establece los 16 años, o 13 en algunos estados miembros, para que los jóvenes tengan presencia online. No obstante, la mayoría de las aplicaciones marca como edad mínima los 13 o los 14. Es más, un estudio de Qustodio en 2019 ya señaló que casi la mitad (49%) de los menores españoles de entre 12 y 14 años usa Instagram pese a que la edad mínima para hacerlo es los 14 años. 

"Hemos supuesto que todas las personas tienen un nivel de aprendizaje instaurado y hemos puesto en sus manos aparatos de uso complejo que finalmente ejercen gran control sobre nuestra conducta", explica De la Fuente que asegura que es "obvio" que este comportamiento "está difícilmente instaurado en un niño, un adolescente e incluso en bastantes jóvenes y adultos". "La realidad nos está superando y la gran cantidad de casos de adicciones en clínica es un indicador inequívoco de que no estamos trabajando los niveles preventivos", concluye este experto.

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