Cultura

Oye, chico: ¿y si lees feminismo?

Portadas de los libros de Roxane Gay, Chimamanda Ngozi Adichie y Rebecca Solnit

En Postales de invierno, de Anne Beattie (para algunos, la mejor novela sobre el desencanto juvenil desde El guardián entre el centeno en los cincuenta y Trampa 22 en los sesenta), Charles, el protagonista, y su amigo Sam hablan de mujeres. "Se están volviendo raras", dice el primero.

 

―Me leí La dialéctica del sexo [obra de la feminista radical Shulamith Firestone], ¿lo has leído?―¿Por qué lees toda esa basura?―Este no es basura, la autora tiene toda la razón del mundo: los hombres son incapaces de amar.―Estás chalado, ¿por qué has empezado a leer estás porquerías?―No sé, estas Navidades leí mucho.―Tendrías que estar en la Facultad de Derecho, así no te quedaría tiempo para envenenarte la cabeza con esa mierda.―No. si lo hubieras leído no pensarías que es una mierda.

La escena prosigue, Sam está de bajón.

 

―No tengo trabajo, tengo deudas y ya no les gusto a las mujeres. He estado leyendo los libros esos para averiguar cómo piensan las mujeres.―Es patético.―No es patético. Leer alguno de esos libros te iría bien. No te podrías creer lo que llega a pasarles por la cabeza. (…)―No quiero saberlo ya tengo la cabeza llena de bastante mierda.―Pero tienes razón: las mujeres han cambiado. Y ahora debes tratar de entenderlas.―¿Para qué?―Para conseguirte una.

Coincidió la lectura de ese libro, de esas líneas, con la publicación de un artículo en el que Carl Cederström, autor y profesor asociado de la Universidad de Estocolmo, explicaba cómo se había propuesto dedicar un mes a los clásicos feministas: sentarse, leer sobre experiencias de mujeres, reflexionar, con suerte aprender algo… Curiosa, me puse en contacto con él.

"Había estado leyendo libros sobre maternidad durante el verano (de Sheila Heti, Jenny Offill, Rachel Cusk y Deborah Levy) y, como muchos de esos libros hablaban de las clásicas feministas, fui sintiendo una gran necesidad de empezar a leer a Beauvoir ―me dijo―. Y cuando empecé, se me ocurrió la idea de pasar el mes previo al aniversario de #MeToo leyendo estos clásicos. Envié un correo electrónico al editor con el que trabajo habitualmente y ella dijo que era una idea interesante. Así fue como empezó".

Cederström asegura que no sabe por qué no había leído esos libros antes. Aunque tiene sospechas… "Si echo la vista atrás y analizo todos los libros que he leído en los últimos diez años, estoy seguro de que hay un fuerte sesgo hacia los autores hombres blancos. Esto es, por supuesto, por mi culpa. Pero si nos fijamos en las revistas literarias más respetadas, como London Review of Books y New York Review of Books (y he estado suscrito a ambas revistas durante mucho tiempo), encontramos que la mayoría de los libros que reseñan son de hombres blancos, y que la mayoría de sus críticos también son hombres blancos. Estas estadísticas se presentaron recientemente en Los Angeles Review of Books, y es un hecho trágico que, a menos que hagamos una elección activa de qué leer, es probable que sigamos leyendo el mismo tipo de libros, una y otra vez. No hace falta decir que las escritoras feministas negras rara vez son vendidas en las grandes superficies".

Los estudios en esa misma línea son numerosos. En 2012, Roxane Gay publicó Where Things Stand, un texto en el que sostenía que casi el 90% de los libros reseñados en The New York Times están escritos por blancosThe New York Times.  Y también se ha estudiado el fenómeno en el mundo del cine.

Al cabo, su confesión no es sino el botón que vale por una muestra más grande. No creemos arriesgar mucho si decimos que, en general, los hombres no leen clásicos feministas. La duda es si lo hacen por desconocimiento, por desinterés, por miedo a descubrir que tienen razón…

"Una teoría es que la mayoría de los hombres quieren que los libros sean agradables, entretenidos o educativos, y no libros que cuestionen sus perspectivas. Ese, por supuesto, no es el caso de todos los hombres. Pero sí sabemos que los hombres leen menos que las mujeres, y que a menudo les gusta leer libros de no ficción sobre historia o temas prácticos, y que generalmente evitan leer libros de mujeres. ¿Es por miedo, o simplemente porque son perezosos? Es difícil de responder. Pero creo que tendrían mucho que aprender de algunos de los títulos en mi lista".

Su lista

La lista de Cederström incluye estos títulos:

 

"Muchos hombres se sorprenderían al descubrir que muchas de estas mujeres están tendiendo sus manos hacia ellos, invitándolos a ser parte de la conversación".

La pregunta es si los invitados aceptan la invitación…

Tras contactar con Cederström, lancé una pregunta a las procelosas aguas de Twitter con un ánimo, digamos, juguetón. ¡Escritores que me seguís! (suena mal, lo sé). ¿Qué clásicos feministas habéis leído, y por qué?

Hubo alguna respuesta que escapaba un tanto a mi ámbito de estudio, pero que agradezco y me orienta. Así, Adrian Coutin‏ evocó su experiencia leyendo a Hannah Arendt, "me cambió toda la visión de la II Guerra Mundial y el Holocausto, y a partir de ahí muchas cosas. La banalidad del mal, ese concepto, solo una mujer lo pudo desarrollar".

David San José mencionó a "Susan Sontag, por sus ideas sociales y económicas. Hannah Arendt, por su implicación histórica y filosófica (muy importante su visión feminista). Y Siri Hustvedt, por cómo trata y crea literatura desde un punto de vista feminista consciente y vanguardista".

También me escribió Juan Soto Ivars, una conversación que luego siguió por mail. "No sé muy bien a qué te refieres con 'clásicos', donde pones el límite, así que diré libros 'canónicos', o que yo considero canónicos", me dijo. Son estos:

Reforma o revolución, de Rosa Luxemburgo: "Me parece un texto fundamental porque reúne feminismo y lucha de clases, algo que en la segunda ola considero que se desdibuja hasta que llegan las interseccionales". También La mística de la feminidad, de Betty Friedan, "al que le discuto algunas ideas de fondo, pero donde encontré muchas interpretaciones interesantes de la cultura machista de las revistas para mujeres y la publicidad".

De la segunda ola pura, ha leído textos de Andrea Dworkin, "que me han puesto los pelos de punta, y el interesante debate entre Catharine MacKinnon y Christina Hoff Sommers, donde la segunda interpreta los datos sobre violación que la primera presenta como objetivos. De teoría queer y demás voy un poco pez. He leído a Pol B. Preciado, cuando se llamaba Beatriz, y el Teoría King Kong". Mencionó también, de críticas al feminismo desde el propio feminismo, a Camille Paglia ("la llevo leyendo desde Vamps and Tramps"), y luego está Jessa Crispin, "a la que he descubierto hace un año". Esto sin contar con las más literarias, como Siri Husvedt, Wolf, Atwood, etc.

Llamativo: sólo se repiten dos nombres, Dworkin y Husvedt.

Pero, es que cuando a los hombres les preguntas por obras feministas, pueden sorprenderte. Así, Edu Galán (escritor, crítico cultural y cocreador de la revista satírica Mongolia) sostiene que la primera novela que leyó "con conciencia feminista fue, sin duda, La Regenta de Leopoldo Alas Clarín. Me topé con ella a los doce años y me descubrió, como arquetipo, a la mujer en una sociedad misógina y machista. Además, la novela estaba situada en mi ciudad de nacimiento, una ciudad en la que yo vivía entonces, lo que me ayudó a reconocer muchas cosas en mi entorno. Clarín muestra una sociedad dominada por hombres y controlada con unos métodos de coerción (Iglesia, sexo, acceso a la formación...) que impedían e impiden aún a la mujer desarrollarse en igualdad. El identificar La Regenta con muchas actitudes en la actualidad fue mi despertar al feminismo gracias a Don Leopoldo. El beso de sapo, 'viscoso y frío', que cierra la novela es tremendamente pesimista pero siempre he creído en que existe mayor reacción para mejorar las cosas con ficciones amargas, como La Regenta, que con ficciones esperanzadas".

Terminamos con un "para empezar"

Vuelvo, al término de este repaso, a quien lo provocó. En la esperanza de que los lectores varones que aún no lo han hecho se decidan a adentrarse en una obra feminista, pido a Carl Cederström que recomiende un título para iniciarse. Lo intenta (ceñirse a mi petición de uno, y sólo uno) pero no le sale.

Pero si yo soy el hombre más feminista del mundo

Pero si yo soy el hombre más feminista del mundo

"Hmmm ―duda―. Para empezar, podrían leer Todos deberíamos ser feministas, de Chimamanda Ngozi AdichieTodos deberíamos ser feministas. Después, podrían pasar a Solnit y Gay. Por último, si quieren una auténtica obra maestra, un gran libro que perdurará, recomiendo El segundo sexo, de BeauvoirEl segundo sexo, ".

Caballeros, su turno.

PD.- Al principio escribí que los textos feministas están escritos por mujeres, con escasas excepciones. Déjenme citar dos, entre otras posibles: Nuevos hombres buenos, de Ritxar Bacete, o El hombre que no deberíamos ser de Octavio Salazar.

Más sobre este tema
stats