Quim Torra

Ni Cataluña es Eslovenia ni España es Yugoslavia

El presidente de la Generalitat, Quim Torra,durante la reunión con el presidente de Eslovenia, Borut Pahor, este sábado en Ljubljana.

El president de la Generalitat, Quim Torra, planteó este fin de semana emular a Eslovenia en su proceso independentista, en el acto de presentación del Consell per la República. "Ya no hay marcha atrás y estamos dispuestos a todo para vivir libres. Hagamos como ellos [...] La vía eslovena es nuestra vía", dijo. Las palabras del president, que venía de ser recibido en Ljubljana por el jefe del Ejecutivo esloveno, Borut Pahor, han provocado este lunes múltiples reacciones políticas, que van desde pedir una aplicación inmediata del 155 en Cataluña, tal y como propone el PP, hasta solicitar la detención y prisión preventiva de Torra, como pide Vox.

No obstante, ni los contextos histórico, legal y sociopolítico de la independencia de Eslovenia tienen nada que ver con una hipotética escisión de Cataluña del resto de España. Para empezar, las leyes federales de Yugoslavia amparaban procesos electorales en cada uno de sus países integrantes. Y mientras que la Cataluña de 2018 es una región con autonomía dentro de un Estado democrático, la Eslovenia de finales de los 80 y principios de los 90 estaba sujeta a un sistema comunista de partido único que legislaba desde Belgrado (Serbia).

Sobre la comparación que Torra, el experto en política internacional de la Universitat Oberta de Catalunya Ernesto Pascual opina que las situaciones que ha intentado vincular “no son comparables […] lo único que puede ser comparable es el deseo de una parte de la población catalana que quiere que Cataluña se constituya en un Estado independiente”. “Esta declaración es la de un presidente que no está siendo el de todos los catalanes”, agrega.

Una consulta legal y con garantías

Cuando Eslovenia decidió organizar el plebiscito para formalizar su soberanía, Yugoslavia arrastraba lustros de decadencia tras la muerte de su expresidente Josip Broz, Tito, Tito, emblema de la resistencia partisana contra los nazis en la II Guerra Mundial. También hay que tener en cuenta el supremacismo que Serbia intentaba difundir e imponer dentro de su propio territorio —Kosovo y Vojvodina— y en el resto de federaciones, sobre todo después de que en las primeras elecciones generales en cada federación el Partido Comunista perdiera fuerza en detrimento de líderes nacionalistas locales, como fue el caso de Eslovenia.

Así, el 23 de diciembre de 1990 Eslovenia llevó a cabo la consulta sobre su independencia, con arreglo a la ley y un censo electoral y un registro de votantes verificados. La participación superó el 90% —el 1-O catalán recabó un 42%, según los datos de la Generalitat— y de ese porcentaje el 88% de electores votó a favor. Pasados seis meses, el 25 de junio de 1991, el Parlamento esloveno ratificó la separación con un 94% de diputados a favor —la ley del referéndumobtuvo el apoyo por mayoría absoluta de los diputados independentistas—.

El Partido Comunista de Yugoslavia nunca estuvo de acuerdo con los planes separatistas de Eslovenia y, ante el escenario de su aprobación en el Parlamento, desde Serbia —cuyo presidente era el nacionalista Milošević— se decidió movilizar al Ejército Popular Yugoslavo para que aplacase el independentismo.

El Ejército esloveno también se activó, iniciándose así la Guerra de los Diez Días en la que más de 15 eslovenos, en torno a 50 militares federales y una docena de extranjeros murieron en los combates. Y unas 300 personas de ambos bandos resultaron heridas. Lo más parecido a una incursión del Estado en Cataluña tuvo lugar tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución, en octubre de 2017, por el que el Gobierno tiene la potestad legal de intervenir una autonomía.

Ernesto Pascual ve aquí también ve una diferencia significativa ya que, a diferencia de Cataluña, “la población eslovena tenía armas y formación militar”. Además, la federación eslovena “tenía unas protofuerzas armadas” y llegó a pertrecharse “con misiles tierra-aire”.

 

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Tanques yugoslavos en el puesto fronterizo de Rožna Dolina (al oeste del país).

Otra circunstancia fundamental en el proceso separatista de Eslovenia radica en el rápido reconocimiento internacional que empezó a tener desde un primer momento. Países como Alemania reconocieron muy pronto a Eslovenia como un país soberano. Después, otros como Estados Unidos, o la propia Unión Europea se sumaron a la legitimación —ésta lo hizo, en parte, para intentar frenar un conflicto armado cerca sus fronteras—.

La fugaz guerra terminó con la mediación de la UE en Brijuni (un archipiélago croata) en julio de 1991, donde Eslovenia aceptó postergar unos meses el procedimiento de independencia a cambio de que el Gobierno central retirase sus tropas. Casi al mismo tiempo que Eslovenia, Croacia también manifestó intenciones soberanistas. En este país Serbia tenía muchos más intereses, ya que una parte muy importante de la población del país es serbia —la República Srpska, al norte—. Uno de los motivos por los que la contienda en territorio esloveno duró tan poco fue que las fuerzas proserbias se estaban preparando para la posterior incursión en Croacia. Y es que el conflicto en Eslovenia supuso el inicio de las guerras balcánicas.

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