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Qué negocian PSOE y ERC

Sabemos pocos detalles de las actuales negociaciones para la posible conformación de un Gobierno progresista en España. Es buena señal. Quiere decir que van bien. Por ejemplo, PSOE y Unidas Podemos siguen avanzando por su lado en los últimos aspectos que desarrollan el preacuerdo que firmaron Pedro Sánchez y Pablo Iglesias y que sellaron en el famoso abrazo. Delegaciones de ambas formaciones siguen reuniéndose con la más absoluta discreción. No cabe mejor prueba de que el pacto definitivo está cerca. Si hubiera alguna diferencia sustancial, a buen seguro ya hubiera trascendido y estaría en boca de todos.

Hay una cuestión prioritaria que ayuda a pensar que esta vez sí podría hacerse realidad lo que la experiencia reciente ya nos mostraba como inalcanzable: llegar a conformar una mayoría de gobierno. La peculiaridad de este pulso es que se puede confirmar que ambas partes, PSOE y ERC, quieren llegar a un punto de acuerdo. Parece una nimiedad, pero es mucho más trascendente de lo que en una primera lectura pudiera imaginarse. Muchas negociaciones fracasan porque el interés de las dos partes no es equiparable. No es el caso. Los dos partidos consideran importante para sus intereses llegar a un punto de entendimiento. Es un buen territorio para desarrollar una negociación que no va a ser sencilla.

En el caso de las conversaciones entre los socialistas y los republicanos catalanes, los avances se hacen públicos a través de notas de prensa y de los medidos comentarios que susurran los negociadores. En privado, ambas partes coinciden en el balance hasta la fecha. Uno de los más destacados daba hace unos días a escondidas su nota a la marcha del posible acuerdo: un notable alto. De todas formas, todos resaltan que aún quedan cuestiones demasiado importantes como para dar por hecho el pacto. Podríamos destacar tres puntos como las claves para entender dónde radica la dificultad para desembocar en un acuerdo total:

1. El tiempo de duración de la negociación. Este es uno de los primeros problemas pendientes, el de los plazos para concluir la negociación. El PSOE quiere adelantar lo más posible la negociación. Le preocupa, con toda la razón, que en la situación de absoluta inestabilidad que vivimos surja algún incidente no previsto que eche por tierra todo lo ya acordado. ERC juega con esta urgencia mostrada por los socialistas y prefiere ir frenando para ganar fuerza en el toma y daca. El peligro evidente es que en ese juego de retardo acaben por medir mal los tiempos y el temor de los socialistas se haga realidad y algo bloquee una vez más la negociación.

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2. El vehículo para desarrollar el diálogo. Existe una amplia mayoría social en España que defiende que la solución en Cataluña es un diálogo político que propicie un acuerdo de convivencia. Según el último estudio del CEO (Centre d’Estudis d’Opinió), dos de cada tres españoles defienden esta posición. La dificultad radica en encontrar un punto de acuerdo entre lo que los independentistas desean y lo que un gobierno puede darles. En realidad, hay poco margen. El PSOE es plenamente consciente de que ni puede ni quiere dar nada más allá de lo que el marco constitucional limita. ERC no es menos consciente de que no puede exigir avances fuera de lo que realmente el PSOE puede darles.

En este entorno, los detalles formales cobran capital importancia. Los socialistas han aceptado que se hable abiertamente de un conflicto político que debe resolverse mediante medidas políticas. Todo el mundo sabe que la dificultad vendría si hubiera que hacer frente a una tensión política en la que el independentismo decidiera abandonar de nuevo el marco legal y, por tanto, salir del territorio político. Pero, de momento, no lleguemos a ese extremo. El punto crucial de la negociación ahora mismo es el de definir cómo debe ser el escenario que permita hacer efectivo ese diálogo. Hay acuerdo en que sea un instrumento nuevo que supere atascos anteriores, pero aún no han dado con la fórmula que dé confort al mundo independentista y que no abra una crisis institucional a los socialistas.

3. Mínima garantía de estabilidad. Conviene recordar que el Gobierno de Pedro Sánchez, sostenido gracias al apoyo de UP tras la moción de censura, llegó a su final cuando PP y Ciudadanos impidieron, junto a los independentistas catalanes, la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. El PSOE no quiere que esa amenaza pueda volver a plantearse. Por ello, su intención es que ERC acepte garantizar la estabilidad del nuevo Gobierno. La idea es que además de apoyar la investidura, se comprometa a secundar la aprobación de los Presupuestos pactados con UP. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias necesitan tener la seguridad de que al menos los primeros Presupuestos sean aprobados y se pueda dejar atrás el modelo económico fijado por Rajoy y Montoro que aún sigue vigente. Lo que pueda pasar después se puede dejar abierto, pero parece seguro que no existirá acuerdo sobre el diálogo en Cataluña si no se da una mínima seguridad al arranque de la legislatura en España.

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