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Almeida, espejismo y legislatura perdida

El portavoz nacional del PP y alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.

Rita Maestre

Un espejismo efímero. Así podemos calificar el momento en el que pudo parecer que Madrid iba a tener un alcalde centrista o con vocación transversal en unos momentos especialmente duros para la ciudad. Almeida supo aprovechar con habilidad tanto la comparación con su compañera Ayuso como la propuesta de Pactos de Cibeles, una iniciativa de Más Madrid que se producía en los momentos más duros de la pandemia y de la bronca política. Incluso algunos medios quisieron ver a un ‘nuevo Gallardón’, capaz de seducir a sectores progresistas con un proyecto de modernización de la ciudad.

Lógicamente, el espejismo ha durado muy poco. En pocos meses ha quedado patente que, más allá de la confrontación constante con el Gobierno central, no hay ningún proyecto de ciudad y que el único proyecto político de Almeida es ser el jefe de la derecha. Eso sí, de toda la derecha, porque en Madrid tanto Ciudadanos como Vox actúan no como fuerzas con proyecto autónomo, sino como instrumentos subordinados a una única dirección política.

Tras unos primeros días de aparente moderación, el discurso de Almeida se ha ido mimetizando con el de Ayuso. Con el mantra de poner la economía por encima de la salud, lo único que se ha conseguido es pagar un alto precio, tanto en empleos como en vidas: el paro ha crecido en Madrid un 28% frente al 20% de la media nacional y la esperanza de vida ha caído en 3 años, más que en ninguna otra región. Ni salud ni economía, por tanto.

Y en lo que se refiere a las competencias propiamente municipales, su gestión tampoco ha salido mejor parada. La emergencia social ha desbordado por completo a los servicios sociales; en pocas ciudades europeas hemos visto un fenómeno como las colas del hambre, en las que las asociaciones de vecinos se han mostrado mucho más ágiles que la administración para encarar la situación.

Mientras, en otros asuntos básicos como la gestión de la movilidad no se ha producido ningún cambio relevante. Las ciudades de nuestro entorno han realizado peatonalizaciones masivas, han introducido centenares de kilómetros de carril bici segregados y han reforzado de forma contundente el transporte público. Es decir, han trabajado para que hubiera un mejor reparto del espacio público y para conseguir ciudades más saludables. Aquí solo podemos celebrar algunos kilómetros de carril bus provisionales y calles cortadas los fines de semana.

Pero lo más preocupante es la ausencia de un proyecto de futuro para la ciudad. Desde otros lugares nos llegan propuestas vanguardistas como ‘la ciudad de los quince minutos’ las ‘supermanzanas’ o propuestas de regeneración urbana. Aquí, el presupuesto del Ayuntamiento de Madrid para 2021 sigue situando al coche como el único protagonista de la ciudad, gastando centenares de millones en aparcamientos y vías de alta capacidad, que solo van a traer más coches a la ciudad. Coche y ladrillo son las principales apuestas de la derecha para la recuperación económica. La aprobación de la Ley del Suelo y la apuesta por el poco pensado crecimiento en extensión en los desarrollos del sureste pretenden hinchar nuevamente la burbuja inmobiliaria, cuando las políticas de vivienda de la derecha tienen los niveles de emancipación entre los jóvenes en mínimos históricos. En cuestión de urbanismo y movilidad, los planteamientos de esta derecha ya eran viejos hace cuarenta años.

Todo parece indicar que las ya de por sí enormes desigualdades que sufre nuestra ciudad crecerán durante este mandato. Esto, junto con las políticas de regalos fiscales, las privatizaciones y la bajísima financiación de los servicios públicos de Comunidad y Ayuntamiento, solo pueden tener como consecuencia una ciudad todavía más fracturada, en la que el paro y la pobreza seguirán atrapando a muchos barrios del sur y del este.

Además, hablamos de un Gobierno cada vez más marcado ideológicamente. La hegemonía de Almeida en el electorado más ultra tiene como precio la confrontación constante con el Gobierno central y la adopción de las principales políticas de identidad de la extrema derecha. Con la retirada de las subvenciones a entidades vecinales, feministas o LGTBI, Almeida está marcando posición política, dejando claro de qué lado está el Ayuntamiento en la pelea de la ultraderecha contra las organizaciones de la sociedad civil madrileña.

Almeida ha derrochado a toda velocidad el enorme capital político que le dimos los grupos de la oposición en los Pactos de Cibeles. Lamentablemente, al tiempo que Almeida se volvía más portavoz y menos alcalde, Madrid se alejaba cada vez más de las principales ciudades europeas. Madrid corre el riesgo de perder atractivo, tanto internacional como dentro de España, de aparecer como una ciudad anticuada, estancada con un rumbo errático y esto es algo que no nos podemos permitir en este momento histórico.

En un año especialmente difícil para hacer política, desde Más Madrid hemos querido plantear una oposición constructiva, propositiva y a pie de calle. Hemos recorrido todos y cada uno de los distritos y hemos hablado con centenares de organizaciones sociales, vecinales, sindicales y empresariales. Donde ha habido un problema o una necesidad, siempre ha estado nuestro equipo de concejales y vocales. Nos hemos consolidado como la principal referencia progresista de la ciudad y estamos en plena expansión organizativa.

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Nuestra tarea a partir de ahora, además de fiscalizar la acción del Gobierno municipal, va a ser organizar un gran proceso de diálogo con todo tipo de organizaciones sociales, con académicos y profesionales para dibujar ese proyecto de modernización que Madrid necesita llevar a cabo en los próximos diez años. Tenemos que construir entre todas una ciudad más verde, más justa, más inclusiva. Una ciudad que mire al futuro y donde todas las personas puedan tener oportunidades para desarrollar su proyecto de vida. /

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Rita Maestre es portavoz del grupo municipal de Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid.Rita Maestre

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