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26M | 'Superdomingo' electoral

La campaña tensa la relación entre PSOE y ERC y rebaja al mínimo las expectativas de diálogo

El presidente Pedro Sánchez y el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, en un acto de campaña de las generales celebrado en Tarragona.

Fernando Varela

Nadie se hace responsable de lo ocurrido pero todos señalan a la campaña electoral como la causa del desencuentro. El superdomingo del 26 de mayo, en el que están en juego comunidades autónomas, ayuntamientos y la representación española en el Parlamento de Estraburgo, empuja a las fuerzas políticas a marcar perfil para hacer frente a la competencia aunque eso suponga protagonizar un serio desencuentro que siembre de incertidumbre el inicio de la legislatura.

De un lado, Esquerra decide que no puede permitir que Miquel Iceta, el líder del PSC, sea elegido presidente del Senado y bloquea su designación como senador autonómico con el argumento de que los socialistas sólo buscan “marketing electoral” en vez de abrir una negociación para resolver la crisis catalana. Del otro, el PSOE cree que los resultados del 28 de abril legitiman su voluntad de gobernar sin contar con los independentistas y subraya su discurso menos complaciente con el soberanismo.

Las elecciones del 26 de mayo condicionan, de momento, las estrategias. La de los republicanos, que necesitan revalidar su buen resultado de las generales imponiéndose claramente a Junts per Catalunya en las europeas —el independentismo decidirá a quien prefiere, si a Oriol Junqueras o a Carles Puigdemont, uno encarcelado en Soto Del Real y el otro huido de la justicia en Bruselas— así como concentrando todo el voto soberanista posible en la candidatura de Ernest Maragall a la Alcaldía de Barcelona. Pero también la de los socialistas, que de nuevo tienen la oportunidad de combatir las mensajes de la derecha, que siguen acusándoles de haber llegado a acuerdos secretos con los independentistas.

El desmarque de Esquerra vendrá especialmente bien a los barones que se juegan la presidencia de sus respectivas comunidades y que a menudo se han mostrado críticos con la posibilidad de resolver la crisis catalana mediante una negociación. Pero también tratará de sacar partido de él su candidato por Barcelona, Jaume Collboni, que a las pocas horas del veto a Iceta acusó a ERC de “torpedear la posibilidad de diálogo” e hizo un llamamiento a los electores a responderles en las urnas.

Lo cierto es que nadie sabe con seguridad qué pasará a partir del 27 de mayo. En el Gobierno daban por hecho que Esquerra facilitaría la investidura, por acción o por omisión, y por eso no vieron venir la bofetada que Esquerra les ha acabado dando en el rostro de Iceta. Su reacción ha sido de perplejidad. No se esperaban el gesto de hostilidad de los republicanos, en quienes habían depositado la esperanza de que pudiesen convertirse en un interlocutor con el que romper la política de bloques y buscar una solución política en el marco de la legalidad.

Lo ocurrido con Iceta ha venido a dar la razón a los más pesimistas que, dentro del Gobierno y del PSOE, desconfían de la viabilidad de un diálogo fructífero. Y entre quienes todavía lo consideran posible se extiende la certeza de que la campaña lo condiciona todo. Por esa misma razón opinan que habrá que esperar hasta después de las elecciones catalanas cuya convocatoria anticipada todo el mundo da por segura en cuanto se conozca la sentencia de Tribunal Supremo sobre el procés. Mientras existan expectativas electorales, sostienen fuentes socialistas, cualquier intento de negociar estará sometido a los embates de la pelea entre Junqueras y Puigdemont por la hegemonía del soberanismo.

Vivir del conflicto

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, reaccionó acusando a los independentistas catalanes de querer seguir viviendo del conflicto y recordó cómo tumbaron el proyecto de Presupuestos Generales del Estado con la colaboración de PP y Ciudadanos, que este jueves se abstuvieron en la votación para designar a Iceta. “Vetaron (entonces) la justicia social. Hoy la convivencia. Votan en contra de Iceta porque no quieren soluciones, quieren vivir del conflicto”, denunció Sánchez en un mitin en las Palmas.

La ejecutiva del PSOE tiene previsto reunirse este viernes para cerrar sus propuestas para las mesas que Congreso y Senado elegirán el martes, pero todo apunta a que no concretarán un candidato a la Presidencia de la Cámara Alta hasta saber si el Constitucional revierte el veto a Iceta a tiempo de que sea elegido senador. No obstante, tanto el Gobierno como el PSOE ya han asumido que tendrán que presentar un candidato alternativo a Iceta.

El malestar socialista con la actitud de Esquerra es visible en toda España, pero en particular en Cataluña. El propio Miquel Iceta aseguró en rueda de prensa que “el sectarismo se ha impuesto por encima de la ley y el sentido común. Las relaciones entre grupos se han enrarecido y pueden dificultar el inicio de la legislatura española al haberse roto las reglas de respeto institucional”, advirtió. Voces de otros partidos se sumaron a las críticas a Esquerra. Desde Alberto Garzón (IU) a Mònica Oltra (Compromís), pasando por Jokin Bildarratz (PNV).

Paradójicamente, y en medio de una confrontación que la derecha —PP y Ciudadanos— considera una mera representación que intenta ocultar la existencia de acuerdos secretos, no faltaron los llamamientos al entendimiento. Iceta insistió en que, pese a lo ocurrido, los socialistas seguirán trabajando por el diálogo y la solución política. Y el vicepresidente de la Generalitat, el republicano Pere Aragonès, reafirmó el compromiso del Govern de “reiniciar el diálogo” roto antes de las elecciones. Porque hacen falta, dijo, pactos y soluciones para superar la actual crisis política.

Gabriel Rufián, portavoz de Esquerra en el Congreso, fue aún más lejos en declaraciones a La Sexta (ver aquí) al separar expresamente el veto a Iceta de la investidura, acerca de la cual no hay nada decidido todavía. Eso sí, para hacer presidente a Sánchez ERC exigirá la apertura de un proceso formal de negociaciones, hablar del referéndum de autodeterminación y resolver la situación de los presos del procés, a los que considera “compañeros secuestrados en las cárceles”.

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“Nuestra intención es ser coherentes con la campaña electoral: dijimos que queríamos obligar al PSOE a dialogar, a hablar, ignorando a la caverna”. Por eso Esquerra no dará “un cheque en blanco” a Pedro Sánchez, remarcó.

Suponiendo que PP y Ciudadanos mantengan su decisión de no facilitar la investidura de Sánchez, el presidente en funciones necesita el apoyo —o al menos la abstención— de Esquerra (15 escaños), Junts per Catalunya (7) o EH Bildu (4). Si la investidura no fructifica en el plazo de dos meses contados a partir de la primera vez que el líder del PSOE se someta a votación, habrá repetición de elecciones.

Si los diputados de Junts y Esquerra actualmente encarcelados no pueden ejercer su derecho a voto en la sesión de investidura y no son sustituidos, la mayoría en el Congreso quedará reducida a 174 escaños pero aún así Sánchez seguiría necesitando al menos la abstención de alguna formación soberanista o, en este supuesto, de Coalicion Canaria. De otro modo, PP, Cs, Vox, ERC, Junts, EH Bildu y Coalición Canaria sumarían 173 votos, los mismos que el PSOE en el caso de que los socialistas fuesen capaces de convencer a Unidas Podemos, PNV, Compromís y PRC para que votasen a favor. En ese escenario Sánchez perdería la investidura porque el reglamento exige tener más votos a favor que en contra.

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