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Coronavirus

Las residencias de mayores, muy golpeadas también en Europa: cada país cuenta las muertes de forma distinta

Voluntarios de la ONG Pro-Activa Open Arms trasladan a personas mayores de una residencia del centro de Barcelona a hospitales de la ciudad.

Un día tras otro, los titulares que actualizan la información sobre el avance del coronavirus en España dedican espacio a las residencias de ancianos. Se han convertido en uno de los grandes focos de atención durante las semanas de pandemia. Y todo por su naturaleza. Se trata de lugares donde se concentra un elevado número de personas mayores, las más sensibles y proclives a sufrir las peores consecuencias de una enfermedad que ya ha dejado más de 191.000 casos positivos y más de 20.000 fallecidos en nuestro país. Eso provoca que el control de un solo contagio sea complicado. Y no solo a nivel nacional. Por eso no han sido pocos los países europeos que, con la llegada del covid-19, han tenido que ver cómo las residencias de ancianos se convertían en diana del coronavirus. No ha sido casualidad. "Las residencias son un sitio fabuloso para que esto se propague. Era esperable", reconoce Joseba Zalakain, del centro de investigación social SiiS en Gipuzkoa y autor —junto a Adelina Comas-Herrera, de la London School of Economics— de una estimación que pretende averiguar cuál ha sido la incidencia del coronavirus en este tipo de centros en varios países de nuestro entorno. "La sorpresa ha sido la llegada de la epidemia, no que esta, con las características que tiene, se fuera a desarrollar tan especialmente en las residencias", añade desde el otro lado del teléfono.

Ambos expertos han realizado una estimación porque todavía, más de un mes después de la declaración del estado de alarma, resulta prácticamente imposible saber con certeza cuál ha sido la incidencia del covid-19 en las residencias de mayores españolas. El principal problema para hacerlo en España es que no hay datos oficiales y centralizados. El Gobierno ya solicitó a las comunidades autónomas el número de contagios y fallecimientos que ha dejado la enfermedad en este tipo de centros, pero el Ejecutivo todavía no los ha dado a conocer. Por tanto, lo único de lo que disponemos por el momento para estimar la respuesta a la pregunta son los datos individualizados que ha publicado cada Ejecutivo regional. A partir de ellos, se puede dibujar un escenario. Aunque aproximado. Según las cifras agrupadas por Europa Press, al menos 10.696 personas mayores usuarias de residencias de ancianos públicas, concertadas y privadas de toda España han fallecido desde que comenzó la pandemia (suponen el 56% del total de fallecimientos). Y casi todas en Madrid, donde hasta la pasada semana habían fallecido 4.250 ancianos residentes en centros. Le sigue en el ránking Cataluña, con 1.898 fallecidos; y Castilla y León, con 1.802.

Pero hay otro problema. Es difícil saber con seguridad si estos datos son, al menos, comparables. Tal y como dice Zalakain, no todas las comunidades autónomas contabilizan los mismos casos. Ni tampoco todas lo hacen de la misma manera. "En España, el asunto de la contabilización está muy descentralizado y cada comunidad hace las cosas de una manera. En Euskadi, el caso que conozco mejor, cada provincia también contabiliza de un modo distinto y además es probable que alguna haya cambiado de criterio sobre la marcha", lamenta. "Y eso lo sabrán ellas, en el mejor de los casos", añade. ¿Cuáles son esas diferencias? Pues, tal y como explica, fundamentalmente hay una y tiene que ver con qué es lo que se lleva a la estadística: ¿solo los fallecimientos previo diagnóstico de covid-19 o también los que se han producido después de que la persona presentara síntomas compatibles con haber contraído la enfermedad? 

El Ministerio de Sanidad, consciente del problema, ha querido poner orden. Por eso este viernes emitió una nueva directriz, recogida en el Boletín Oficial del Estado (BOE), que obliga a las comunidades autónomas a comunicar los casos de fallecidos con infección por covid-19, independientemente del lugar de la muerte. Ya sea en los domicilios, en los hospitales o en las residencias de mayores. La nueva normativa establece, además, que las comunidades deberán informar, sobre el total de casos confirmados mediante PCR o test rápido, de aquellos que han presentado síntomas o que son asintomáticos en el momento de la prueba, así como del total de casos confirmados de covid-19 en profesionales sanitarios. En definitiva: no se puede contabilizar como fallecido por covid-19 a alguien que no ha sido sometido a la prueba y no ha dado positivo, algo que entraba dentro de los planes de la Generalitat de Cataluña. 

En cualquier caso, lo que ahora pretende homogeneizarse en España continúa siendo diferente a nivel europeo. Es decir, dice Zalakain, cada país refleja en los datos oficiales —en caso de tenerlos— unas realidades diferentes. Por eso es complicado conocer la incidencia de la enfermedad en las residencias de ancianos a todos los niveles: autonómico en España, a nivel nacional de cada país en cuestión y a nivel europeo. "Yo creo que al 100% nunca conoceremos la incidencia que ha tenido el coronavirus en las residencias, pero tampoco conoceremos al 100% la incidencia que ha tenido fuera de ellas", explica. "Es un tema que depende, fundamentalmente, de cómo se registra el fallecimiento de cada persona. Y hay criterios diferentes", continúa.

Lo que sí está claro, no obstante, es que la irrupción del covid-19 en las residencias de ancianos ha tenido una gran incidencia. En todos los países. O, al menos, en los que han comenzado a registrar estos datos. Según la investigación en la que participó Zalakain, "los datos de cinco países europeos —Bélgica, Francia, Irlanda, Italia y España— sugieren que los residentes de centros de mayores han representado hasta ahora entre el 42% y el 57% de todas las muertes relacionadas con covid-19". infoLibre analiza cuál es la situación en algunos países de nuestro entorno.

Alemania

Tal y como recoge el periódico La RazónAlemania comenzó a contabilizar los fallecidos en residencias la primera semana de abril. Antes no lo hacía. Y eso que las autoridades alemanas indicaron a mediados de marzo, casi un mes antes, que estas podían convertirse en un foco peligroso donde el virus podría expanderse más rápido y provocar peores consecuencias. Dicho de otro modo: lo que ya empezaba a suceder en países como el nuestro les puso en alerta. Por eso fue entonces cuando se prohibieron las visitas a las residencias y se recomendó a los trabajadores de estos centros extremar las medidas de higiene. 

Sin embargo, a pesar de ello, todavía no se encuentran datos del número de fallecidos en las residencias alemanas. El estudio de Zalakain y Comas-Herrera, de hecho, no incluye a este país en su investigación.

No obstante, ya hay una residencia en el punto de mira de la justicia alemana. La Fiscalía del país comenzó el pasado 2 de abril una investigación a una residencia de ancianos de Wolfsburg (al norte del país), donde se verificaron 22 muertes, casi la mitad del total del estado de Baja Sajonia al que pertenece esa ciudad. Del mismo modo, otro de los casos más preocupantes se dieron en Würzburg (Baviera), donde fallecieron 16 residentes de un mismo centro. 

Francia

El caso de Francia es diferente, aunque tiene similitudes con el alemán. Fue hace justo una semana cuando las cifras de víctimas mortales en el país se incrementaron de manera notable: se registraron 1.427 fallecimientos en tan solo un día. Aunque los titulares eran alarmantes, había una explicación: el Gobierno francés había decidido comenzar a incluir en la estadística a los mayores fallecidos en las residencias. Hasta entonces, como ocurría en Alemania, no lo hacían. 

Según la investigación realizada por Zalakain y Comas-Herrera, el único dato global para conocer la incidencia del coronavirus en las residencias de mayores francesas es el publicado por el Ministerio de Salud el pasado día 11. Según esas cifras, del total de 13.832 fallecimientos producidos hasta entonces, 6.177 habían sido de residentes de centros de mayores. Es decir, el 44,6%. Sin embargo, recoge el estudio, no todos los decesos habían sido en las residencias. De ese total, 4.889 habían sido en el centro y 1.288 en el hospital. 

Zalakain, en cualquier caso, explica a infoLibre que Francia ha puesto en marcha otro sistema con el que pretende acercarse un poco más a la incidencia del covid-19 en las residencias. Y fuera de ellas. Tal y como explica al otro del teléfono y en su propia investigación, el Instituto Nacional de Estadística francés publicó el pasado 10 de abril que los fallecimientos en centros de mayores se habían incrementado un 11,9% en marzo de 2020 con respecto al mismo mes del año anterior. Una buena parte de ese incremento, explica el experto, podría asumirse como consecuencia del coronavirus. Esta podría ser, añade, una buena fórmula que importar para intentar conocer lo más ajustadamente posible cuál está siendo la incidencia de esta enfermedad en cada país. "Puede ser una estrategia relativamente fácil", indica. 

Italia

Italia fue el primer país europeo en entrar de lleno en la crisis sanitaria del coronavirus. Por eso sus cifras son dramáticas desde hace semanas. Según los últimos datos, este jueves ya había 168.941 casos detectados y 22.170 fallecimientos. Muchos, al igual que en España, en residencias de ancianos.

Sin embargo, el único dato con el que cuenta el país impide saber con exactitud cómo de afectados han sido los centros de mayores italianos. Según el estudio de Zalakain y Comas-Herrera, la fuente oficial más reciente para intentar averiguarlo es un informe del Instituto Nacional de Salud basado en una encuesta en la que no participaron todas las residencias italianas. El cuestionario se envió a a 2.166 de los 4.629 centros de mayores, de los cuales solo respondieron 577. En todos ellos, el número de residentes es de 44.457, poco más del 10% del total. ¿Y qué revelaron los resultados? Que entre el 26 de febrero y el 6 de abril hubo 3.859 muertes en residencias. Se estimó que el 37,3% de ellas estaban relacionadas con el covid-19. 

¿Qué ocurre si se extrapola el dato al total de las residencias? Pues según la estimación realizada por los dos expertos, que ha habido alrededor de 9.000 muertes en residencias de ancianos. 

En cualquier caso, más allá de las cifras, hay que destacar que las autoridades italianas han decidido investigar a varias residencias de la región de Lombardía, la más afectada por la infección, por posible negligencia. Según han recogido algunos medios italianos, han sido los propios trabajadores de estos centros los que han denunciado la situación que, de hecho, ya ha sido calificada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como "masacre". "Hemos visto una masacre en las residencias de ancianos. Pido explicaciones al gobierno sobre cómo ha podido ocurrir", apuntó Rainieri Guerra, director adjunto de la institución. Lo hizo tras la emisión de un reportaje en el que una trabajadora de una residencia de Milán enseñaba a cámara cada una de las habitacionesde un centro en el que han muerto más de 100 ancianos por coronavirus.

Portugal

El pasado 22 de marzo, el diario portugués Público alertaba en un reportaje de que las residencias de ancianos no contaban ni con material, ni con pruebas ni con personal suficiente para hacer frente a la crisis sanitaria del coronavirus. Tan solo unos pocos días más tarde ya comenzaron los problemas, sobre todo al norte del país. El 3 de abril, el Gobierno de António Costa elaboró un protocolo de actuación, pero la crisis del covid-19 ya había entrado de lleno en el país, que ese día registró 9.886 positivos y 246 fallecidos. Pocos días antes, el día 30, el Ejecutivo había empezado un plan para testar a los mayores que vivían en residencias y evitar, así, que se convirtieran en focos de contagio como ya estaba ocurriendo en algunos vecinos europeos

Sin embargo, los datos disponibles revelan que los centros de mayores también se han situado en la diana del coronavirus en el país. Este martes 14 de abril, la cifra de personas fallecidas por covid-19 en Portugal se elevaba a 567, de las cuales al menos un tercio habían muerto en residencias de ancianos, según la Dirección General de Salud. La responsable de este órgano, Graça Freitas, explicó entonces que, en estos casos, al hecho de que se trata de personas "muy vulnerables" se suma que están concentradas "en un determinado espacio", lo que dificulta el control de la expansión, tal y como ocurre en España. Sin embargo, más allá de esta estimación, no hay datos más concretos. De hecho, en la investigación realizada por Zalakain y Comas-Herrera, no aparecen los datos del país. 

Reino Unido

¿Qué ocurre en Reino Unido? Tal y como explica Zalakain, el país no tiene una estadística concreta que recoja los datos de los fallecimientos en las residencias británicas, pero sí es cierto que, al igual que en el resto de países europeos, este tipo de centros se han convertido en un foco. Según publicó El Mundo este martes, al menos 521 mayores han muerto en las 2.200 residencias donde se ha detectado la presencia del virus. Otras estimaciones hablan de al menos 1.000 fallecidos o incluso 5.000 en los centros de la tercera edad. El problema, una vez más, vuelve a ser la falta de datos oficiales y centralizados. 

En cualquier caso, tan solo un día después de conocerse esos datos, los profesionales del sector acusaron al Gobierno de ignorar la situación en los centros, en los que aseguraron que se abandona a los ancianos "como corderos en el matadero", tal y como denunció Rosa Altman, exministra conservadora de Pensiones. Criticaron que no se contabilice a las víctimas, que no se hagan test masivos en este tipo de centros y que, del mismo modo, no se incluyan estos datos en las estadíaticas oficiales

La batalla política: ¿una cosa solo de España?

La situación, por tanto, es grave. Y lo es en todos los países de nuestro entorno. Sin embargo, en España ha generado una derivada: el número de fallecidos en las residencias y la gestión de las mismas ha originado una batalla política no solo a nivel nacional, sino autonómico —son las comunidades quienes tienen las competencias de los centros de mayores. Y ha sido aquí donde el PP ha aplicado un doble rasero: los conservadores han presionado con el drama de las residencias en las comunidades donde están en la oposición y han marcado distancias o esquivado el debate donde gobiernan.

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¿Ocurre lo mismo en el resto de países? Lo cierto es que España ha sido el país en el que la pandemia ha conseguido abonar el terreno para el enfrentamiento entre gobierno y oposición. Los conservadores, sobre todo, han aprovechado la crisis sanitaria para acusar al Ejecutivo de ocultación de datos, de falta de recursos y de mala gestión. Y eso no ha ocurrido del mismo modo fuera de nuestras fronteras. Al menos no siempre ni de manera continuada. El último ejemplo de confrontación se vio este miércoles en el Congreso de los Diputados, donde el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pidió al líder del PP, Pablo Casado, "una nueva forma de hacer política". Pero el conservador se plantó: "De usted no se fía nadie", le contestó.

Una escena muy diferente a la vivida en Portugal, donde el líder de la oposición, Rui Rio, se mostró como aliado del Gobierno de António Costa. "Señor primer ministro, cuente con la colaboración del PSD. Todo lo que nosotros podamos, ayudaremos. Le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte. Porque su suerte es nuestra suerte", dijo. También distinta a lo observado en Italia, donde la crisis sanitaria parece haber reconciliado a los partidos. Tanto ha sido así, de hecho, que hasta el líder de la ultraderechista Liga y uno de los más combativos con el Gobierno, Matteo Salvini, ha agradecido que el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, les tenga en cuenta a la hora de gestionar la situación. "Al menos nos han escuchado", dijo Salvini. 

Por su parte, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, llamó a la "unión sagrada" del país y consiguió que la oposición rebajara el tono. O al menos que lo hiciera casi toda, pues la líder de la extrema derecha y principal opositora al presidente, Marine Le Pen, continúa batallando. Algo parecido a lo que Vox hace en España. Keir Starmer, líder del Partido Laborista británico, también aseguró a Boris Johnson que colaborará durante la crisis, pero advirtió igualmente que "señalará errores o lentitudes". En Alemania, por su parte, salvo la extrema derecha y la oposición de Los Verdes a la posición del Gobierno de Angela Merkel en Europa, parece que la política rema en la misma dirección. 

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