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Crisis del coronavirus

El riesgo de un rebrote inquieta a Sanidad en plena competición entre comunidades por reactivar cuanto antes la economía

Clientes en un bar de la Plaça de la Font de Tarragona en el primer día de la Fase I de la desescalada.

El confinamiento nos ha traído hasta aquí pero ahora, con la vuelta del contacto social, lo que pase depende del comportamiento de la población. Con la entrada en Fase I, total o parcialmente, de 16 Comunidades Autónomas —todas menos Madrid— y de las ciudades de Ceuta y Melilla, el desconfinamiento de la sociedad española entró este lunes en un nuevo escenario. La posibilidad de realizar nuevos desplazamientos, de la apertura, aunque sea bajo fuertes medidas de seguridad, de muchos establecimientos, desde las administraciones de loterías a los locales de espectáculos públicos, pasando por las iglesias, las mezquitas y la sinagogas, y sobre todo la posibilidad de retomar el contacto social en las terrazas de bares, cafeterías y restaurantes así como en domicilios particulares, devuelve a los ciudadanos la responsabilidad de frenar la propagación del virus.

Los llamamientos a la prudencia que realiza todos los días el Ministerio de Sanidad y la insistencia en que todo el mundo cumpla las medidas de distanciamiento social y de higiene buscan, sobre todo, minimizar el riesgo de un rebrote que, en estos momentos, los técnicos del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) que dirige el doctor Fernando Simón consideran más elevado que la semana pasada porque hasta ahora la enfermedad retrocedía gracias a un confinamiento muy exigente que dejaba al virus muy pocas oportunidades de progresar.

Así que la mirada de los epidemiólogos que desde hace semanas trabajan en la sala de mapas del Gobierno en la lucha contra la pandemia está pendiente de cualquier variación que indique un cambio en el comportamiento de los contagios o que sugiera la existencia de un rebrote. La red de vigilancia y alerta temprana que Sanidad ha exigido a los territorios para dar luz verde al inicio de la Fase I tiene precisamente ese objetivo: evitar que la desescalada dé al covid-19 la oportunidad de multiplicarse, colonizar nuevos huéspedes y seguir matando.

De momento están en Fase I la totalidad de Asturias, Aragón, Illes Balears, Canarias, Cantabria, Galicia, Extremadura, La Rioja, Murcia, Navarra, País Vasco y Ceuta y Melilla y, de forma parcial, Andalucía (Almería, Cádiz, Córdoba, Huelva, Jaén y Sevilla), Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña y la Comunitat Valenciana. Si todo va bien, estas áreas optarán a entrar en Fase II el próximo 25 de mayo. El resto, si esta semana consiguen cumplir los indicadores fijados por Sanidad, abandonarán la Fase 0 el lunes que viene. Cuanto más retraso acumulen, más tiempo tardarán en superar la Fase III y entrar en la nueva normalidad porque el itinerario fijado por el Gobierno no prevé atajos: sean cuales sean los indicadores deberán pasar quince días entre una fase y la siguiente, de manera que, en el mejor de los casos, las comunidades que esta semana ya están en Fase I no podrán alcanzar la meta hasta el lunes 22 de junio, exactamente dentro seis semanas.

De ahí que los presidentes autonómicos cuyas comunidades no han conseguido cumplir las condiciones fijadas para la Fase I, dos del PP (la madrileña Isabel García Ayuso y el andaluz Juanma Moreno) y uno del PSOE (el valenciano Ximo Puig) hayan iniciado una batalla, política y sanitaria, para conseguir que los técnicos del  CCAES validen esta misma semana la capacidad que dicen tener para controlar la epidemia. El calendario ya sitúa su entrada en la nueva normalidad el día 29 de junio, así que un retraso de otra semana extendería su itinerario de desescalada al menos hasta el 6 de julio, ya bien entrado el verano. Los empresarios de Madrid, Comunitat Valenciana y Andalucía presionan para volver a la actividad inmediatamente y, pese a los llamamientos constantes de Sanidad a evitar que la situación se convierta en una competición, ningún presidente autonómicos quiere quedarse atrás y aparecer ante su opinión pública como el menos eficaz a la hora de preparar la desescalada. 

“Riesgo importanre de repunte”

Los científicos del Centro de Alertas Sanitarias ya hablan abiertamente de que “estamos en las últimas fases de la transmisión”, pero insisten en que “tenemos todavía un riesgo importante de repunte”. Esa es la clave de los próximos días.

El doctor Simón lo subrayó este lunes en rueda de prensa al compartir su preocupación por las informaciones que revelan la existencia de un rebrote en Corea del Sur, un país al que todo el mundo considera un modelo en la lucha contra el virus. También preocupa la evolución inquietante de los datos en Alemania, que aparentemente hasta ahora había sido capaz de mantener a raya la pandemia.

Esto “nos coloca un poco en nuestro sitio”, subrayó Simón, sobre todo a quienes creen que “está todo ya ganado”. El caso alemán, confesó, ha inquietado a las autoridades españolas “porque estamos en una fase muy delicada. Si no hacemos las cosas bien podemos pasar situaciones parecidas a las de Corea o Alemania”, advirtió. Es verdad que “estamos en muy buena posición, en una posición muy favorable, pero tenemos que tener mucho cuidado”, insistió el director del CCAES.

Los epidemiólogos del Ministerio de Sanidad que monitorizan la evolución de los datos, cada vez más detallados, que les suministran los departamentos sanitarios de las Comunidades Autónomas no han hallado signos de preocupación en las dos medidas que, hasta la entrada de la mitad de España en Fase I, más han modificado el confinamiento: el regreso al trabajo de los sectores no esenciales que pararon varios días justo antes de Semana Santa para aprovechar los festivos y reducir al mínimo la movilidad de la que se sirve el virus para transmitirse y la salida de diaria de paseo de los menores de 14 años acompañados de un adulto.

Quince días después de que los primeros niños saliesen a la calle después de semanas de aislamiento en sus hogares, los datos de Sanidad sugieren que esta decisión no ha tenido consecuencias. “Si hubiera habido un efecto de transmisión producido durante los primeros días del inicio de los paseos con los niños se hubiera empezado a observar ya”, admitió Simón, pero “hasta la fecha no hemos observado nada”.

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Es cierto, confesó, “que en algún momento” los técnicos de Sanidad llegaron a ponerse “un poco nerviosos” a la vista de “pequeñas ondulaciones” en las cifras de contagios que, al final, han concluido que no guardan relación con la salida de los niños. Son “las habituales en el proceso de descenso en la transmisión de la epidemia”.

Ha habido “algunos indicadores que hemos tenido que estudiar con mucho cuidado, y hemos discutido en los diferentes equipos, tanto en las comunidades autónomas como en el ministerio, debido a que en algunos hospitales, no muchos”, había descendido “algo” la edad media de los afectados por covid-19. No se trataba de niño, puntualizó Simón, pero sí personas “algo más jóvenes” que la media hasta ese momento. Descartada una relación con la salida a la calle de los menores, los epidemiólogos del CCAES sospechan que puede deberse a una mayor afluencia de personas “más jóvenes, más fuertes” y con síntomas que habrían comenzado a acudir a los hospitales una vez que los centros sanitarios han comenzado a descongestionarse.

Del examen cuidadoso de la evolución de los datos y la atención a cualquier signo creíble de rebrote depende la capacidad de reacción de las autoridades sanitarias, que nunca han ocultado su determinación a la hora de decretar, si fuese necesario, un nuevo confinamiento. El escenario más temido tanto por los epidemiólogos como por el Gobierno, muy consciente del cansancio de una población a la que empiezan a pesar no sólo las consecuencias de tantas semanas de encierro sino de una economía en pleno hundimiento. Volver a confinar, admiten fuentes del Ejecutivo, significaría retrasar semanas la salida de la crisis y el inicio de la nueva normalidad, sin la cual no es posible comenzar a reactivar la economía.

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