"Más que empoderamiento"

Menos presupuesto, menos medios, menos tiempo, menos sueldo, pero la misma pasión. El deporte femenino ha demostrado muchas veces que lo suyo es deporte con mayúsculas, que lo que ellas ofrecen sobre el campo, da igual cómo sea la pelota, si redonda, ovalada, amarilla o con plumas, arrastra al mismo público, genera interés. Y ahí están los nombres que, con mucho esfuerzo, han ido haciendo historia en los últimos años en el deporte femenino. Paula Badosa, Garbiñe Muguruza, Carolina Marín, Alexia Putellas, Amanda Sampedro, Patricia García son sólo algunas de esas mujeres que, sin los patrocinios de los que disponen sus compañeros, han llegado a lo más alto en sus disciplinas: tenis, badminton, fútbol o rugby… Y sé que me dejo muchos deportes y muchos nombres. Y aun así, a pesar de todo, ellas son afortunadas: pueden jugar en clubes que destinan presupuesto a su división femenina, clubes que destinan recursos en habilitar instalaciones para ellas… Lo saben y por eso no dudan en abanderar un cambio que reivindican para todas, para las que juegan en equipos de segunda, en clubes más modestos, en ciudades más pequeñas y sin las mismas posibilidades.

La visibilidad en esto es clave. Si no se les ve, no hay nada que hacer. Si no hay una ventana a la que asomarse, como tienen los deportes masculinos, el camino es más difícil. Por eso lo del miércoles, en el Camp Nou, es tan importante. 91.553 personas se fueron al estadio para ver el partido de Champions entre el Real Madrid y el Barça femeninos. Récord de público, gradas llenas, y, sobre todo, el ambiente. Muchas niñas que disfrutaron de ver a mujeres en el campo de fútbol. Un derby que era mucho más que un clásico: era la reivindicación de un deporte, el femenino, que tiene muchas noches mágicas todavía por firmar. Ver las caras, la alegría, la emoción de esas niñas al final del partido lo decía todo: hay cantera, hay afición, hay ganas de hacer cosas así, de llenar estadios y de competir en lo más alto. Hay ganas y ellas, las jugadoras del Real Madrid y del Barça, lo demostraron llenando el estadio.

La victoria de ese partido no estaba en el marcador, sino en las gradas. Las jugadoras sentían que esa noche estaban haciendo historia y, quizás, marcando un antes y un después en el deporte femenino

La emoción fue máxima, y no por el resultado, que al final fue casi, casi lo de menos. La victoria de ese partido no estaba en el marcador, sino en las gradas. Las jugadoras sentían que esa noche estaban haciendo historia y, quizás, marcando un antes y un después en el deporte femenino. Después del encuentro admitían que tuvieron que hacer un esfuerzo por contener las lágrimas, porque impresionaba verse ahí, en medio de ese estadio y con el público entregado.

En una de las gradas, se desplegó un cartel: “More than empowerment”, “Más que empoderamiento”. Porque se trataba de eso: de enviar un mensaje al mundo de que eso que estaban viendo era mucho más que una reivindicación, era una demostración de que el deporte femenino importa, interesa y arrastra afición. A ver si el mensaje cala.

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