Los polvorones de Arenas

Una pena. Ni los diputados, senadores y high class de Génova abrieron la lata de dulces navideños del sevillano obrador La despensa de Palacio cuando llegó a sus despachos. No, no era cuestión de que una nube de polvorón nublara la foto. Antes de probar los mantecaditos de canela o los milhojas de naranja, muy ricos por cierto, sacaron el móvil y fotografiaron la sencilla tarjeta blanca en la que se les felicitaba la Navidad. El mensaje comenzó a correr por Whatsapp. ‘Mira quién lo firma’, se decían unos a otros: Javier Arenas. Algunos aseguran que no había ni rastro de Alicia García, portavoz del PP en el Senado, que ha comprendido ahora el alcance de la sempiterna advertencia paterna. “¡Cuidado con el polvorón, no te vayas a atragantar!”. Sin embargo, fuentes del PP en el Senado dicen que el personal de la secretaría general que comanda Arenas se encargó de introducir las dos tarjetas, aunque igual entre tanto paquete alguna se pudo extraviar. 

Mientras unos todavía están con el cotilleo, porque ni en Sálvame había tanto chismorreo como el que se practica internamente en los partidos, Feijóo se deleita con la ocurrencia del secretario general del Senado y miembro del Comité de Dirección del PP. Se ha encaprichado con Arenas, aseguran quienes no ven ningún aliciente en que su presidente le baile el agua. Es de los que no se jubilan nunca a pesar de tener ya 65 años. Y demostrado queda que es capaz de renacer de sus cenizas. La animadversión mutua que se profesan Juanma Moreno y el histórico popular no ha sido óbice para que a Arenas se le jalee con fervor en el círculo de Feijóo. 

Mientras unos todavía están con el cotilleo, porque ni en 'Sálvame' había tanto chismorreo como el que se practica internamente en los partidos, Feijóo se deleita con la ocurrencia del secretario general del Senado y miembro del Comité de Dirección del PP

Ni tan siquiera la metedura de pata de su Sancho Panza extraoficial, José Antonio Monago, acusando de lawfare al juez De Prada, ha logrado que la confianza del líder decaiga. Y eso que Miguel Tellado se puso hecho una furia, pero donde hay patrón no manda marinero. Unos buenos polvorones son capaces de hacerte olvidar cualquier cosilla, y siempre es mejor que tragar sapos y culebras. Su jefe, como ya dejó claro a todo pepero con un mínimo de entendederas, le quiere a la derecha del padre. A su vera entró en el hemiciclo el día de la investidura. Normal que se sienta intocable, como en tiempos de Aznar, cuando era todopoderoso vicepresidente.

¿Habrá recibido Juanma Moreno la famosa cajita de latón con pasteles de yema y turroncillos del Alabardero? Es hora de endulzar la relación y olvidarse de todas las jugarretas y trabas que puso Arenas para frustrar su designación. Si el actual presidente de la Junta pensó que Moragas y Sáenz de Santamaría le doblegaron al imponerle como candidato y que no se repondría jamás de la humillación de ver cómo arrebataba el Palacio de San Telmo a los socialistas tras 37 años, se equivocaba. Mientras Feijóo ponía la cruz a Bendodo, Arenas encargaba a los Rivero, chocolateros desde tiempo inmemorial, latas a tutiplén para demostrar quien manda. Al menos, en el Senado.

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