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'Las claves del siglo XXI', un Javier Ruiz omnipresente en un programa esperanzador

La 1 de TVE ha estrenado Las claves del siglo XXI en horario de máxima audiencia. Se trata de un programa arriesgado en un panorama televisivo dominado por la competencia entre reality shows y pseudo concursos musicales que buscan lograr el favor de los espectadores. Situar en la noche del viernes un programa alejado de cruces de acusaciones a gritos, o contiendas entre intérpretes de canciones populares, es, a primera vista, un "suicidio", condenado a ser, en el mejor de los casos, un tercero en discordia frente a las apuestas de las grandes cadenas comerciales. 

Precisamente por ello es meritorio que la televisión pública estatal apueste por un largo espacio (más de dos horas y medias consumió) basado en temas sustantivos abordados por especialistas en los temas tratados –"personas que saben de lo que hablan, y hablan de lo que saben", se insistía machaconamente en las promociones previas al estreno–, sin griterío, sin interrupciones, con la sola fuerza de razones, datos, y testimonios vitales, con un omnipresente Javier Ruiz, verdadero hilo conductor del programa. Un Javier Ruiz fiel a su conocida trayectoria: didáctico sin dar lecciones, dominador de los tiempos e ingredientes sin elevar la voz, con legítima obsesión por los datos antes de escuchar opiniones, ágil para interpelar a los especialistas sobre los aspectos que se iban desarrollando, o utilizando todos los recursos propios de TVE para enriquecer y complementar lo que se producía dentro del estudio como la conexión con corresponsales "de la casa", los reportajes que buscaban el testimonio de personas involucradas en el asunto, los grafismos entendibles con solo un vistazo... Y es que, al margen de polémicas anteriores, se trata de un programa de producción propia dentro de los Informativos de TVE, sin más elementos externos que el propio director y presentador. 

En esta primera emisión el tema estrella, tanto por tiempo dedicado, como por la variedad de ingredientes, fue la vacunación contra el covid 19 y la posible obligatoriedad para la población. Se podría argüir que se trataba de un tema manido, cien veces abordado por los medios de comunicación, pero no es menos cierto que todos los aspectos relativos a la pandemia están presentes de manera prioritaria en cualquier conversación, no solo entre familiares, sino con cualquier persona de nuestras reducidas relaciones durante los últimos tiempos. En cualquier caso, santo y seña de Las claves del siglo XXI, se abordaba con una profundidad y rigor desacostumbrado, con datos muy visibles, testimonios de conocidos juristas y expertos como María Neira, representante cualificada de la Organización Mundial de la Salud, o el virólogo Luis Enjuanes, del Centro Superior de Investigaciones Científicas, y las aportaciones de los directores de El País y La Vanguardia, los corresponsales de TVE en Berlín y Nueva York, reportajes sobre los movimientos antivacunas, respuestas de arrepentidos negacionistas, o las opiniones cualificadas de un par de representantes del público presente en el estudio. No se soslayaron las consecuencias y repercusiones de la pandemia entre el sector más desfavorecido de la población, con la intervención del presidente de Cáritas y personas afectadas directamente en su día a día.

El segundo tema tratado, sobre la desinformación presente en redes y los intereses económicos que las impulsan, careció del tiempo y desarrollo del anterior, ya que se limitó a un planteamiento global del fenómeno, sin entrar en aspectos cotidianos y muy dañinos como las mentiras emitidas por representantes políticos y diversos medios de comunicación, y la imperiosa necesidad de que sean puestas de manifiesto de inmediato. Por cierto, que el paso de un asunto quedó poco definido, falto de una transición más explícita.

Mención especial requiere el marco en el que se desenvuelve el programa. La sensación es que el estudio es demasiado grande, y un tanto desangelado, ya que las distancias obligan al presentador a desplazarse de un punto a otro del set, ya sea para explicar los grafismos, interpelar a los especialistas, o recoger las opiniones de los representantes de la prensa, o del público. El público, ya que lo hemos citado, es escaso, muy separado –obviamente por precaución ante la pandemia–, y sin definir si se encuentran allí como atrezzo o para ofrecer sus testimonios. Dos intervenciones (interesantes, sí) en más de dos horas y media de programa contribuyen a la sensación de que se trata de "invitados de piedra". Tampoco fue muy feliz la iluminación del amplio marco, con zonas y momentos en semipenumbra, y la sombra de algunos intervinientes presente en el plano. Son aspectos que quizás puedan corregirse en las próximas semanas. También se echó de menos un arranque más humano, más personalizado, como el que se ofreció bastantes minutos después con el calor proveniente de las declaraciones de gente de la calle, ciudadanos anónimos en los que vernos representados, antes de focalizar datos y presentaciones de especialistas. 

'Las claves del siglo XXI' es un espacio valiente, que conecta con la esencia de la televisión pública, al dedicar dos horas y media a contenidos relevantes, tratados con rigor, extensión, profundidad y honestidad

Con todo, Las claves del siglo XXI es un espacio valiente, que conecta con la esencia de la televisión pública, al dedicar dos horas y media, en el momento de mayor número de espectadores ante el televisor, a contenidos relevantes, tratados con rigor, extensión, profundidad y honestidad. En las antípodas del adoctrinamiento, ofrece el panorama suficiente para que los ciudadanos saquemos opiniones propias, individualizadas y no condicionadas. Es un ejercicio práctico para demostrar que en los medios de comunicación públicos la prioridad ha de estar en el servicio a la sociedad. Que importa mucho más el "qué" se ofrece, que el "cuántos" lo ven. Salir de la "dictadura de las audiencias", para primar a los ciudadanos. ¿Habrá paciencia en la dirección para sostener la apuesta en el tiempo, y permitir que el programa se asiente? Ese es el reto.  

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