¿Cómo pasará Sánchez a la historia?

Dicen que los presidentes de gobierno, cuando ya llevan unos cuantos años en Moncloa, van cansándose de los asuntos domésticos y empiezan a preguntarse cómo pasarán a la historia. 

Es conocido que Sánchez se mueve como pez en el agua en los foros internacionales. Es en los consejos europeos, la OTAN, las cumbres de Naciones Unidas o las citas multilaterales donde despliega todo su potencial.

El último ejemplo lo tuvimos la semana pasada en una cumbre de la OTAN donde el presidente español fue el único que tuvo la valentía de decir que el rey está desnudo. Que el compromiso del 5% en defensa es inasumible e irrealizable no sólo para España, sino para buena parte de los allí presentes, y que no deja de ser una arbitrariedad negociar un porcentaje del PIB –¿por qué el 5 y no el 3, el 4 o 6?– en lugar de unas capacidades concretas para hacer frente a unos objetivos consensuados. Recordemos que se trata de una alianza defensiva, no de la Unión Europea donde rige la preeminencia del derecho comunitario sobre el interno.

El siguiente ejemplo lo tendremos esta misma semana. Este lunes comienza en Sevilla la IV Conferencia de Financiación para el Desarrollo de Naciones Unidas. Una cita de alto voltaje en el momento actual, pues en materia de financiación al desarrollo Trump está cambiando las reglas del juego. El campo de batalla es la deuda externa de los países en desarrollo, y las posiciones son, de un lado, las de quienes defienden las reglas neoliberales que seguirán asfixiando sin piedad a dichos países; de otro, las de quienes abogan por reformar las instituciones de Bretton Woods para aplicar otras políticas que permitan poner en el centro la Agenda 2030, como explica con detalle Agustín Santos Maraver en este artículo publicado este domingo en infoLibre.

España se ofreció para acoger esta cita donde se va a escenificar como en pocas ocasiones el gran debate ideológico del momento. Multilateralismo y Objetivos de Desarrollo Sostenible versus el más cruel de los neoliberalismos decidido a seguir arrojando a la miseria a quienes llevan años sin conseguir salir de ella. Un dato: los países en vías de desarrollo transfieren más capital a los países desarrollados en cancelación de la deuda que lo que reciben de ellos en concepto de ayuda oficial al desarrollo.

Volvamos a la pregunta inicial: ¿Pasará Pedro Sánchez a la historia como el líder internacional que mantuvo la defensa de los valores y las políticas socialdemócratas en pleno auge del trumpismo mientras líderes europeos, con el presidente de la OTAN a la cabeza, se arrodillaban ante el neorreaccionario? No me cabe duda de que así lo sueña.

Olvida, sin embargo, el presidente Sánchez que la política internacional y la interna se juegan en arenas distintas, y que una victoria en una no tiene por qué significar lo mismo en la otra. Que se lo pregunten a Churchill, que tras ganar la II Guerra Mundial perdió las elecciones. 

Que Sánchez ha situado a España en una posición internacional que no ha tenido en toda la democracia creo que es innegable. Pero esa herencia puede verse nublada si no consigue encauzar la crisis en la que está sumido el PSOE

Que Pedro Sánchez ha situado a España en una posición internacional que no ha tenido en toda la democracia creo que es innegable. Pero esa herencia puede verse nublada si, a la par, no consigue encauzar la crisis en que está sumido el PSOE por los casos de corrupción conocidos recientemente. 

El próximo sábado se reúne el comité federal del PSOE, y allí Sánchez no podrá esquinarse en la foto porque estará forzosamente en el centro. Es de esperar que no sea una reunión con fuertes polémicas. Los socialistas están en shock y hace tiempo que los comités federales dejaron de ser reuniones de alto voltaje político. La discrepancia es mínima y un órgano tan relevante como el Comité Federal ha dejado de ser un contrapeso al hiperliderazgo del secretario general. 

Precisamente por eso la responsabilidad de Sánchez es mayor. La magnitud de la crisis –aún por conocer– imposibilita que se pueda resolver con un cambio de responsables en la Ejecutiva o una reestructuración interna que sólo interesará a los más cafeteros. 

Sánchez tiene ahora una segunda oportunidad. La que desaprovechó tras los cinco días de reflexión de abril de 2024 para poner en marcha un plan de regeneración democrática a la altura de las circunstancias, que contenga medidas férreas de lucha contra la corrupción, empezando por la que se da en el interior de los partidos. Si además fuese capaz de proponer un pacto de Estado en el pleno del Congreso de los Diputados del 9 de julio contra la corrupción, habría conseguido, una vez más, hacer de la necesidad virtud. Quien no quisiera negociarlo y firmarlo tendría que explicar por qué.

El presidente de la Internacional Socialista, secretario general del PSOE y presidente del Gobierno de España afronta una semana clave para contestar a esa pregunta que, al parecer, todos los presidentes acaban haciéndose. ¿Cómo pasaré a la historia?

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