… Que se enfrenta al apagón

No sé si le ha llegado la onda de ese anuncio que circula por las redes sociales, según el cual, el 23 de abril habrá una Tormenta Solar que colapsará Internet.

Que una tormenta solar potente pueda producirse es perfectamente probable, es un fenómeno astronómico que se produce con cierta periodicidad y estamos a las puertas de un periodo de máxima actividad solar. Pero lo de saberlo por anticipado, con día y hora, como si fuera la final de la Champions, parece más bien cosa de la imaginación y la pasión por el apocalipsis que se propaga por Tik Tok y hace más ruido que un artefacto pirotécnico.   

Ante una noticia de este tipo podemos tomar diferentes caminos. El de la curiosidad científica nos invita a tratar de conocer en qué consiste exactamente una tormenta solar o geomagnética. Nos anima a interesarnos por los antecedentes, por ejemplo, por la primera documentada en 1859 y a la que conocemos como “evento Carrington”, en honor al astrónomo inglés primero en observarla y también por las que han venido después: Quebec, Kioto, Nueva York…

El camino de la ciencia nos conduce, en definitiva, a conocer datos y detalles de estos fenómenos. Hay sustos que se transforman en oportunidades para ensanchar nuestra banda de conocimiento.

Otro camino atractivo es el de la filosofía de andar por casa. Cuando suenan estas alarmas podemos aprovechar para preguntarnos, mientras paseamos al perro, qué pasaría en el supuesto caso de que nos azotara una tormenta tan potente como para dejarnos a dos velas, literalmente: sin luz, sin internet y sin modo de enchufar el cargador del Satisfyer.

Y me temo que en este tipo de reflexión nos dividiríamos entre los de “¡uf, no quiero ni pensarlo, sin internet yo me muero!” y los de “pues a la humanidad no le vendría mal estar a oscuras un tiempecito para tratar de buscar la luz que ha perdido…” y hasta habría quien se atrevería a desempolvar el mantra del “saldremos mejores”.

El camino de la ciencia nos conduce a conocer datos y detalles de estos fenómenos. Hay sustos que se transforman en oportunidades para ensanchar nuestra banda de conocimiento

Hay una tercera opción. Cuando los malos augurios nos acechan, podemos emprender el camino del humor. Es esa herramienta poderosa que nos permite vencer todos los miedos y sentirnos fuertes ante la insoportable debilidad del ser humano. Hacer chistes con lo apocalíptico es un vicio incontrolable, como comer pipas. Y cuanto más gorda es la presunta catástrofe, más risa. Reírse de la amenaza del oscuro porvenir es el lado más divertido del instinto humano de supervivencia.

Yo creo que voy a hacerme un mix de las tres vías, un mucho de ciencia, un poco de reflexión y un porrón de humor. Y como medida preventiva, por si llegaran a cumplirse las predicciones tiktokeras para el 23 de abril, les dejo dicho que me encantó conocer internet por placeres como poder comunicarme con ustedes cada semana. Otra cosa, lo de elegir el 23 de abril, precisamente…Tendría tela que nos quedáramos a oscuras justo en el Día del libro.

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