LA GUILLOTINA

Grandeza y agonía de Pedro Sánchez

Será un miércoles decisivo. Se perfila el meridiano de una legislatura, con un presidente mineral, de actitud estoica y senequista. Resistir es convencer. Pedro Sánchez deberá convencer al conjunto de los partidos que depositaron su confianza en la viabilidad del proyecto que lo mantuvo en la Moncloa. No será difícil. Tiembla el misterio de la política con lo que diga y haga Sánchez en el atrio del Congreso.

Frente a la evidencia de la ley y su expresión máxima en la Corte de los Leones, está la gravedad de lo invisible. Lo invisible hoy es lo que ha sucedido, lo que ha estado oculto durante los últimos años, lo que se trajinaba en las cloacas del Estado, las mordidas, la levedad de la malversación, el acoso, el abuso. Lo invisible es lo que está por llegar, lo que está por ser escrito en el siguiente informe de la UCO. Pedro Sánchez se mueve entre un soneto de Baudelaire y un misterio de Poe, la rosa y Dupin.

Vivimos la grandeza y agonía de Pedro Sánchez, el hombre de rostro afilado, granítico y afeitado, como un retrato moderno y picassiano, anguloso y azul del poder. La grandeza de Sánchez ha consistido siempre en sintetizar la vanguardia de la izquierda, como Picasso fue el resumen geométrico de todas las vanguardias del pasado siglo XX. La vanguardia, querido y desocupado lector, es el arte de lo imprevisto. He aquí la esencia de Sánchez.

El hallazgo político y artístico es esta identidad de razón entre Sánchez y Picasso. Pero la rosa se ha vuelto azul popular, asediada, estrangulada, atormentada por los media, Marchena y Aznar. Si los partidos de la investidura no respaldan al presidente, la rosa será un fósil, flor extinguida de un hermoso porvenir. En cambio, si logra convencer a sus socios de la vitalidad de su Gobierno, habrá Presupuestos y en octubre puede que los funerales estallen en la calle Génova.

Si los partidos de la investidura no respaldan al presidente, la rosa será un fósil. En cambio, si logra convencer a sus socios, habrá Presupuestos y en octubre puede que los funerales estallen en Génova

En Galicia, los cementerios son realmente hermosos. Al bajar las escalinatas del de San Amaro, una procesión de ángeles y mausoleos arropa al visitante hasta encontrarse con el Atlántico. Los ángeles se abrazan a la muerte como lo hizo Aznar con Feijóo el pasado viernes. La derecha más eficaz es paciente y siempre permite a sus muertos que caven ellos mismos su propia tumba en el cementerio. El alfil blanco de Aznar, Cayetana Álvarez de Toledo, vigilará para que todo siga su orden, tal y como venimos pronosticando desde el septiembre negro.

O yo o Vox. O yo o el Cara al sol. Y Rocío de Meer, o sea, Vox, ha vuelto a dar un golpe de raza, vinculando la delincuencia con la inmigración. Tellado y Feijóo corren el encierro de Vox, un toro Osborne negro, sucio y criminal que empuja a los socios y apoyos parlamentarios de Sánchez a subrayar su apoyo si no quieren que acabemos todos fusilados en un paredón.

Los socios de Gobierno pueden deshojar los pétalos de la rosa. Se atisba el cenit de una agonía. Saben que Sánchez no puede comparecer con las manos vacías. En Sumar y la izquierda Vogue no quieren elecciones pero tampoco que les tomen el pelo. La izquierda warhol necesita sus cinco minutos de gloria. Sánchez les ofrecerá levantar una cúpula social, garantías contra la corrupción y un imperio (plurinacional) a cambio de una autopista que permita prolongar la legislatura, en forma de Presupuestos Generales. La vanguardia es el arte de lo imprevisto.

ADENDA:

Mientras tanto, en Radio Tirana cunde el pesimismo, enfadadosr con el mundo. En Podemos, cuatro diputados dan la legislatura por muerta. Su secretaria, Ione Belarra, como el niño de El sexto sentido, en ocasiones, también ve muertos. Pablo Iglesias ha clausurado Garibaldi (pendiente de nueva apertura). La taberna ha permanecido abierta un año y cuatro meses en Lavapiés, el mismo tiempo que ocupó la vicepresidencia del Gobierno en La Moncloa. Se prevé nueva apertura, más grande, más céntrica. Como dice mi queridísima Aida Dos Santos, autora del ensayo Hijas del Hormigón, sólo nos quedaba gentrificar revolución, ay.

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