El vídeo de la semana

Morgan Freeman, Mandela y el rey

Mensaje del rey sobre su abdicación

Si existiera la clave de “RE” la banda sonora de esta agitadísima semana española se escribiría en ella. Rey, renuncia, responsabilidad, referéndum, república, régimen… todo ello se ha convertido en noticia y objeto de discusiones públicas y privadas. Y casi en ese orden, porque la imagen de la semana es la renuncia del rey por él justificada como cuestión de responsabilidad y la exigencia en las calles de referéndum para un posible cambio de régimen con la república como objetivo.

Pero si no hay clave de RE, sí existen escalas y tonalidades mayores y menores que han de ser cuidadosamente combinadas para obtener un resultado armónico. No tengo la impresión de que eso se haya conseguido con la forma en que se ha interpretado la partitura de la semana como si la tonalidad fuera la misma en todas.

Desde luego, la renuncia del rey es noticia de una enorme relevancia por el valor de la institución, por las consecuencias de esa abdicación, y por el indiscutible interés que la cuestión despierta en toda la ciudadanía. Pero considerar por ello que es el momento de cuestionarse abiertamente el régimen, la monarquía constitucional, reclamando el referéndum por la república me parece altamente discutible. Y no sólo porque supondría reconocer que es el propio rey el que marca la agenda a los republicanos, sino porque no es cuestión ni momento para abordar en rigor un debate nacional sobre el cambio de régimen. No digo que el debate que se está planteando lo sea, que no me lo parece; es que aunque así fuera, hay otras prioridades infinitamente mayores y otras preocupaciones más acuciantes en la ciudadanía que discutir sobre los galgos o podencos de quién y cómo es el más alto funcionario del país.

Creo en el referéndum como expresión democrática, y llegado el momento probablemente apoyaría uno sobre el cambio de régimen, como he apoyado el derecho de los catalanes a decidir aunque no aplauda una Cataluña independiente. Pero puestos a someter a consulta ciudadana asuntos relevantes, se me ocurren unas cuantas cuestiones de Estado más urgentes y necesarias. Por ejemplo: permanencia en el euro o en la Unión Europea, política económica y social, política energética, cambio de la ley electoral, papel de las Fuerzas Armadas… asuntos sobre los que tiene potestad y responsabilidad el parlamento pero que bien podrían ser sometidos a consideración pública porque afectan al día a día de la vida ciudadana.

Un referéndum sobre el cambio de régimen implicaría explicaciones que irían más allá de la presente dialéctica más cercana a la visceralidad que al verdadero debate. Los ciudadanos sabemos que la monarquía es una institución con liturgias predemocráticas y altamente desfasadas, pero también que esas liturgias son puramente formales, que la verdad del papel del rey es ser un alto funcionario al servicio de los gobiernos y parlamentos democráticos. Tendríamos que discutir sobre si preferimos que el jefe del Estado tenga ese perfil, o sea un presidente de República perteneciente y vinculado a un partido político que, naturalmente, tendría más capacidad de decisión que la que hoy otorga la Constitución al rey; habría que saber si resulta más cara la institución de la Corona o una Presidencia de República con esas características; o tendríamos, por supuesto, que volver al debate de la medida en que nos representan los grandes partidos, no vaya a ser que estemos pidiendo que se vaya un funcionario claramente preparado para esa labor y pongamos en su lugar a alguien en quien tampoco creemos.

Ese sería el debate necesario y no el que ahora se está poniendo sobre la mesa y se está sacando a la calle.

No es sólo este escribidor el que cree que no es el momento ni el lugar de poner en solfa la Jefatura del Estado, el CIS no sitúa la preocupación sobre el régimen entre las primeras de la ciudadanía. Los responsables de la cosa pública hoy deben estar más en ofrecer alternativas y soluciones que en poner tejas donde no queremos aún casa. Hay asuntos más urgentes y realidades que requerirían antes que ésta ese esfuerzo dialéctico y de movilización que cierta izquierda aterrada tras los resultados electorales está realizando estos días.

Me viene a la cabeza ahora mismo un ingeniosísimo tuit que ayer aplaudí con entusiasmo: confundimos izquierda con república, derecha con monarquía y a Morgan Freeman con Mandela.

Pues eso.

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