Sólo faltaban los obispos… y JP Morgan Jesús Maraña

La Justicia no es ciega, sólo lleva una venda en los ojos y, en consecuencia, se la puede quitar y poner. Los jueces no son estatuas, son seres humanos, con poderes impresionantes, pero de carne y hueso, y por lo tanto cambian de opinión, valoran cosas distintas de forma diferente. El juez que ahora procesará al fiscal general del Estado porque dice apreciar indicios de que filtró un correo de la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid que, de hecho, se sabe que conocían muchas más personas que él, incluidos varios periodistas, es el mismo que no encontró la relación del Partido Popular con la Gürtel, intentó que M. Rajoy no compareciera ni siquiera como testigo en el juicio celebrado por aquella trama de corrupción y propuso que el PP no fuera sancionado como partícipe de ella a título lucrativo.
Hables con quien hables, nadie pone ya la mano en el fuego por la Justicia, todos dudan de su imparcialidad, creen que no es igual para los poderosos que para el resto, le atribuyen a los diferentes magistrados ideologías que moldean sus actuaciones y, un paso más allá, consideran algunas de ellas una tarea de oposición política al Gobierno. Todo ello es un agujero en el barco de la democracia. Un peligro de hundimiento, por lo tanto.
En el caso del que hablamos, donde se juntan el presunto fraude fiscal y acusaciones que hablan de empresas fantasma, prevaricación y tratos de favor, contratos públicos y privados bajo sospecha y otras cosas tan poco edificantes como esas, el famoso relato ha vuelto a correr una cortina de humo sobre el asunto principal y se lo ha llevado a esos paisajes ilusorios donde los pájaros le disparan a las escopetas y los culpables e inocentes, si es que hay alguno, se intercambian las vestimentas para hacerse pasar los unos por los otros. Eso y una manifestación de vez en cuando, aunque salga regular, y el que pueda hacer que haga, van inclinando el suelo y moviendo las sillas para que el Ejecutivo caiga: váyase, señor Sánchez, lo vamos a echar de cualquier modo, convoque elecciones y piérdalas, o aténgase a las consecuencias.
Siempre ha sido parecido, que se lo pregunten a Felipe González o a Zapatero, sólo que ahora hay dos diferencias: la ultraderecha no está dentro del PP, sino fuera, y Felipe González está del otro lado
Estamos en la estrategia del empujón, y en ese combate por tierra, mar y aire todo vale, no hay árbitro y gana el que menos respete las reglas, incluidas las más elementales. Esa es otra mala noticia, que no haya líneas rojas ni los atacantes se den a razones. Tanto hablar de fronteras y no tienen límites. Siempre ha sido parecido, que se lo pregunten a Felipe González o a José Luis Rodríguez Zapatero, sólo que ahora hay dos diferencias: la ultraderecha no está dentro del PP, sino fuera, y Felipe González está del otro lado. Mala cosa.
La Justicia lleva una balanza pero también lleva una espada. Y esa es la que quieren usar para que aquí rueden cabezas, o eso dicen. Esto se está poniendo feo.
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