Buzón de Voz

Sánchez, Iglesias y la vía de Don Winslow

Si prescindiéramos de los signos formales, de las tácticas y de la puesta en escena, y atendiéramos exclusivamente al contenido político, la conclusión del encuentro celebrado este miércoles entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias es contundente: no hay más (ni menos) posibilidades de formar gobierno que hace una semana o 101 días. Lo cual tampoco equivale a una absoluta pérdida de tiempo, como pretenden voceros políticos, mediáticos y sobre todo empresariales para quienes vale cualquier solución (con urnas por medio o sin ellas) siempre que no suponga un giro progresista en el timón del país.

Interesaba a ambas partes transmitir cordialidad, voluntad de diálogo y el compromiso de intentar un acuerdo que evite esa repetición de elecciones de la que nadie quiere hacerse responsable. Pero una vez declarada la sintonía formal, incluso el gusto compartido por las estupendas novelas de Don Winslow, lo cierto es que los enunciados concretos son los siguientes:

– Pablo Iglesias defiende lo que denomina 'Vía 161' (el número de escaños que suman PSOE, Podemos y confluencias, Compromís e IU-UP) como base de un acuerdo parlamentario frente a la Vía 131 (PSOE más Ciudadanos más Coalición Canaria) que fracasó en el intento de investidura de Pedro Sánchez. Plantea Iglesias un 'gobierno a la valenciana' y retira su propuesta de ser vicepresidente como signo conciliador, aunque mantiene la exigencia de proporcionalidad en la presencia de miembros de PSOE y Podemos en un Ejecutivo en el que también cabrían independientes. Sigue considerando el pacto entre PSOE y Ciudadanos como una “continuación de las políticas del PP”, y ante el argumento de que las fuerzas de izquierda no suman, Iglesias intenta situar la pelota en el terreno contrario: “Ciudadanos puede facilitar por activa o por pasiva un gobierno que saque de la Moncloa al PP”.

– Pedro Sánchez celebra la "cordialidad" de Iglesias y destaca dos objetivos comunes: que no haya elecciones y que el PP no siga gobernando. Compra la semántica de Podemos y contrapone a esa Vía 161 la que denomina Vía 161Vía 199(suma de escaños de PSOE, Podemos y Ciudadanos). Para Sánchez, la noticia del día es que Iglesias acepta entrar en un diálogo con PSOE y Ciudadanos. Eso sí, el líder socialista deja meridianamente claro que “todo acuerdo tendrá que respetar” ese pacto previo con Rivera.

– Ciudadanos, por boca de su número dos, José Manuel Villegas, ha respondido de inmediato que “ni por activa ni por pasiva” facilitará un gobierno en el que esté Podemos. Iglesias había expresado su disposición a sentarse con Ciudadanos para proponerles la conveniencia de que se abstuvieran, a lo que Villegas ya ha avanzado que esa es exactamente la propuesta que ellos harán a Podemos.

En resumen: Podemos y Ciudadanos se consideran incompatibles entre sí y Pedro Sánchez mantiene como inamovible su acuerdo con Rivera. Con esos mimbres quizás pueda hacerse un cesto, pero muy difícilmente un gobierno. ¿Pueden variar esas bases en las conversaciones que se celebren durante las próximas semanas? Aquí es donde aparece la incertidumbre política y el margen para la elucubración dentro de los equipos de los propios interesados. Hay factores que pueden empujar en una dirección que ahora mismo se adivina improbable. Por ejemplo, un eslabón llamado Mariano Rajoy. Si alguien albergaba la menor duda de que Rajoy va a seguir intentando aferrarse al poder, su decisión de acudir a ser entrevistado por Jordi Évole en La Sexta la deja más que despejada. Ni la pérdida de un tercio de los votos que tenía en 2011, ni la corrupción valenciana, ni la madrileña, ni la imputación del PP como partido político alteran su estrategia de resistir. Pase lo que pase y caiga quien caiga. Consciente de que poderes financieros y mediáticos hace tiempo que renegaron de Rajoy (incluso le hacen ojitos a la Operación Borgen con Albert Rivera), dejó lanzado el presidente en funciones un aviso desde las páginas de ABC: “si vienen [del Ibex] a presionarme, lo contaré”.

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Surge de modo recurrente el fantasma de lo ocurrido en Cataluña con el acuerdo en el último minuto entre Junts pel Sí y la CUP. Las incompatibilidades ideológicas y de programas entre Podemos y Ciudadanos no están condicionadas por un factor prioritario para ambos como la apuesta independentista lo fue para la derecha y los anticapitalistas catalanes. Y es más que dudoso que la permanencia de Rajoy cumpla ese papel, puesto que es evidente que Ciudadanos pactaría con el PP si la suma permitiera gobernar tras unas nuevas elecciones. Y si Rajoy fuera el único obstáculo para un gobierno conservador, la olla a presión saltaría en el propio PP, sin necesidad de empujones mediáticos o del Ibex. Pero no hay encuesta que no refleje una mayoría contraria a volver a las urnas y por tanto una amenaza de castigo a quienes sean identificados como responsables.

Pedro Sánchez ha conseguido tras la reunión con Iglesias continuar en el centro del escenario, como una especie de bisagra entre Podemos y Ciudadanos que le da otro balón de oxígeno que se suma al aplazamiento del congreso socialista que aprobará el Comité Federal este sábado para no interferir en el intento de formar gobierno. Desde que él mismo abrió la disputa interna al anunciar a las pocas horas de la derrota del 20-D que repetiría como candidato a secretario general, Sánchez ha ido ganando tiempo y espacio en la escena política, gracias en buena parte a los desprecios de Iglesias y a la espantada de Rajoy cuando “declinó” optar a la investidura como cabeza de la lista más votada.

La novedad principal que aporta el encuentro Sánchez-Iglesias, más allá del cambio en las formas, es el anuncio de una negociación a tres con Ciudadanos considerada imposible durante 101 días. Que de ellas salga finalmente la Vía 199, la Vía 161 o se trate de una vía muerta que conduce directamente a las urnas, es una incógnita. Si el intento fuera serio, pronto habría que empezar a escuchar propuestas y contrapropuestas sobre Cataluña, sobre el contrato único, sobre la arquitectura del euro, sobre la mal llamada austeridad o sobre inmigración. Y establecer si son o no compatibles los programas de cada cual. “Podemos hablar de lo que es correcto y lo incorrecto, justo e injusto hasta el atardecer, pero llega un momento en que hay que ver lo que es posible y lo que no lo es”. (Don Winslow).

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