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¿Qué esperar del nuevo ciclo político en la UE?

Tras las elecciones europeas de junio, una vez conformado el Parlamento Europeo y elegida Úrsula von der Leyen para un segundo mandato como presidenta de la Comisión Europea, así como el resto de los top jobs, sólo queda ver cuál es la composición final del Colegio de Comisarios. A partir de ahí, y si nada se tuerce, comenzaría un nuevo ciclo político en el que la UE afronta una serie de retos que no serán fáciles de alcanzar con las actuales mayorías y que van desde la transición verde o la reindustrialización, pasando por el proyecto de ampliación de la UE y, por supuesto, una potencial reforma de los tratados que de encaje a todas estas aspiraciones. Aspiraciones que no tienen el objetivo de situar a la UE como potencia geopolítica en un mundo que convulsiona por los cuatro costados.

Así pues, lo primero será presentar la nueva Comisión. La composición de la misma es compleja ya que debe, al igual que el resto de los puestos comunitarios, mantener los equilibrios geográficos, políticos y de género, y esto no es una opción. Von der Leyen fue durante su primer mandato la primera presidenta de la Comisión que consiguió alcanzar el equilibro de género en el ejecutivo alcanzando el 50/50 de 26 carteras, 13 fueron a parar a manos de mujeres. Sin embargo, en esta ocasión, no parece que se pueda repetir la hazaña y a todas luces podríamos estar regresando a números parecidos a los de las Comisiones Juncker y Barroso, con 9 mujeres y 19 hombres.

En plena ola reaccionaria en toda Europa solo serán diez las mujeres nominadas por los Estados Miembros frente a 17 hombres. Una Comisión dominada por hombres mostraría la incapacidad de Von der Leyen de imponer su voluntad a las capitales, aceptando que los intereses nacionales priman sobre el interés general de la UE. No parece que los esfuerzos desplegados por Von der Leyen hayan dado sus frutos. Así, sólo Bulgaria, Bélgica y Eslovenia se han avenido a reconsiderar sus posiciones iniciales y han hecho caso de las peticiones de la alemana, lo que demuestra, al menos, tres cosas.

La primera, la ausencia de capacidad de influencia de Von der Leyen en una buena parte de los Estados miembros y que los equilibrios de poder en el marco europeo son cada vez más complejos y difíciles como consecuencia de las propias dinámicas internas de los países. La segunda, que las diferencias ideológicas en un contexto extremadamente polarizado favorecen el sacrificio de conquistas que fueron consideradas como irrevocables. Y la tercera, si la nueva Comisión no es paritaria será un retroceso en el camino hacia la igualdad, pero también la UE perderá credibilidad hacia afuera ya que si quiere ser líder mundial en igualdad y derechos de las mujeres debería haberse tomado esto como una oportunidad y mostrar que la paridad no es negociable.

La igualdad de género no es caridad, corrección política o un lema para apaciguar a las feministas. Se trata de garantizar que las decisiones que van a ser tomadas para todos los europeos son eficientes, eficaces y representativas, además de ser una buena política. Muchos estudios demuestran que una infraestructura dirigente más diversa hace mejores políticas. Y, sin embargo, para muchos la igualdad entre mujeres y hombres todavía se considera algo opcional o desechable. Seguimos pues sin ruptura del techo de cristal en Bruselas.

Una Comisión dominada por hombres mostraría la incapacidad de Von der Leyen de imponer su voluntad a las capitales, aceptando que los intereses nacionales priman sobre el interés general de la UE

Así que el comienzo de este ciclo político va a estar marcado por los retrocesos en varias materias, una de ellas la paridad. A pesar de que los tres puestos más importantes de la UE estarán ocupados por mujeres: Von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea, la nominación de Kaja Kallas por parte de Estonia como jefa del servicio diplomático de la UE y la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, sin embargo, la presencia de mujeres en el Parlamento Europeo ha disminuido por vez primera desde su fundación no alcanzando el 40% de los escaños y tampoco habrá paridad en el Colegio de Comisarios.

Y todo ello, además irá acompañado por un giro de las políticas europeas hacia la derecha. La nueva comisión von der Leyen va a ser más de centro derecha que en el anterior ciclo, y no se lleven a engaño. A pesar de que el voto de los verdes europeos fue fundamental para su reelección, Von der Leyen va a mirar mas hacia los Conservadores y Reformistas (ECR) de Meloni y a los Patriotas de Orban, es decir, a las derechas radicales, que hacia las posiciones socialistas y verdes. Así, la estrategia de reindustrialización y de defensa dará un paso de gigante tal y como plantea el informe Draghi y lo hará a costa del proceso de transición verde y digital y de la política social, elementos indispensables para alcanzar la cohesión europea. El aumento de las fuerzas reaccionarias y los repliegues nacionales en los Estados miembros tendrán su reflejo también en un marco europeo que apuesta, ya casi sin contrapesos, por las políticas de defensa antes que por las de reducción de las desigualdades, por la políticas securitizadas y de control antes que por la defensa del estado de derecho.

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