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La situación en el PP

Casado trata de aplacar las críticas internas vendiendo la sede del PP y abriendo un buzón interno anticorrupción

El presidente del PP, Pablo Casado, durante una reunión del Comité Ejecutivo de su partido.

Fernando Varela

Ninguna autocrítica. Pero sí algunas iniciativas para tratar de disipar, lo antes posible, los malos augurios que se ciernen sobre el PP tras el retroceso electoral sufrido en Cataluña y el éxito cosechado por Vox, que en estos momento casi cuadriplica los diputados conservadores.

Para acallar las voces de dirigentes que, de manera privada, han reclamado las últimas horas a Casado cambios organizativos y estratégicos para evitar que el sorpasso de la extrema derecha acabe trasladándose en toda España, Casado ha decidido tomar una decisión muy simbólica: el PP venderá su histórica sede de la calle Génova 13. Oficialmente se trata de marcar distancias con la investigación judicial que intenta aclarar si la última reforma llevada a cabo en el edificio se pagó con dinero negro, pero hace tiempo que la enajenación del inmueble era una de las posibilidades que la dirección del partido tenía encima de la mesa para tratar de afrontar sus dificultades económicas tras los malos resultados electorales de 2019.

La segunda medida anunciada por Casado ante la plana mayor del PP, reunida de forma telemática, también está vinculada al pasado. Es la creación de lo que el líder del partido llamó un “departamento de compliance”,compliance”, un término anglosajón muy utilizado en el mundo de las empresas para designar un conjunto de procedimiento sy buenas prácticas destinadas a identificar y clasificar los riesgos operativos y legales a los que se enfrentan las organizaciones, así como a establecer mecanismos internos de prevención, gestión, control y reacción frente a los mismos. Es ahí donde el PP quiere incluir un buzón anónimo de denuncia de que sirva para prevenir la corrupción.

Después de varios semanas asegurando que votar era “tan seguro como ir a comprar el pan”, Casado aseguró este martes que “según los propios criterios del Ministerio de Sanidad estas elecciones no se tendrían que haber celebrado, y el desplome de la participación de más de 26 puntos lo confirma”.

Del retroceso electoral del PP, que ha pasado de cuatro a tres diputados y ya sólo tiene representación por Barcelona, Casado culpó a las “circunstancias” que según él han “penalizado a los partidos moderados, constitucionalistas y con un electorado más mayor”. Y de la victoria independentista, a Pedro Sánchez, y lo que denominó su política de “apaciguamiento”. El sobernaismo “seguirá mandando en Cataluña y en toda España gracias a la estrategia de Ferraz de arrasar todo el centro moderado a costa de hinchar a los radicales de derecha y de izquierda, y hundir la participación”.

El líder del PP evitó en todo momento reconocer la victoria del PSC que incluso intentó minimizar diciendo que “el saldo del efecto Illa ha sido de 40.000 votos más respecto a Iceta”.

Los resultados del PP en Cataluña, dijo, “nos mandata a tomar nota y a trabajar más para mejorar pronto”, siempre con Alejandro Fernández al frente. La estrategia catalana del partido era responsabilidad de Fernández, con el apoyo de la dirección nacional, recordó. Suya fue la decisión “tanto de concurrir en solitario, tal y como solicitó en este mismo Comité Ejecutivo, como el lema, el programa y la orientación de la campaña, así como de la configuración de las listas electorales”.

Suya fue, según Casado, la “apuesta de integrar a personas procedentes de otras formaciones y de representantes de la sociedad civil catalana para construir un proyecto de referencia en el centro derecha constitucionalista”. “Había que hablar a la mayoría tranquila de catalanes de sus problemas reales: empleo, sanidad, educación, vivienda, seguridad... para pasar página del procés. Y eso es lo que hemos hecho todos”, recordó a los dirigentes del partido, haciéndoles corresponsables del mal resultado electoral. “Por eso os agradezco a todos vuestra implicación en campaña, en especial a los presidentes autonómicos y alcaldes”, remarcó.

Implicación personal

Casado también defendió su implicación personal en la campaña recordando que hizo lo mismo, pese a las críticas que recibió, en Andalucía o Madrid. O la defensa que ha hecho durante meses de la gestión de sus gobiernos autonómicos, fundamentalmente del de Madrid, aunque no lo mencionó.

¿Por qué el retroceso, entonces? Casado solo citó causas ajenas que resumió en una “tormenta perfecta” preparada por sus “adversarios” políticos. “Nunca antes”, dijo, “se había visto tal despliegue de ataques en plena campaña electoral y la tergiversación de nuestras declaraciones, ni la implicación de la Fiscalía General del Estado, el CIS y los medios públicos al servicio de un partido”.

“Lamentablemente, la estrategia les ha resultado eficaz pues desde el mismo día en que se publicó el escrito de colaboración de Bárcenas con la Fiscalía, el PP cayó a plomo en las encuestas perdiendo la mitad de voto estimado desde hacía un año. Lograron que tuviéramos que estar ocho días hablando de un tema pasado” que según él “nada tiene que ver con esta dirección”, en referencia a la corrupción.

Algo que, sostuvo, ocurrió mientras los medios callaban sobre la “la imputación de la presidenta del PSC, la implicación de tres ministros de Sánchez en la trama Isofotón o los casos de corrupción de financiación ilegal” de Pablo Iglesias.

No obstante, advirtió, el PP también tiene su “propio manual de resistencia”, en referencia al título del libro que Sánchez publicó nada más llegar a la presidencia del Gobierno dando cuenta de su carrera política hasta ese momento. “Nos han dado por amortizados muchas veces, pero aquí seguimos, ya casi en empate técnico con el PSOE”, se jactó.

En tiempos de Mariano Rajoy, recordó sin citar a su predecesor, “en Cataluña ya habíamos pasado de 19 a 4 diputados en apenas 5 años con una pérdida del 60 por ciento de apoyos y nadie pidió entonces autocrítica”. Como tampoco nadie pidió “responsabilidades” a Sánchez cuando el PSOE se vio superado por el BNG en las autonómicas gallegas o por Unidas Podemos en Madrid.

Lo que ha ocurrido, en su opinión, es “que la polarización de la política en Cataluña ha hecho que los extremos se retroalimenten reduciendo el espacio central de moderación al mínimo exponente”. Un espacio que, según él, representa el PP y no el PSC, que es quien ganó las elecciones.

Para corregirlo, convocó a los dirigentes del partido a mantener la presencia en Cataluña los próximos cuatro años, “volcándonos todos en una presencia continua allí, y manteniendo nuestra oferta de estabilidad política, prosperidad económica y concordia civil”. En el marco de un plan estratégico de recuperación de espacio electoral en Cataluña que acaba de encargar al comité de dirección del PP. “Yo mantendré”, anunció, “la implicación personal que he demostrado durante el último medio año, y os pido que hagáis lo mismo”.

La herencia recibida

Casado trató de relativizar la situación que vive el PP recordando el retroceso y la pérdida de votos sufrida desde 2015. “Cuando se eligió esta ejecutiva en julio de 2018, éramos el tercer partido en estimación de votos por detrás del PSOE y de Ciudadanos, y así estuvimos hasta las elecciones siguientes en las que conseguimos evitar el sorpasso de Ciudadanos”.

Y ahora, insistió, PP y PSOE están en “empate técnico” a pesar de “la peor fractura de nuestro espacio electoral y del sistema de partidos de la historia reciente”.

Para “subir más y más deprisa”, subrayó, hay que soltar “lastre”. “Defender al partido no es justificar las conductas individuales que hayan podido cometer personas concretas al margen de los órganos de dirección”. ¿Qué hará el PP? Según Casado, a partir de ahora ni él ni su equipo volverán “a dar explicaciones sobre ninguna cuestión pasada que corresponda a una acción personal que no haya sido en beneficio del partido o incluso haya podido perjudicarle”. “Sencillamente”, añadió, “no nos lo podemos permitir con el calendario judicial que se avecina. El coste electoral ha sido y es tremendo, y el daño para la urgente alternativa que necesita España es inasumible”.

A ese silencio, con el que planea dejar de pagar “facturas de cuestiones” que afirma no conocer, vinculó la decisión de vender “la sede nacional del Partido Popular, pues considero que no debemos seguir en un edificio cuya reforma se está investigando esta misma semana en los tribunales”. Y “crearemos un nuevo departamento de compliancecompliance que establecerá mecanismos de transparencia, rendición de cuentas y un canal anónimo de denuncias con absolutas garantías, a semejanza de lo que sucede en las grandes empresas”.

La tarea del PP, describió, es “unir a una nueva mayoría alrededor de la libertad y contra el proceso de destrucción institucional, económica, social y política que impulsa actualmente el Gobierno y sus socios radicales”. Necesitamos unir para ganar y el primer paso, anunció, será celebrar “una convención nacional este otoño en la que empezaremos ya a trabajar lanzando un documento político estratégico como convocatoria abierta a los españoles, incorporando a representantes de la sociedad civil, distintos sectores y captando talento dentro y fuera del PP”.

Lo que no piensa cambiar, confirmó, es su intención de situar el PP en el centro político, alejado de posiciones radicales, como parecía querer hasta hace apenas unos meses. “Quiero reafirmar, una vez más, mi planteamiento de ampliar nuestra base electoral en el centro político” sobre la base de “principios y valores constitucionales y europeístas”, lo que implícitamente excluye a el programa de Vox.

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Casado cree que la pandemia y la crisis dejarán un país “en escombros” y con “profundas heridas”, con “un desempleo masivo, y el déficit, el gasto y la deuda públicos disparados” y es ahí donde, asegura, la alternativa del PP debe estar lista. “Por eso debemos mantener el rumbo. Las velas están bien orientadas, habrá veces que soplará menos viento, o que haya peor oleaje, pero tenemos el mejor barco de toda la política española”.

No peleará por la derecha extrema, reafirmó ya al final de su intervención. “No solo debemos seguir en la centralidad, también debemos hacer que España lo esté, para que las elecciones vuelvan a ganarse ahí y no en los extremos”, explicó. “Lo cómodo sería sumarse a las estrategias extremistas que están destruyendo nuestra convivencia y dar rienda suelta a la polarización y a la confrontación por un puñado de votos”. “Tenemos que hacer que las elecciones vuelvan a ganarse con propuestas de unidad”.

Para conseguirlo, pidió implícitamente tiempo. Y se puso plazo. “Nadie dijo que fuera a ser fácil. Nuestros predecesores [Jose María Aznar yMariano Rajoy] tuvieron siete años y medio para consolidar un proyecto ganador del que este año se cumplen 25 y 10 años respetivamente, pero dadas las circunstancias que atraviesa España, nosotros debemos tenerlo listo en la mitad de tiempo”.

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