La cancelación de la última etapa de la Vuelta Ciclista a España tras las protestas de este domingo en Madrid por la participación del equipo israelí ha acaparado la actualidad informativa con declaraciones políticas de los principales dirigentes políticos del país, pero el diagnóstico a izquierda y derecha no ha podido ser más distinto. Mientras el propio Pedro Sánchez aseguraba sentir "profunda admiración" tras lo ocurrido este domingo y defendía que Israel no esté en ninguna competición más mientras siga la "barbarie", su homólogo en el Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, lo tildaba de "violencia política" auspiciada por el socialista.
Para la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso los manifestantes, unas 100.000 personas según la Delegación del Gobierno, son directamente "kale borroka", en referencia a la violencia callejera perpetrada por la izquierda abertzale en Euskadi. En una entrevista en Esradio, la baronesa del PP comparó las protestas con el sitio a Sarajevo, la capital de Bosnia-Herzegovina, que provocó miles de muertos y afirmó que el presidente del Gobierno ha dañado la imagen de Madrid para que sea vista como la ciudad que "persigue al judío".
Un argumento, el del terrorismo, que también utilizó el líder de Vox, Santiago Abascal. "El psicópata ha sacado a sus milicias a la calle. Le da igual Gaza. Le da igual España. Le da igual todo. Pero quiere la violencia en las calles para mantener el poder. Necesita a sus terroristas callejeros porque cuando ve al pueblo de verdad, como en Paiporta, sale corriendo como un miserable". Unas contundentes declaraciones que contrastan con las realizadas frente a otras protestas como las de Ferraz, las tractoradas, las de la pandemia o las de los sindicatos policiales.
Los "españoles de bien" en Ferraz
Desde 2023 se han convocado numerosas protestas en Ferraz, la calle en la que está ubicada la sede del PSOE. Las primeras se produjeron antes de la investidura de Sánchez hace ahora casi dos años, en las que algunos de los participantes, auspiciados por organizaciones ultras como Hogar Social o Desokupa, intentaron derribar las vallas que les separaban de la sede de los socialistas y lanzaron botellas a la zona en la que se encontraban las furgonetas policiales. Pero a diferencia de esta ocasión, aquella vez no fueron tildados de radicales violentos por parte de los partidos de la derecha por derribar vallas y provocar disturbios.
El líder de Vox, que en aquel momento acudió a la concentración pero se marchó antes de que se produjeran los primeros altercados, acusó al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, de ser el "vil mamporrero" de Sánchez por "ordenar" a la Policía Nacional que apaleara a "miles de españoles de bien". En esa línea mostró su apoyo a "todas las movilizaciones de resistencia pacífica al golpe de Sánchez” y llegó a pedir a los policías que no obedecieran “órdenes ilegales": "Ante un golpe de Estado, no vamos a andarnos con remilgos", dijo.
Por su parte, desde el Partido Popular evitaron también condenar de manera expresa los altercados y se limitaron a defender sus convocatorias "pacíficas". En Génova 13 se mostraron más preocupados por el rédito que Sánchez pudiera sacar de las protestas que por el daño sufrido hasta el punto de que el portavoz del PP, Borja Sémper, acusó a los socialistas de quejarse exageradamente de las protestas ante su sede.
Los agricultores "pacíficos" a los que no había que "criminalizar"
En febrero del pasado año, miles de agricultores estuvieron más de una semana bloqueando carreteras a lo largo de la península con el objetivo de reclamar al Gobierno soluciones "inmediatas" para abordar los problemas del campo. Unas protestas que se saldaron con cargas policiales en algunos casos pero que igualmente fueron utilizadas como palanca contra el Ejecutivo de Sánchez por parte de la ultraderecha y el PP.
Los conservadores rechazaron desde el primer momento que las manifestaciones de los agricultores fueran “actos violentos”. La entonces número dos del PP, Cuca Gamarra, conminaba al Gobierno a escuchar a los agricultores y ganaderos y a “tomar ya medidas urgentes” en lugar de “criminalizarlos” e intentar “disuadirles” con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Así, pedía que "dejara de señalar por unos pocos a los cientos de miles de agricultores que, de una manera pacífica y responsable, salían a defender algo que es justo".
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Por su parte, Abascal le dijo a Sánchez desde la tribuna del Congreso que avalaría la amnistía para los agricultores en caso de que alguno, llevado "por su santa ira y su justa indignación, apriete demasiado", en alusión a los independentistas encausados por los disturbios de Cataluña en 2019. Además, su sindicato Solidaridad difundió un vídeo en el que se veía a manifestantes arrojando al suelo la mercancía de un camión supuestamente cargado con tomates marroquíes.
Los sindicatos policiales a los que se apoyó desde el Congreso
En marzo de 2020, pocos días antes de que se decretara la pandemia por coronavirus, los sindicatos de policías y guardias civiles se manifestaron en las inmediaciones del Congreso para exigir que se tramitara la ILP [Iniciativa Legislativa Popular] que comportaba una mejora en sus condiciones salariales. Los manifestantes usaron bengalas de humo y petardos y la protesta acabó con la ruptura del cordón de seguridad que les mantenía alejados del edificio de la Cámara Baja, por lo que finalmente lograron acceder a la zona de seguridad del Congreso.
A lo largo de esa mañana dirigentes de PP, Vox y Ciudadanos salieron a la escalinata de las Cortes para expresar su apoyo a los sindicatos convocantes. En el caso de los ultraderechistas hubo dirigentes como Javier Ortega Smith o Macarena Olona que se sumaron activamente a esta protesta con discursos en los que clamaron contra el "Gobierno indecente" de Sánchez y respaldaron las protestas.
La cancelación de la última etapa de la Vuelta Ciclista a España tras las protestas de este domingo en Madrid por la participación del equipo israelí ha acaparado la actualidad informativa con declaraciones políticas de los principales dirigentes políticos del país, pero el diagnóstico a izquierda y derecha no ha podido ser más distinto. Mientras el propio Pedro Sánchez aseguraba sentir "profunda admiración" tras lo ocurrido este domingo y defendía que Israel no esté en ninguna competición más mientras siga la "barbarie", su homólogo en el Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, lo tildaba de "violencia política" auspiciada por el socialista.