Los posibles pactos del PP con Vox en Andalucía y Castilla y León resucitan el 'efecto 23J' que frenó a Feijóo

Pasada la una de la madrugada del 29 de mayo de 2023 Pedro Sánchez convocó a su núcleo duro en el Palacio de La Moncloa. Había tomado una decisión: adelantar las elecciones generales. La cara de María Jesús Montero, que llegaba directa desde la madrileña calle de Ferraz, lo decía todo. Las derechas habían barrido en las autonómicas y municipales. Debatieron unos minutos sobre si era mejor que la fecha fuera en septiembre, pero el presidente apostó por el primer domingo posible. Los ciudadanos tenían que decidir qué modelo querían.

Aquella campaña del 23J parecía un Everest imposible de escalar para las izquierdas. Pero Sánchez siempre decía a los suyos que la diferencia en las locales no había sido tan grande y que solo había un salto de menos de cuatro puntos en votos con los de Alberto Núñez Feijóo. Y, sobre todo, hubo un factor que desbarató la estrategia de Génova 13: los pactos autonómicos entre los populares y la ultraderecha. Especialmente, las ansias del valenciano Carlos Mazón, que quedaron resueltas en un folio firmado con Carlos Flores, dirigente de Vox condenado por violencia machista.

Los socialistas reconocen que esas firmas, que Núñez Feijóo quería evitar , supusieron todo un revulsivo para el electorado progresista que se encontró de repente con un tráiler de lo que podía ser un Gobierno a nivel nacional entre el PP y Vox, con Santiago Abascal como posible vicepresidente. En Génova 13 siguen quejosos por la jugada que hizo Mazón entonces. Esa sensación vuelve de nuevo a estar en primera línea, según señalan varias fuentes socialistas, de cara al ciclo electoral que arranca el año que viene.

Las urnas regresarán a los colegios en Castilla y León, en marzo, y en Andalucía, previsiblemente en junio. Y el Partido Popular, a tenor de las encuestas, se va a encontrar con muchas probabilidades con la necesidad de tener que sentarse a pactar con la ultraderecha para conservar los gobiernos de Alfonso Fernández Mañueco y Juanma Moreno.

Moreno ya no brilla en solitario

Andalucía será la principal batalla al ser la comunidad autónoma más poblada y por el gran peso que tiene a nivel nacional, con un Juanma Moreno como modelo para Núñez Feijóo y abanderado del sector moderado de los populares. El barómetro del CENTRA (el CIS andaluz) hecho público este lunes pone sobre la mesa la posibilidad de que el Partido Popular pierda la mayoría absoluta. Una encuesta, además, que se hizo antes de que estallara con fuerza el escándalo de los fallos de los cribados del cáncer de mama, por lo que no recoge el efecto que esta crisis está teniendo realmente entre el electorado.

Los socialistas defienden en público que salen a ganar en las andaluzas, pero diferentes cargos reconocen en privado que la verdadera victoria es hacer que Moreno Bonilla pierda la absoluta y se vea obligado a pactar con la ultraderecha. “Entonces tendrá que mostrar su verdadera cara, como ya está pasando con la gestión de la crisis”, señala un dirigente del PSOE andaluz. 

Tanto en la calle San Vicente, donde está la sede del PSOE andaluz, como en Ferraz recuerdan siempre que Moreno Bonilla es un político de formas educadas, pero que fue el primero que firmó un pacto de gobernabilidad con la ultraderecha (a tres bandos, porque también estaba en liza entonces Ciudadanos) tras las elecciones de diciembre de 2018, en las que fue primera la lista socialista encabezada por Susana Díaz.

"Las repeticiones electorales las carga el diablo"

Esta situación del PP en manos de Vox, subrayan fuentes socialistas, pone contra la pared a los populares andaluces pero también al partido a nivel nacional: “Feijóo siempre creyó que podía hacerse 'un Moreno' en unas generales y que hubiera voto útil para frenar a la ultraderecha. ¿Qué va a hacer en Andalucía con la presión de Vox y de los círculos madrileños? Y ahora, además, está Abascal cada vez más fuerte. Si no pacta con ellos, manda una señal al electorado de derechas, que se está traspasando ahora hacia los de Abascal”, como ilustra un dirigente del PSOE.

En el PSOE andaluz dicen también que a Moreno Bonilla se le ha pasado el momento del voto útil que tuvo en las autonómicas de 2022, cuando antiguos votantes progresistas prestaron su papeleta al Partido Popular para frenar la llegada a la Junta de Macarena Olona, candidata entonces de Vox. Pero ahora, sostienen las fuentes, muchos votantes están hartos de la situación de la sanidad y no van a darle tan fácilmente su apoyo al presidente del Gobierno andaluz.

Para cargos socialistas, la imagen de Moreno Bonilla pactando con Vox es “demoledora” tanto para Génova 13 como para el sector moderado del PP, que ha defendido que es posible vencer con suficiente margen y no tener que depender de la ultraderecha. En el PP andaluz reconocen con preocupación que la ultraderecha ya empieza a ser “transversal” en la autonomía. El propio Abascal ha pedido la dimisión del popular por el escándalo de los cribados de cáncer de mama.

De hecho, Moreno Bonilla reconoció en el corrillo con periodistas en el Palacio Real con motivo de la Fiesta del 12 de octubre que su relación con Vox es mala. Y una de las posibilidades que empieza abrirse camino es que el PP, si no obtiene mayoría absoluta, pudiera provocar una repetición electoral. Fuentes socialistas insisten en que esto también dañaría la imagen de los populares de supuesta estabilidad, algo que venden frente al Ejecutivo central, y añaden que, además, “las repeticiones electorales las carga el diablo”. Al propio PSOE le pasó en 2019 en las generales.

El precio de la investidura de Mañueco

En Castilla y León el PP también se ve abocado a un nueva negociación con Vox, como pasó en las elecciones de febrero de 2021. Entonces Mañueco convocó a las urnas pensando que podría obtener mayoría absoluta y se encontró, al revés, con una situación de callejón sin salida, que le llevó a meter a Vox en un Gobierno autonómico por primera vez en la historia democrática. La encuesta publicada por NC Report para La Razón este lunes fija una foto de la necesidad de la ultraderecha para conservar el Ejecutivo.

Los populares, en una futura negociación, quedarán a expensas de las demandas de la ultraderecha. Precisamente en Castilla y León se han planteado por parte de Vox durante estos años algunas de las medidas más radicales como el intento de que las mujeres que vayan a abortar tengan que escuchar el latido fetal. Y, además, está el interrogante de si la ultraderecha querría entrar de nuevo en los gobiernos o si vende muy caros sus votos para luego quedarse fuera y no quemarse en la gestión del día a día, después de ver que en los sondeos les va mucho mejor si no están en coaliciones con los populares.

De hecho, el aborto se ha convertido en uno de los pilares centrales de la discusión política en estos momentos, después de que el PP y Vox en el Ayuntamiento de Madrid abrieran la guerra contra este derecho. Este tema llega de lleno al electorado femenino, que en estos momentos es clave para decantar la balanza. Las mujeres fueron la tabla de salvación para que aguantara la coalición en La Moncloa tras las pasadas generales y votaron muchas para frenar los pactos de las derechas tras las autonómicas, teniendo en la cabeza movimientos como la votación de la Presidencia de Les Corts Valencianes que llevó a Llanos Massó, de Vox y reconocida activista antiabortista de Hazte Oír, a lo más alto con el apoyo de los populares.

Precisamente en la Comunidad Valenciana continuaron este lunes los pactos entre Mazón y Vox para reformar el reglamento de Les Corts Valencianes, para eliminar comisiones como las de Política de Igualdad, Colectivo LGTBI, Asuntos Europeos y Derechos Humanos. Asimismo, los populares y la ultraderecha han acordado hacer "estadísticas diferenciadoras" entre población nacional y migrante.

A pesar del ruido que se produce constantemente en el bloque de investidura, en La Moncloa y en Ferraz subrayan que todos los grupos que apoyaron a Pedro Sánchez siguen teniendo como pegamento el hecho de no querer facilitar que llegue un Ejecutivo conformado por el Partido Popular y por Vox. Los socialistas creen que se puede repetir un 23J y que el PP volverá a caer en el precipicio de los pactos con la ultraderecha.

Pasada la una de la madrugada del 29 de mayo de 2023 Pedro Sánchez convocó a su núcleo duro en el Palacio de La Moncloa. Había tomado una decisión: adelantar las elecciones generales. La cara de María Jesús Montero, que llegaba directa desde la madrileña calle de Ferraz, lo decía todo. Las derechas habían barrido en las autonómicas y municipales. Debatieron unos minutos sobre si era mejor que la fecha fuera en septiembre, pero el presidente apostó por el primer domingo posible. Los ciudadanos tenían que decidir qué modelo querían.

Más sobre este tema