28M | ELECCIONES AUTONÓMICAS Y MUNICIPALES

Sorogoyen, aquí está tu próxima película: 'Maracenagate, crónica de un secuestro'

La alcaldesa en funciones de Maracena (Granada) y candidata socialista a repetir en el cargo, Berta Linares, ha anunciado este miércoles que no dimitirá pese a su vinculación con el secuestro.

Patricia Godino

Berta y Pedro se hicieron match por Tinder en octubre de 2020, en noviembre se conocieron en persona y al poco ya se llamaron novios. Tiempo después él ya entraba como Pedro por su casa en el trabajo de ella y el entorno de ambos reconocía la relación.

El hecho diferencial de esta pareja que nació en la aplicación de ligoteo por excelencia es que ella es la socialista Berta Linares, alcaldesa de Maracena, en Granada, y él un malagueño dueño de una empresa de globos que aparece como principal acusado en el auto del juez de instrucción número 5 de Granada que abrió investigación por el secuestro ocurrido el 21 de febrero de este año a la concejal Vanesa Romero, compañera de corporación, responsable hasta entonces de una concejalía menor, Maracena 2030, y tiempo atrás titular de urbanismo del ayuntamiento de una ciudad dormitorio en expansión.

Detrás de este rapto frustrado, habría, presuntamente, una trama de corrupción urbanística que querría destapar Vanesa, relegada en sus funciones en la última etapa, y que desde este viernes investiga en paralelo el juez, apoyado por la Fiscalía, a partir de los documentos y expedientes encontrados en el maletero de su coche, donde fue introducida y retenida en un local de Armilla, otro pueblo cercano.

Desde este viernes, formalmente, lo de Maracena ya es un caso de investigación por corrupción urbanística con un secuestro como elemento de distinción de esa lacra que se ha llevado por delante gobiernos de todos los colores y a todos los niveles. 

Aquella mañana fue como otra más: Vanesa dejó a primera hora a sus hijos en el colegio internacional privado en el que están escolarizados, antes de entrar en su trabajo, en la cuarta planta del ayuntamiento, a donde la nueva alcaldesa le había mandado a ella y al arquitecto municipal, Francisco Soria, con tal de no tenerla cerca de su despacho, según se recoge en el auto.

A la salida en la rotonda cercana al colegio Vanesa se encontró a Pedro que le dijo que aquella mañana había llevado a los hijos de Berta al centro escolar también pero que se había quedado sin gasolina, que por favor le acercara hasta Maracena.

A partir de aquí, y según el testimonio coincidente de ambos que recoge el juez, Pedro muta en un secuestrador, errático, bisoño y acelerado, pero secuestrador al fin, que apunta a Vanesa con una pistola de pega, comprada en Amazon, e inicia un truculento suceso cuyo alcance, implicaciones y motivaciones está investigando la justicia.

De aquel maletero, en que, según el testimonio de ambos, la metió maniatada con bridas, Vanesa se pudo liberar a base de patadas a los asientos dos horas después, tiempo durante el cual el secuestrador, diagnosticado con trastorno bipolar y hoy en prisión provisional, protagonizaba, hasta su detención por la Guardia Civil, una delirante secuencia de hechos, a pie y en metro, de los que da fe la triangulación de las antenas de telefonía, una cámara de seguridad y varios testigos, que en conjunto arman el guion de una película.

Lean: Pedro envolvió sus móviles en papel aluminio porque había visto en una película que así se perdía la señal, Pedro fue a una peluquería cercana a cortarse el pelo “pero no por cambiar de imagen sino por hacer tiempo”, Pedro se tomó primero un Monster y luego una cerveza y Pedro compró cinta americana y un cuchillo de carne en una ferretería a la que luego reporteros de todas las cadenas han ido a comprobar el grosor de la hoja.

Al día siguiente, cuando media España empatizó con los llantos de aquella mujer, sentada frente a decenas de cámaras, destrozada tratando de encontrar una explicación por el volunto de “una persona que no está bien”, respondió a los medios que no hablaba con quien era su novio desde la noche anterior a los hechos.

Pero el auto, las antenas de telefonía y una cámara de seguridad, prueban que aquel fatídico día, a las 12:28, mientras Pedro creía que Vanesa estaba en el maletero, se vio en una esquina cercana al ayuntamiento con Berta Linares, la alcaldesa, en un breve encuentro de seis minutos: para entonces, la concejala se había liberado y todo había saltado por los aires. Luego, Berta le mandaría un whatsapp: “A las 14:00h en mi piso”.

Pedro, y esto es el quid del asunto y lo que debe probar la investigación, se mete en semejante papel, el de secuestrador principiante, por dos razones: por amor y por dinero. Amor, justificó ante el juez, por su novia, harto de escuchar a diario las quejas de su amada: “Vanesa se cree el ombligo del mundo”, “ojalá se muera”, “no me dice nada cuando se va de la oficina”, Vanesa es tal, Vanesa es cual.

Pero Pedro, también se habría metido en esto por dinero, en virtud de esa “vida de puta madre” que le habrían prometido, a través de todos esos contratos que le iba a llegar a su empresita de globos gracias a la conexión directa con el poder municipal, aquellos que en el marco de una cena en un mesón de Maracena, celebrada después de Reyes, le pidieron que le diera “un susto” a aquella concejala díscola dispuesta a tirar de la manta.

Esos inductores, según la versión de Pedro, son tres; esos inductores, según la versión de Vanesa también son tres. Los nombres coinciden: Berta Linares, la alcaldesa; Noel López, su primo hermano y el alcalde de la localidad durante 15 años; y Antonio García Nono, concejal de Urbanismo y, hasta ahora, vicepresidente de la Diputación de Granada.

¿Y por qué Pedro es el elegido para que diera ese susto? Porque el amor nos vuelve vulnerables y manejables, podría servir de excusa en el cine, pero, según cuenta el principal sospechoso en su relato, porque su diagnóstico por trastorno bipolar podría servir de atenuante en el caso de que este susto se fuera de las manos y acabara en manos de la justicia. Y tanto. 

Después de El Reino y As Bestas, Maracenagate, crónica de un secuestro

Después de El Reino, filme sobre la corrupción en España que remite a los dirigentes del PP en el caso Gürtel, después de As bestas, ese thriller agro con la percha de la política de parques eólicos impulsada en la Galicia profunda que arrasó en los últimos Premios Goya, lanzamos desde aquí un mensaje a Rodrigo Sorogoyen: en el caso Maracena hay material de sobra para un próximo taquillazo en cines. Maracenagate, crónica de un secuestro se llama la película.

Si el auto del secuestro de Maracena mereciera una reseña literaria se podría decir que el narrador, aquí el juez Josep Sola, transita por el thriller rural con tintes de drama romántico, la comedia zafia de Torrente y el retrato de personajes de moral dudosa de las novelas de Rafael Chirbes.

El relato, en el que se habla de sicarios ucranianos, pastillas y celos, pero también de micrófonos que espían despachos, de favores y de una bolsita de cocaína, ha sido la puntilla que le faltaba a la campaña socialista cuyos resultados a nivel nacional, leídos en su conjunto en Moncloa, llevan a los españoles de nuevo a las urnas el próximo 23 de julio.

Queda, como ocurrirá en los próximos días, que los señalados por el secuestrador presten declaración, que la investigación continúe y clarifique la razón del rapto y su posible conexión con una trama urbanística, si es que finalmente se pueden atar los cabos, y queda, por supuesto, la última palabra del juez pero el caso ya de por sí es un regalo para guionistas.

Noel López, el todopoderoso alcalde de Maracena durante 15 años

En la reconstrucción que el acusado, Pedro Gómez, y la víctima, Vanesa Romero, hacen del suceso, y cuyos detalles, después de tres prórrogas del secreto de sumario, justamente se han hecho públicos a cuatro días de votar en las municipales, se repiten constantemente los nombres de la alcaldesa, Berta Linares, y Noel López, el todopoderoso alcalde de la localidad durante 15 años que legó el cargo a su familiar cuando, en octubre de 2021, saltó a la política regional como secretario de organización del PSOE andaluz, en manos de Juan Espadas desde que ganara en julio de aquel año a Susana Díaz en primarias.

Su entrada como diputado autonómico tras las elecciones del Parlamento de Andalucía del 19J le otorgan condición de aforado, razón por la que el juez de instrucción de este caso ha elevado la causa al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) para que el alto tribunal andaluz le cite en calidad de investigado y se encargue también de investigar a la alcaldesa y al edil de Urbanismo.

El punto exacto del procedimiento sería por tanto que, desde el pasado miércoles, el TSJA ha dado traslado a la Fiscalía Superior de Andalucía para que informe si procede o no abrir diligencias.

Todo apunta a que el juez del TSJA tomará declaración a Noel y al resto de señalados. Noel, por ejemplo, tendrá que explicar por qué, aquella mañana de los hechos y al tener conocimiento del secuestro, dejó tirada la agenda que tenía prevista en Jaén y salió tirando millas hacia Maracena al encuentro de su prima, de Nono y de un abogado con los que se cruzó decenas de llamadas.

“Nada tengo que ver con este caso, como así voy a tener la oportunidad de demostrar ante el TSJA. Pido la presunción de inocencia y mesura a lo medios. No estoy imputado ni investigado”, se ha limitado a decir hasta ahora el número 3 del PSOE regional y con un puesto en la Mesa del Parlamento, el órgano de gobierno de la cámara autonómica, en una breve comparecencia realizada este miércoles en el patio del Parlamento de Andalucía, dos días después del anuncio del adelanto electoral de las generales, tres días después de que se abrieran las urnas, siete días después de que se levantara el secreto del sumario, tres meses y medio después del secuestro de su compañera de filas.

El código ético del PSOE indica que si se abre juicio y es imputado tiene que dejar su acta o cargo público. En el PSOE, algunas voces históricas, también tratan de comparar este caso con aquellos que luego no han quedado en nada pero se han llevado por delante la reputación y honorabilidad de muchos.

Cierto.

Pero aquí no hablamos de una interpretación del procedimiento administrativo sino de que una compañera de partido estaba maniatada con dos bridas en el maletero de un coche y que su nombre, el de Vanesa Romero, se ha caído de la lista con la que el PSOE de Maracena ha pedido, por cuatro año más, el voto en el pueblo.

El juez que instruye el secuestro de Maracena manda la causa al TSJA para investigar al número tres del PSOE-A

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No en vano, la salida a la luz de los detalles del auto ha sido la puntilla para trastocar el mapa político en este municipio gobernado hasta este 28M con mayoría absoluta por el PSOE, que ha perdido cuatro ediles tras estos comicios aunque sigue siendo la fuerza más votada, con 7 concejales, y por cuyo gobierno local estarían en estos momentos negociando todos los partidos a todas las bandas: PP con 6 ediles, Vox con 2 concejales, Para la Gente -IU y Podemos con tres concejales, Quiero Maracena, que procede de una escisión del PP, con dos concejales; y Maracena 23, que tiene un concejal y cuyo fundador es, a su vez, un antiguo PSOE.

La atomización de las fuerzas políticas en un pueblo de 22.000 habitantes quizás es un síntoma que explica la política de baja estofa que se practica, no siempre pero sí con frecuencia, en estos contextos habitualmente fuera del foco político que hoy encuentran un objetivo común: que Berta Linares, la alcaldesa, la que hizo match con Pedro en octubre de 2020, no coja de nuevo la vara de mando.

Nunca un algoritmo dio para tanto.

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