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Cataluña ante el 1-O

Temor entre los independentistas a que una baja participación reste credibilidad al 1-O

La diputada de la CUP Anna Gabriel, este miércoles.

Para que una victoria del en el referéndum del 1 de octubre otorgue fuerza suficiente a los independentistas como para poder mantener su pulso y avanzar hacia la independencia de Cataluña, es primordial que los ciudadanos que están en contra de la secesión vayan a votar. A poco más de dos semanas de que se celebre el 1-O, esa es una de las reflexiones más presentes entre los dirigentes del bloque independentista, que tienen pensado apelar también a este tipo de votantes en la campaña electoral que comenzará a las 00.00 de este viernes para evitar que en la consulta terminen votando sólo quienes apuestan por la independencia.

En la consulta que se celebró el 9 de noviembre de 2014, la pregunta que se hizo fue doble –"¿Quiere que Cataluña sea un Estado?" y "en caso afirmativo, ¿quiere que este Estado sea independiente?"–, y la victoria del a las dos cuestiones fue aplastante: nada menos que un 80,76% de quienes votaron lo hicieron por esta opción. Pero la participación en la votación, que únicamente era de carácter consultivo, descafeinó mucho los resultados, ya que únicamente acudió a depositar su papeleta el 37% de los ciudadanos convocados, y tan sólo el 4,54% del total optó por el no.

En esta ocasión, la Generalitat se ha esforzado por asegurar que la consulta sí será vinculante y se ha hecho cargo completamente de su convocatoria y organización. Pero, con el antecedente del 9-N, los independentistas quieren evitar que una escasa participación reste fuerza a la votación, y por ello admiten que tienen la necesidad de movilizar al menos a una parte de los no independentistas para que vayan a votar el 1 de octubre. "Para que el referéndum tenga suficiente legitimidad [para seguir adelante con la independencia], necesitamos que la gente del no también participe", reconoce un dirigente independentista.

Estas fuentes explican que el "escenario ideal" para el bloque independentista conformado por PDeCAT, ERC y la CUP al día siguiente del referéndum sería el de "una victoria por el 55% de los votos, con en torno a un 65% de participación", porque eso implicaría que una porción importante de ciudadanos contrarios a la independencia se habrían sentido apelados por la consulta y habrían acudido a las urnas. Pero "todo lo que pase del 55% de la participación nos viene bien", cifra a este respecto un dirigente independentista, que cita como referente el referéndum de independencia que se celebró en Montenegro en 2006 para separarse de Serbia. La UE impuso que esa votación sólo tendría validez si participaba más del 55% de la población, y el independentismo tiene previsto utilizar ese precedente si en el referéndum catalán se supera ese porcentaje.

Fuentes de la CUP, por su parte, comparten estas tesis, aunque se muestran más cautas y rechazan hablar de cifras concretas de participación. "Es obvio que, sin una participación alta, la idea del referéndum vinculante pierde fuerza, pero a la vez hablar de un porcentaje concreto de participación no te garantiza que vaya más gente a votar", explica un dirigente de la formación, que insiste en que "tampoco es cuestión de validar el argumento de que si no participa la gente del no, el referéndum no vale".

Por ello, estas fuentes aseguran que la CUP centrará sus mensajes de campaña destinados a este bloque de ciudadanos en "hablar de la necesidad de salir a votar frente a un Estado que nunca lo va a autorizar". Esa, de hecho, es la idea que defienden desde hace meses muchos dirigentes independentistas. "El proceso en Cataluña tiene un eje: democracia sí o democracia no", resumió a finales del año pasado el diputado republicano Gabriel Rufián.

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Rajoy pide no acudir a las mesas electorales

Asimismo, y aunque insiste en que finalmente no se celebrará, el Gobierno central también es consciente de la importancia que tendrá el porcentaje de participación en el referéndum para la interpretación de los resultados. De hecho, este miércoles, el presidente Mariano Rajoy se dirigió explícitamente a los ciudadanos para desaconsejarles que participen en el referéndum aunque les convoquen a las mesas electorales. "Les pido a esas personas que no vayan, aunque les citen, porque sería un acto ilegal", planteó Rajoy, que hasta el momento sólo se había dirigido a los alcaldes, a los directores de colegio y al resto de funcionarios para que no participasen en la consulta.

Para los independentistas, esta actitud responde a una "campaña" que busca que los ciudadanos que tienen intención de votar contra la independencia terminen renunciando a participar en el referéndum por temor a las consecuencias. "La campaña del Estado pretende asustar a la gente del no, y precisamente a nosotros lo que nos interesa es dar la mayor normalidad posible al 1-O", plantean las fuentes consultadas por infoLibre a este respecto.

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