La portada de mañana
Ver
El Gobierno sacará adelante el plan de reparación para víctimas de abusos con o sin la Iglesia

Política

La tímida subida del PSC frustra las cábalas presidenciales de Miquel Iceta

El candidato del PSC, Miquel Iceta, en un acto de campaña.

El PSC sube, pero poco. Pone fin a una dinámica de continuas bajadas desde 1999, pero el rebote es suave. De 16 escaños en 2015, a 17 ahora. En porcentaje, del 12,72% al 13,88. Nada espectacular. En votos pasa de 523.283 a 602.969, con el 99,89% de las papeletas escrutadas. Los tiempos en que el PSC era la fuerza más votada siguen siendo historia sin visos de repetirse. Los 52 parlamentarios que consiguió en 1999 Pasqual Maragall (sumando los 16 de Ciutadans Pel Canvi) se antojan hoy una quimera. La hipótesis Iceta, según la cual saldría president como opción más aceptable para el conjunto de las fuerzas políticas en un escenario postelectoral laberíntico, se ha derrumbado como un castillo de naipes.

Es verdad que el PSC sube mientras los comuns y el PP bajan, pero también que Pedro Sánchez no puede esgrimir los resultados a nivel estatal como su primer gran logro. El PSC se queda como cuarta fuerza política, lejos de Esquerra en la izquierda, a un océano de Ciudadanos en el llamado "bloque constitucionalista". El partido naranja ha socavado profundamente la posición del PSC ante su supuesto electorado natural. El PSC no es hoy en día un partido que compita por la victoria electoral en Cataluña. Además Miquel Iceta no es decisivo para los tiempos que se avecinan. Hay subida, sí. Pero nada de éxito. 

La subida del PSC se produce en su plaza fuerte, Barcelona, donde pasa de 12 a 13 escaños. En el resto de provincias se queda igual: un escaño en Lleida, otro en Girona y dos en Tarragona. El PSC sube en tres de las cinco principales ciudades de Cataluña: Barcelona (de 11,49% a 15,17%), Sabadell (de 14,5% a 16,10%) y Badalona (de 14,52% a 16,96%). Se queda igual en L'Hospitalet de Llobregat (22,96%). Y baja tímidamente en Terrassa (de 15,02% a 14,91%).

El candidato socialista se ha pasado la campaña subido a la hipótesis, ciertamente optimista, de que podría acabar investido como presidente. No es que no supiera que todas las encuestas apuntaban a que el PSC sería cuarta fuerza política. Es que pensaba que los vientos tornadizos de la política catalana podían acabar soplando a su favor. Si ninguno de los dos bloques lograba una mayoría, no tenía por qué ser president el más votado, ni el segundo, ni el tercero. Sería president el que obtuviera los apoyos necesarios en el Parlamento. Y aquí Iceta contaba en teoría con mejores cartas que otros. ¿Por qué? Porque su posición centrada lo hacía en teoría defendible para más opciones políticas, al menos en la investidura. Sobre el papel, no hay un solo partido en Cataluña que sitúe a Iceta como principal enemigo a batir. Un activo en los tiempos convulsos de negociación –y cesión– que se en teoría se iban a avecinar, y que llevaron a hablar de una posible solución Borgen, en referencia a la serie de culto sobre las intrigas políticas danesas, protagonizada por una primera ministra que encabeza una alambicada coalición.

Pero Iceta no será esa solución Borgen. No dan los números. Los resultados arrojan una mayoría independentista. El bloque del procés moverá ficha primero para elegir presidente y formar gobierno. Además queda claro que el fulgurante adelantamiento de C's al PSC es un fenómeno consolidado. Los socialistas no son ya ni siquiera rival directo del partido de Inés Arrimadas, que se mide cara a cara con los independentistas.

A Iceta le tocó el ingrato papel de ser el candidato del PSC en su momento más bajo. En efecto, los 16 diputados cosechados por los socialistas en 2015, con algo más de 523.000 votos, fueron el peor resultado del PSC en unas autonómicas, si bien hubo una segunda lectura más favorable: los socialistas evitaron el anunciado sorpasso de Catalunya Sí Que Es Pot. Un logro que ahora se repite. Pero un logro escuálido, si se mira el brillante historial electoral de los socialistas catalanes desde el restablecimiento de la democracia. En cinco elecciones (1984, 1988, 1992, 1999 y 2003) el PSC superó los 40 escaños. En 1999 y 2003, con Pasqual Maragall en la cabecera de la papeleta, el partido del puño y la rosa fue el más votado en Cataluña, aunque no el que obtuvo más escaños, en ambos casos CiU. Desde los 52 parlamentarios de 1999, el partido había vivido un descenso irresistible: 37 parlamentarios en 2006, 28 en 2010 (ambas con José Montilla), 20 en 2012 (Pere Navarro) y 16 en 2015 (Iceta). Ahora los socialistas, en el momento de mayor crisis social e institucional, han rebotado levemente. Sus mejores días aún quedan lejos, pero pueden decir que han frenado su dinámica descendente.

La carta de la "reconciliación"

Miquel Iceta ha jugado la carta de la "reconciliación", con frecuentes guiños a sectores del electorado nacionalista que pueden sentir, según el análisis de los socialistas, que el procés ha conducido a Cataluña a un callejón de salida, pero que al mismo tiempo consideran que la solución al problema debe ser "política". Es decir, fruto de una negociación. El apoyo del PSOE de Pedro Sánchez a la aplicación del artículo 155 por parte del Gobierno, y la machacona insistencia de los nacionalistas en presentar al PSC como parte del mismo bloque del PP y Ciudadanos, ya habían condicionado la posición de Iceta en el laberíntico tablero político catalán. Así que el líder socialista ha optado por mover ficha justo en sentido contrario, tratando de diferenciarse del llamado "bloque constitucionalista" con propuestas imposibles de suscribir por Inés Arrimadas (C's) o Xavier García Albiol (PP), caso del indulto de los políticos presos, que incluso hizo enarcar las cejas en Ferraz.

El indulto quedaría justificado por la "reconstrucción" y la "reconciliación" de Cataluña, que han sido sus ideas fuerza durante la campaña. Junto a esto, Iceta ha subrayado los déficit en política social del Gobierno independentista de Junts Pel Sí, tratando de no limitar al debate al "monotema" identitario. Ésa ha sido la oferta de Iceta: reconciliación nacional y prioridades sociales. Con esa oferta ha frenado el despeñamiento, pero no ha protagonizado una reacción electoral notable.

Ábalos: Los votos no indultan

Iceta da marcha atrás y afirma que hoy "no es posible" un gobierno de concentración

Iceta da marcha atrás y afirma que hoy "no es posible" un gobierno de concentración

El secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, admitió que los resultados del PSC no eran los deseados, pero destacó que en las circunstancias de "polarización" y de apelación de C's al "voto útil" del constitucionalismo, haber roto la tendencia a la baja es digno de ser tenido en cuenta. Negó que, pese a la frustración de las expectativas, el resultado sea un fracaso, porque no se puede "llegar a la conclusión de que una política basada en la conciliación es un fracaso", lo cual sería "fatalista".

Ábalos anunció que Pedro Sánchez acudirá este viernes a la reunión del Consell Nacional del PSC, tras la cual el secretario general comparecerá públicamente. No dejó mucho espacio para la sorpresa en el mensaje de Sánchez. Las coordenadas de la posición del PSOE quedaron claras. Ábalos instó al independentismo a abandonar la "unilateralidad" y a gobernar "para el cien por cien de los catalanes", no para "menos de un 47%". Insistió en que el independentismo no había ganado las elecciones "en votos", y en que para impulsar su proyecto tendrá que apoyarse en la CUP, que "más que indepedentista, es una fuerza antisistema".

Sobre el posible regreso de Carles Puigdemont a España, que podría aparejar su inmediata detención, afirmó que sobre cuestiones legales quienes deben pronunciarse son los jueces. Pero aclaró: "Los votos no resarcen absolutamente de nada que se haya operado de forma ilegal". Su mensaje fue claro: "No se pueden cometer los mismos errores". Ábalos invitó a Puigdmento y al resto de independentistas a "recuperar la senda de la cordura", en referencia al abandono de la vía unilateral.

Más sobre este tema
stats