La traición de las élites en TintaLibre de diciembre

TintaLibre

Hace tiempo que el mapa ideológico ha cambiado y una nueva reacción radical asoma desde las filas de la derecha y el neoconservadurismo poniendo en duda muchos fundamentos democráticos. Ya no se trata simplemente de líderes destacados que han cambiado de ideas y de chaqueta sino una corriente de fondo que, desde hace años, pone en tela de juicio a la propia Ilustración.

TintaLibre de diciembre quiere salir al paso de ese fenómeno con argumentos e ideas y lo hace tanto apuntando algunos casos arquetípicos del panorama hispanoamericano como también contextualizando el origen y la deriva de esta preocupante involución reaccionaria.

El consentimiento, tema central de TintaLibre de noviembre

La traición de las élites apunta, en primer lugar, a personajes que en su momento apostaron por la socialdemocracia, la revolución, la monarquía parlamentaria, el feminismo o el sindicalismo y con el tiempo han traicionado sus propios ideales. Ángeles Caballero retrata a Juan Carlos I, un rey que pasó de administrar una leyenda de eficacia al servicio de España y de la democracia para convertirse en un estorbo para la propia monarquía y que vive un bochornoso retiro en Dubái acosado por un pasado nada ejemplar. La escritora Lara Moreno traza a su vez un melancólico retrato de Felipe González, ese purasangre de la socialdemocracia europea de antaño que torpedea desde hace años a su propio partido. Pero el mayor icono de esta debacle ideológica quizás haya sido Fidel Castro, que, según el perfil del guionista cubano Alejandro Hernández, ha entregado Cuba a un dominio que no admite réplicas de ningún tipo: el hambre y las continuas carencias de la población. De igual modo, el que fuera un sandinista ejemplar, Daniel Ortega, comanda hoy con su mujer Rosario Murillo una encarnizada dictadura contra las libertades; la escritora nicaragüense exiliada en España Gioconda Belli nos lo recuerda. Dos figuras más recientes apuntan también a esa preocupante involución: José María Fidalgo parece sentirse mejor en compañía de Aznar que cuando recuerda sus tiempos al frente de CCOO. La periodista Ana Tudela apunta, por si cupiera duda, que nunca se sintió un compañero del metal. Por su parte, la figura de Amelia Valcárcel sirve de fondo para profundizar en los vericuetos del feminismo en España, según Clara Serra.

Ayudan a centrar esta traición de las élites los textos de fondo de Bernat Castany Prado, que en Las ideologías nenúfar señala de manera muy lúcida uno de los síntomas de lo que está pasando: “Si bien nuestros intelectuales tienen palabras entrañables para todos los tentáculos del Leviatán progre”, afirma con ironía, “hay una cuestión que les exalta sobremanera y es el nacionalismo. El de los otros, claro. Porque el suyo no es más que patriotismo constitucional”. En No es la edad, es el poder, Jordi Gracia amplía el diagnóstico: “La pérdida de poder e influencia de los intelectuales históricos los ha hecho propensos a la exageración y al ángulo dramático, a la magnificación nerviosa alimentada por un concentrado de patriotismo encendido y resistencialismo conservador”.

El lector encontrará también en las páginas de diciembre algunos nuevos ángulos de aproximación a las élites. Es el caso del reportaje ¿Qué es el dinero?, en el que la periodista Anna Pachecho se infiltra en una feria inmobiliaria de Barcelona, o el retrato de una nueva generación de influencers que quieren ser sus propios jefes y obtener un rápido conocimiento según Carlos Femenías. Pero si quieren revisar un arquetipo de cómo funciona el poder en la familia no se pierdan la reflexión de la escritora Laura Ferrero sobre Succession, una de las grandes series de los últimos tiempos.

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