Paren las rotativas

1994: dos españoles detenidos en Alemania con un "alijo de plutonio"

Portada de 'El Mundo' del 14 de agosto de 1994.

El 14 de agosto de 1994, las portadas de los periódicos traían temas variados, en estrecha relación con la época estival. Destacaba la detención de tres españoles con un alijo de plutonio en el aeropuerto de Múnich, posiblemente para la venta y fabricación de una bomba atómica, y el balance de Woodstock 1994, el festival conmemorativo de los 25 años del original de 1969, que renacía con el lema "dos días más de paz y música". Este verano, infoLibre repasa la historia española reciente a partir de las portadas de los principales periódicos de la época, un espejo de los temas que llenaban el debate público en las vacaciones de entre 1978 y 2002.

España saltaba a la plana internacional a mitad de agosto cuando la policía de Múnich informaba de la detención de "tres ciudadanos españoles [...] cuando intentaban introducir en Alemania 50 gramos de plutonio enriquecido, apto para la producción de armas nucleares" (Diario 16). Sobre la nacionalidad de los detenidos y la cantidad del material radioactivo, se especuló durante las primeras horas. Algunos semanarios y revistas alemanes como Der Spiegel o Focus diferían sobre esta información, que oscilaba entre "dos españoles y un colombiano"(así era) y "tres españoles", y 50 gramos y 500 gramos de plutonio 239, también conocido como plutonio enriquecido.

 

Lo cierto es que, más allá de lo pintoresco de los hechos, los detenidos "formarían parte de una red internacional de tráfico de material radioactivo que transportaría este desde Rusia a Alemania", explicaba el periódico Diario 16. Lo que ponía el foco en un asunto internacional de elevada importancia: el tráfico ilegal de materiales y armamentos de guerra rusos que, desde la desaparición de la Unión Soviética, no había dejado de crecer. Era la tercera vez en un mes que las autoridades alemanas interceptaban "un alijo de material radioactivo procedente de la desaparecida Unión Soviética". Se trataba de dar salida al ingente arsenal soviético acumulado durante la Guerra Fría.

Los españoles, que viajaban en un vuelo de Lufthansa, habían embarcado en Moscú y guardaban el plutonio en el equipaje. El diario El País informaba: "El material intervenido ha sido analizado por el Instituto Europeo para el Transuranio, que ha llegado a la conclusión de que el plutonio 239 podría haber sido utilizado para la fabricación de una bomba atómica". La noticia tuvo inmediatas reacciones políticas. El canciller alemán Helmut Kohl calificó los hechos como un "peligro muy serio que no afecta solo a Alemania", en referencia a la responsabilidad compartida con Rusia en la persecución de los delitos de tráfico de materiales radioactivos, por lo que anunció el envío de "un representante especial que pedirá explicaciones al presidente ruso, Boris Yeltsin", recogía El País en primera página.

En abril de 1995, una investigación del semanario Der Spiegel daba un nuevo giro a la historia. Según un "extenso y documentado reportaje de diez páginas", como lo describía El País, los servicios de espionaje alemanes montaron la operación de contrabando "para dar la impresión de que existe un mercado negro de material para fabricar bombas atómicas". La maniobra, "una de las acciones más aventuradas del espionaje alemán en sus 40 años de existencia" para la publicación, debía servir para favorecer al Gobierno en vísperas de las elecciones generales. 

Pese a que, según Der Piegel, los dos españoles y el colombiano detenidos "no tenían ni remota idea de lo que significaba el material nuclear", los tres fueron condenados por el juez. En julio de 1995, se declararon culpables de haber introducido ilegalmente el plutonio en el país, y fueron sentenciados a penas de entre cuatro años y diez meses, y tres años de prisión. "La sentencia decidida por el tribunal", publicaba ABC, "se sitúa por debajo de las peticiones de la fiscalía, entre otras razones por haberse confirmado en que hubo 'una clásica provocación policial de los hechos". 

Woodstock 1994, amor y muerte

Los periódicos que elevaron a portada la conmemoración del 25 aniversario del festival hippy por antonomasiahippy lo hicieron con diferentes enfoques y tratamientos. Woodstock 1994 acogió tanto a jóvenes aficionados como a nostálgicos veteranos de Woodstock 1969. Las primeras informaciones apuntaban una asistencia de "200.000 nostálgicos del 'hippismo' ", como titulaba La Vanguardia. Pero la multitudinaria asistencia sobrepasó de tal manera las previsiones de los organizadores y las medidas de seguridad que finalmente se estimó una cifra de unas 350.000 personas.

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Durante los días 12, 13 y 14 de agosto, la granja de Bethel acogió a grandes figuras como Joe Cocker, Bob Dylan, Stills & Nash, Salt'n Pepa, Metallica o Aerosmith. Solo seis grupos de Woodstock 1994 habían participado en el festival original, entre ellos Joe Cocker. Sin embargo, gran parte de las crónicas que llegaron a los periódicos españoles ponían el foco en otra materia: las drogas. Así lo hacía Diario 16, que titulaba: "Woodstock'94 es ya un éxito total". Y subtitulaba: "El primer día de festival registró tres muertes por consumo de drogas". O El Mundo, que utilizaba el tríptico "Drogas, sexo y rock and roll", sustituyendo el "sexo" por "confusión", y agregaba en el antetítulo: "Tres muertos por sobredosis en Woodstock". Para remarcar en el breve texto: "Woodstock'94 comenzó a rodar bajo gruesos nubarrones: tres personas muertas por sobredosis durante el primer día de 'paz y amor' ".

Los enviados especiales al pueblo de Saugerties, donde está ubicada la granja de Bethel, a 160 kilómetros de Nueva York, coincidían en el relato de la vista aérea del festival: "una inmensa ciudad de tiendas de campaña" (La Vanguardia) o "miles de tiendas de campaña, repartidas como setas por toda la granja" (Diario 16). No obstante, la visión más personal fue la del cronista de El País, que puso el acento en el aspecto generacional: "Los viejos policías aman a los nuevos 'hippies' ". Para dar paso al siguiente relato: "[...] las relaciones entre los jóvenes y las fuerzas del orden han mejorado ostensiblemente. Policías del Estado de Nueva York cuidan amorosamente de los nuevos hippies que colapsan el tráfico con sus automóviles en dirección a Saugerties. Nadie llama pigs a los agentes. En parte porque su labor es de agradecer".

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