¡La banca siempre gana! Helena Resano
No se sabe quién filtra pero sí quién autoriza. José Luis Ábalos es el impulsor del aviso al Gobierno y ha entendido que el material de alto voltaje es el filtrado hasta ahora. Es más, cree que no le perjudica. Y tiene algo de razón. Mucho ruido, poco fondo. Y sobre todo, ruido conocido. La prueba es que se habla más del origen de la filtración que del contenido. No es noticia que Sánchez tuviera relación con su número dos y ministro de Transportes. Lo anómalo sería lo contrario. De todo el serial, lo tranquilizador para el Gobierno es que deja la causa donde estaba, en el triángulo Ábalos-Koldo-Aldama. La polémica sería un Ábalos, sé fuerte, emulando el SMS de Rajoy. Pero no lo hay. Hasta el momento sabemos que al estallar el caso, la comunicación Sánchez-Ábalos se rompió. Con una cronología de mensajes publicados significativa: cinco años antes del ‘caso Koldo’ y en 2023, antes de las detenciones.
Después de unos cuantos seriales, la sorpresa de los WhatsApp es su contención. Medidos, controlados y hasta poéticos. Inocuos para los calificativos con los que cualquiera se despacha en sus comunicaciones personales y en momentos políticos que generaron más follón hacia fuera del que ahora leemos.
Que Sánchez es el secretario general del PSOE y dirige las cuestiones orgánicas es una obviedad. La moción de Castilla León y es de suponer que otras tantas. Puede delegar, pero el máximo exponente de los éxitos y fracasos orgánicos es él. La mala relación con algunos barones es conocida. Vistos los WhatsApp, los críticos dicen cosas peores en público contra el ejecutivo y el propio Sánchez. Felipe González, Alfonso Guerra, Emiliano García-Page o la propia Susana Díaz saben de sobra que no podrían entregar sus teléfonos para comprobar qué dicen de Sánchez. Tampoco podrían enseñar sus WhatsApp Feijóo y Tellado antes y durante los pactos con VOX en 2023, o Ayuso con los suyos hablando de Feijóo o el propio Feijóo con su equipo hablando de todos los demás.
El PP deforma tanto la realidad que está a punto de decir que los 22 millones de euros de Bárcenas en Suiza eran de Sánchez. Una utilización espuria de unos whatsapp que en off reconocen que no dan para mucho y en público los escalan hasta lo imposible
En la línea del PP, Javier Lambán y Emiliano García-Page han deslizado la comparación obscena entre el “petardos” y los SMS de Rajoy. El “Luis sé fuerte. Hacemos lo que podemos” implicaba un encubrimiento y una obstrucción a la justicia. El tesorero del PP estaba imputado y la comisión rogatoria había destapado 22 millones de euros escondidos en Suiza. Si se comparan los discos duros, están los WhatsApp de Ábalos frente a los destruidos por PP con los apuntes en B de la financiación ilegal, según Luis Bárcenas, víctima después de la operación Kitchen en busca de la destrucción de esos papeles. Del “petardo” de hoy a las mordidas de ayer hay un trecho que pasa por esos discos duros destruidos a martillazos en Génova 13. Cualquier comparación es obscena. En palabras de Esteban Urreiztieta, autor de la exclusiva: “La gravedad del asunto (Gürtel) es incomparable”.
El PP deforma tanto la realidad que está a punto de decir que los 22 millones de euros de Bárcenas en Suiza eran de Sánchez. Una utilización espuria de unos whatsapp que en off reconocen que no dan para mucho y en público los escalan hasta lo imposible.
Por ir al detalle del único hilo de WhatsApp que ha pasado por la justicia. En el rescate de Air Europa no hay llamada de Javier Hidalgo a Begoña Gómez. Hay un ‘dicen que dice que…’. Según el sumario, Víctor de Aldama –en ese momento asesor de la aerolínea– comenta a Koldo García que Javier Hidalgo le ha dicho que “acaba de llamar a Begoña”. La realidad es que el presidente se interesa por una empresa estratégica en plena pandemia, una obligación cuando afecta a sectores clave y rescates millonarios. La operación se aprobó por la Comisión Europea con el visto bueno del Tribunal de Cuentas. Todavía hoy Air Europa sigue devolviendo el crédito. Y la Audiencia Nacional, la Audiencia Provincial de Madrid y el Supremo han rechazado investigar esa pieza.
El contenido de los mensajes revela una “historia política” –como vendió El Mundo en su primera entrega– y no un escándalo político. Tanto es así que el ‘Luis, sé fuerte’ forzó la comparecencia de Mariano Rajoy un 1 de agosto en el Senado en la legislatura de la mayoría absoluta del PP. Por contra, los WhatsApp no dan ni para amago de petición de comisión de investigación por parte del PP. Sin contenido penal en los mensajes ni irregular en lo político, queda la valoración de cada uno sobre el grado de agresividad del ‘petardo’, ‘pájara’ o el ‘hipócritas’ de Sánchez a los críticos. Y el debate sobre si la filtración de las comunicaciones privadas de un presidente en la prensa debe ser investigada o denunciada. Es un debate sobre quién filtra y a quién afecta. Y de momento, una piscina sin mucha agua y un incendio sin fuego.
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