Bomberos y toreros
En los años de “la jambre”, la necesidad empujó a muchos jóvenes a buscar dinero y fama como maletillas, atraídos por los influencers de la época que se hacían ricos con un par de corrías y salían en el papel cuché y el NO–DO por enamorar a mitos como Ava Gadner. Recorrían los caminos de España con su penuria en un hato (una muda de ropa, capote, muleta y hambre) con el objetivo de saltar a la arena de una plaza de toros para dar un capotazo y arriesgarse a una cornada o a ser arrestados por la autoridad. El diestro Manuel García El Espartero retrató el statu quo con la premonitoria frase “Más cornás da el hambre” antes de morir a los 29 años de edad por la cornada del miura Perdigón en Madrid.
La memoria registra tardes en que la dictadura programaba dos corridas en uno de los dos canales de TV, en blanco y negro, existentes y remataba la jornada con un partido de fútbol, todas las transmisiones locutadas por el inconfundible maestro Matías Prats. Acontecían dichas maratones lúdico–sedantes coincidiendo con graves acciones de gobierno. Como alternativa, había espectáculos en los que a la crueldad animal se sumaba la ejercida sobre personas afectadas por lo que antaño se conocía como enanismo para que el público se riera de las embestidas y revolcones sufridos por la infausta troupe del Bombero torero.
Uno de los presuntos valores “culturales” de las corridas de toros, defendidas a ultranza por las derechas, es la capacidad de distracción popular que tuvieron siglos atrás. La dictadura las utilizó para despistar al hambre y anular el pensamiento crítico del pueblo llano. Hoy, las derechas intentan recuperar esa “fiesta”, obsoleta y decadente, en la era de la TDT e internet, derrochando un pastizal de dinero público detraído de inversiones en Servicios Públicos esenciales para un Estado del Bienestar desmantelado por la ideología neoliberal.
Es desolador ver cómo dan capotazos a todos los desastres para eludir sus responsabilidades competenciales, y largas toreras a la verdad con bulos y manipulaciones, a fin de culpar al Gobierno Legítimo de la muerte de Manolete
Mientras arde España como nunca, las derechas vuelven a demostrar su incompetencia para gestionar cualquier contingencia no beneficiosa para las élites económicas y empresariales, como en el franquismo y las monarquías que lastraron ayer y lastran hoy el progreso y la modernidad de este país. Es desolador ver cómo dan capotazos a todos los desastres para eludir sus responsabilidades competenciales, y largas toreras a la verdad con bulos y manipulaciones, a fin de culpar al Gobierno Legítimo de la muerte de Manolete.
La actividad política de Feijóo y sus bandas autonómicas, mientras arden montes y pueblos, se concentra en incendiar a la opinión pública culpando a otros. Nada nuevo. Mazón, desmantelada la UVE, acusa a la delegada del gobierno y a la AEMET. Castilla y León y Galicia, privatizada la extinción de incendios, piden más medios. Ayuso (Miami vice) culpó de las 7.291 muertes a Simón y a Iglesias. Bendodo tapa la mala gestión de Bonilla, Mañueco, Rueda y Guardiola, los suyos, acusando a Protección Civil por decir lo que pasa.
Las derechas exigen al Gobierno más medios de los que hay a causa de los recortes que ellas aplican. Muchas personas votantes de las derechas, afectadas por los estragos de la política neoliberal y de la ideología negacionista del PP y de Vox, se quejan ante los micrófonos de las consecuencias de ahorrarse 50 € en los impuestos autonómicos a cambio de disfrutar de corridas de toros y procesiones todo el año. Es lo que tiene votar cegados por los trajes de luces y elegir la papeleta con muy pocas luces: privatización de medios y ninguneo a las cuadrillas de bomberos para subvencionar cuadrillas de toreros.
A nadie debe extrañar que el bombero torero Feijóo contemple feliz cómo arde el país por la falta de medios y la precariedad de los bomberos que su ideología neoliberal provoca. Un torero al frente de una Consejería de Cultura da idea del nivel de gestión de la derecha.
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Verónica Barcina es socia de infoLibre.