Cataluña

Illa 'amnistía' a Puigdemont con su reunión y trata de culminar la "normalización" política de Cataluña

El president catalán, Salvador Illa, junto al expresident Carles Puigdemont.

En política, todo comunica. Y la elección del president catalán Salvador Illa de inaugurar el curso político con una reunión en Bruselas junto a Carles Puigdemont, el expresidente de la Generalitat y actual líder de Junts, no es casual. El contexto lo explica —casi— todo. La portavoz del Govern, Silvia Paneque, aseguró este martes que la cita responde a la culminación de la ronda de contactos que el jefe del Govern quería llevar a cabo con todos sus antecesores y la desvinculó de asuntos nacionales como la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, pero a nadie se le escapa que la petición se produjo solo unos días  después de que el catalán regresara de las vacaciones compartidas con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la isla canaria de Lanzarote.

Paneque aseguró que el encuentro se celebra ahora porque es el momento "oportuno" después de que el Tribunal Constitucional validase la ley de Amnistía que, sin embargo, el Supremo se ha negado repetidamente a aplicar a Puigdemont y a otros dirigentes del procés investigados o sentenciados por malversación. Y ello pese a la literalidad de la norma y a su intención expresa, recogida tanto en su exposición de motivos como por los grupos que la apoyaron en el Parlamento durante su tramitación, de hacerla efectiva para el expresident y los demás líderes procesados. Un hecho que Puigdemont ha recurrido ante el órgano de garantías, que deberá pronunciarse. Si, como se espera, el Constitucional otorga finalmente el amparo a Puigdemont y acusa de nuevo al Supremo de vulnerar garantías penales básicas, podría producirse un nuevo choque de trenes, como ya ocurrió con los ERE.

La reunión duró aproximadamente una hora y media y se produjo a puerta cerrada en la delegación de la Generalitat en Bruselas. Desde el primer momento los equipos de ambos se mostraron muy discretos sobre el contenido y, al término de la reunión, ambos se marcharon sin realizar declaraciones. La valoración de ambos llegó únicamente a través de las redes sociales. El president catalán fue el primero en relación destacó, a través de su cuenta de X, que "el diálogo es el motor de la democracia para que Cataluña siga avanzando". "Hoy damos un buen ejemplo", escribió, en un post en el que adjuntó fotografías del encuentro. Por su parte, el líder de Junts agradeció la "amabilidad" y la "conversación" de Illa pero lamentó que la conversación tuviera lugar en Bruselas y no en Barcelona: "Ha vuelto a quedar claro que no vivimos en una situación de normalidad", remarcó.

Un encuentro por orden de Sánchez que llega "tarde", según Junts

A juicio del secretario general de Junts, Jordi Turull, el encuentro llega "tarde" porque se produce un año después de las reuniones que Illa mantuvo con el resto de los presidentes autonómicos de Cataluña para mostrar respeto institucional pero, sobre todo, normalización política tras los turbulentos años del procés. Entonces, el equipo de Illa justificó no reunirse con Puigdemont por no estar retirado de la política activa como sus antecesores al ser líder de Junts y presentarse a los últimos comicios autonómicos de 2024, en los que se enfrentó a Illa y posteriormente protagonizó una sonada reaparición.

Turull, en una entrevista en TV3, considera que la petición responde a un encargo expreso de Sánchez tras el encuentro en Lanzarote donde, según el número dos de Junts, recibió "instrucciones" de mantener una reunión con el expresidente catalán. Turull aseguró que se trata de un encuentro que su partido no había pedido, ya que "cuando tocaba hacerla no la quisieron hacer" y que llega "más de un año tarde", aunque los posconvergentes sí han solicitado en más de una ocasión este encuentro que se produce, además, después de que el principal interlocutor del PSOE, Santos Cerdán, esté en prisión preventiva por el 'Caso Koldo'.

Desde la Generalitat niegan que Illa busque convencer a Puigdemont de aprobar las cuentas públicas, pero lo cierto es que el horizonte parlamentario no es favorable al Gobierno. La incógnita de Junts sigue condicionando la estabilidad de la legislatura y cualquier acuerdo relevante, pero igualmente decisiva es la posición de Podemos, contrario a cualquier acuerdo de fondo con el PSOE y Sumar y cuyos dirigentes hace ya meses que dieron por agotada la legislatura. Antes del parón estival, algunos socios parlamentarios señalaban que sería más complicado convencer a los morados de apoyar unos nuevos PGE que a los posconvergentes, que quieren seguir teniendo protagonismo en la política nacional.

Puigdemont busca su "amnistía política" y recuperar protagonismo

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Para Puigdemont el encuentro ha supuesto una suerte de "amnistía política" que lleva reclamando desde que comenzó la legislatura y con la que busca recuperar relevancia y ser reconocido como un actor clave no sólo en Cataluña, sino en la gobernabilidad de España. Es más, en los últimos meses se ha producido un acercamiento auspiciado por el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, a la formación independentista para tratar de convencer a los siete diputados de Junts de apoyar al PP de cara a una eventual moción de censura. Fuentes al más alto nivel del PP revelaron en enero de 2024 que sopesaron, durante 24 horas, conceder la amnistía a Puigdemont, la principal exigencia de Junts para dar su voto a favor de la investidura de Pedro Sánchez.

El Gobierno, desde entonces, defendió este texto como una vía para culminar la hoja de ruta para la normalización política y social en Cataluña después de una década de enfrentamientos que tuvieron su máxima expresión en el referéndum del 1-O y la posterior declaración unilateral de independencia acordada por el Parlament. En el Ejecutivo y también en la Generalitat argumentan que sus decisiones políticas han contribuido al objetivo de "desinflamar" Cataluña y por ese motivo sólo el 38% de los catalanes quiere hoy la independencia (el mínimo histórico de la serie), según el último barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (el CIS de la Generalitat).

Más allá de declaraciones explosivas y huidas mediáticas, en sus años alejado de España Puigdemont no ha conseguido internacionalizar el procés, ni replicar estructuras institucionales. Tampoco mantener la unidad del independentismo ni su mayoría en el Parlament. Se fue a Bélgica en 2017 para evitar ser juzgado por su participación en la organización del referéndum ilegal del 1-O y la posterior declaración unilateral de independencia. Desde Waterloo ha ejercido de líder moral de Junts y en las pasadas elecciones de mayo fue el candidato de la formación, pero no logró ganar a Illa, que representa su antítesis política.

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