Los privilegios de Sarkozy en la cárcel, un "auténtico disparate" que indigna al personal penitenciario
“No pido ningún privilegio”, “ninguna ventaja”, “ningún favor”, repitió Sarkozy en numerosas entrevistas concedidas a medios de comunicación afines (Le Journal du dimanche, Le Figaro, La Tribune dimanche) desde su condena el 25 de septiembre por asociación ilícita en el caso de la financiación libia, y antes de su encarcelamiento el 21 de octubre.
Aunque quiere compararse con Edmundo Dantés y el capitán Alfred Dreyfus, el preso Nicolas Sarkozy disfruta, en realidad, de unas condiciones de detención tan privilegiadas como inéditas. Es cierto que es el primer jefe de Estado encarcelado bajo la V República y que el único precedente se remonta a Philippe Pétain.
Acabamos de saber que el expresidente, aunque se encuentra en el módulo de aislamiento de máxima seguridad de la prisión de La Santé, contará con la presencia de dos agentes de seguridad armados en una celda contigua a la suya las veinticuatro horas del día durante todo el tiempo que dure su encarcelamiento. Se trata de dos policías del servicio de protección (SDLP), encargado en particular de la seguridad de personalidades importantes.
Ninguno de los profesionales de la prisión y de la justicia consultados por Mediapart conoce la existencia de un precedente similar. Ni Maurice Papon, ni Alain Carignon, ni Georges Tron, que fueron ministros, tuvieron derecho a un trato tan favorable durante su detención.
El ministro del Interior, Laurent Nuñez, justificó esta medida excepcional por “su estatus y las amenazas que pesan” sobre él. En concreto, el dispositivo de protección habitual —clásico para los expresidentes— “se ha mantenido durante su detención”, prosiguió. “Es una decisión destinada a garantizar su seguridad”.
Según uno de los abogados de Nicolas Sarkozy, Jean-Michel Darrois, la administración penitenciaria y el ministerio de Justicia consideraron que el riesgo dentro del establecimiento parisino justificaba asignarle dos agentes. “No es cuestión de correr el más mínimo riesgo en lo que respecta a la seguridad de un expresidente”, explicó también a la AFP una fuente cercana al caso, sin dar más detalles.
Sin embargo, unas horas antes, el director de la administración penitenciaria había detallado unas medidas de detención que parecían ya más que suficientes sin necesidad de policías. El exjefe de Estado sería recluido en una celda del módulo de aislamiento de La Santé, con el fin de garantizar tanto “la seguridad del Sr. Sarkozy como el buen orden del centro”, había explicado Sébastien Cauwel antes del encarcelamiento, en RTL, precisando: “El objetivo es que nunca se cruce con otros reclusos, ni en su celda, ni en las salas de actividades, ni en el patio, ni en las visitas”.
“Un auténtico disparate”
“La presencia de policías armados en la cárcel es contraria a todas las leyes. ¡Es algo nunca visto, un gran disparate!”, exclama un alto cargo de la administración penitenciaria consultado por Mediapart. En aislamiento, Sarkozy no se cruzará con ningún recluso, siempre habrá dos o tres guardias con él para sus desplazamientos y todo estará bloqueado. Sabemos cómo garantizar la seguridad de los personajes famosos encarcelados.”
Para este responsable, la seguridad del expresidente no es el verdadero problema: “Si hay policías con él, es para mejorar su detención, nada más. Ya puestos, podríamos abrir otra celda para su mujer o sus amigos.”
Contactado por Mediapart, el responsable del sindicato FO Pénitentiaire de la prisión de la Santé no oculta su sorpresa y perplejidad ante esta gran primicia. “Estábamos en total ignorancia y aún esperamos explicaciones”, explica Hugo Vitry. “Esto nunca ha ocurrido en La Santé. Las personas uniformadas sólo pueden entrar como reclusos. No pusieron policías ni a Claude Guéant ni a Patrick Balkany, que ni siquiera estaban en aislamiento, sino en el módulo de vulnerables, y todo transcurrió sin incidentes. No sabemos muy bien si se trata de facilitarnos la tarea o de reprocharnos una falta de profesionalidad. En cualquier caso, no es un mensaje muy positivo”.
Solo hay quince celdas en el módulo de aislamiento de La Santé. Aislado y altamente protegido, este sector está ocupado por miembros de redes criminales, terroristas o personas amenazadas, como lo estaba el policía que mató al joven Nahel Merzouk en Nanterre.
No tienen nada que hacer allí, no tienen experiencia en el funcionamiento de un centro penitenciario. […] Es un corte de mangas, un desprecio al personal penitenciario
“Los reclusos nunca se cruzan, ni en el gimnasio, ni en la biblioteca, ni en el patio o en la sala de visitas, y van acompañados de un vigilante en todos sus desplazamientos”, añade Hugo Vitry. La gestión de las salas de visitas de Nicolas Sarkozy puede que también sea excepcional. “¿Hará cola Carla Bruni con todos los demás? ¿Estará al mismo tiempo que las demás familias de reclusos en la sala de visitas? Ya veremos”, dice el vigilante.
Según Le Figaro, Carla Bruni ya pudo visitar a su marido el 21 de octubre, “escoltada por su propio equipo de seguridad” y “entrando por una zona disimulada”, mientras que las familias de los reclusos normalmente deben solicitar una visita con antelación. También la visita anunciada del ministro de Justicia, Gérald Darmanin, a su amigo Nicolas Sarkozy en La Santé es algo totalmente inédito.
¿Es realmente la seguridad de Nicolas Sarkozy lo que está en juego en la asignación de esos dos policías, que ya habían sido asignados a su protección y que se ofrecieron voluntarios para acompañarlo a la prisión? La CGT Pénitentiaire no opina lo mismo. “No hay ningún valor añadido, sabemos hacerlo muy bien. Pertenecemos al ministerio de Justicia, debemos garantizar la vigilancia y la seguridad, y no nos supone ninguna dificultad hacerlo. No veo por qué el ministerio del Interior tendría que intervenir en las detenciones”, declaró Nicolas Peyrin en RMC, en nombre del sindicato.
Esta medida excepcional ha sido muy mal recibida por la administración penitenciaria. ¿Policías en la cárcel? “No tienen nada que hacer allí, no tienen experiencia en el funcionamiento de un centro penitenciario”, declaró Wilfried Fonck, del sindicato Ufap-Unsa Justice, en RTL. “Más bien vamos a tener dos lastres adicionales. […] Es un corte de mangas, un desprecio al personal penitenciario.”
Foco sobre las condiciones de detención
Nicolas Sarkozy está recluido en una cárcel modelo, que fue objeto de una profunda renovación entre 2014 y 2019. Sin embargo, la tasa de ocupación de la prisión roza el 190 %. Sobre todo, tras décadas de políticas represivas, las condiciones de reclusión en las prisiones francesas, superpobladas y vetustas, nunca han sido tan indignas, como recuerdan regularmente el Observatorio Internacional de Prisiones (OIP) o el Controlador General de Lugares de Privación de Libertad (CGLPL). Un tema que no apasiona mucho a los políticos, salvo cuando uno de ellos entra en prisión.
Para la CGT Insertion probation, el concierto de llorones y comités de apoyo a Nicolas Sarkozy oculta una realidad escandalosa. “Es una buena ocasión para recordar que el sistema penal y carcelario que él ha contribuido a endurecer desde los años 2000 está hoy al límite de sus posibilidades. Penas mínimas, caso Pornic, responsabilidad de los agentes del ministerio, severidad, celeridad..., son muchas las órdenes dadas por él desde hace más de veinte años a todos los actores de la justicia penal”.
“La prisión preventiva está lejos de ser una excepción en materia penal, y en este caso, un trato extraordinario”, recuerda la CGT Insertion probation. “Este es precisamente uno de los nudos del problema del hacinamiento carcelario en Francia y debería hacernos reflexionar colectivamente sobre el caso de Nicolas Sarkozy, pero también sobre los otros 22.499 presos preventivos.”
Por otra parte, los privilegios del recluso Sarkozy, como su encuentro en el Elíseo con el presidente Macron antes de su encarcelamiento y antes de la visita anunciada a la prisión de La Santé del ministro de Justicia, Gérald Darmanin, constituyen una forma inédita y malsana de presión sobre la justicia: en concreto sobre los jueces que tendrán que pronunciarse sobre su solicitud de libertad y sobre los que tendrán que volver a juzgarlo en apelación en el caso libio. El Sindicato de la Magistratura (SM) se muestra indignado en un comunicado por este “atentado contra la independencia de la justicia” y “una confusión de funciones inaceptable en un Estado de derecho”.
En definitiva, los privilegios de todo tipo concedidos al recluso multiconvicto Nicolas Sarkozy deben considerarse como lo que son: favores y prebendas justificados esencialmente por su pertenencia a una élite político-socioeconómica. Nicolas Sarkozy es tratado como un monarca republicano.
Muy lejos del principio de igualdad de los ciudadanos ante la ley, el trato de favor del que goza es también la marca de una justicia de clase. El poder actual da así la razón a los políticos y a los ejecutivos que consideran que su lugar no está en los tribunales, y mucho menos en la cárcel. ¿Temen por sí mismos?
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Un amigo de Nicolas Sarkozy, el empresario Jean-Claude Darmon, expresó crudamente, el 21 de octubre en Europe 1, lo que piensa su casta: “Es un shock para gente como nosotros, no estamos hechos para la cárcel, no somos animales, ¡es terrible!”.
Traducción de Miguel López