Aprovechemos para cargarnos las pilas
Desde hace ya algún tiempo, estas fiestas de fin de año son una pesadilla. No porque no esté contento de aprovechar la ocasión y pasar una noche con la familia o con los amigos, ni porque puedo coger una semana de vacaciones, sino porque ese disfraz del que se viste la ciudad, la gente que puede permitírselo y la publicidad que nos proporcionan los medios, me indispone. Pienso, incluso que, con una guerra a la puerta de casa y probablemente con una guerra generalizada en el horizonte, es, por lo menos, obsceno.
Hoy en la SER en una crónica un periodista se felicitaba porque por lo menos esta noche “el ruido se desvanecería”: los despidos en Profand, en Alcampo, en Amazon, en Getronics, los ERES en Telefónica, en Arcelormittall, en Cruz Roja, la lista no es exhaustiva… ¿Es a ese ruido al que se refería? Esta noche, como las siguientes, continuarán los ataques de la patronal contra la clase trabajadora, las bombas continuarán cayendo en las regiones en guerra, la hambruna continuará en Gaza y en los países que la padecen ya desde hace tiempo. Ese ruido solo se desvanecerá esta noche en los medios de comunicación.
¿Quizás se refería al ruido provocado por Albiol en Badalona? Seguramente que los desalojados de Badalona estarán pensando en este instante qué receta de pavo utilizarán para complacer a sus invitados. Como los más de cuatro millones de personas que viven con 644 € al mes o los 12,5 millones de personas en el umbral de la pobreza.
Aprovechemos estas fiestas para recargar las pilas y prometerles a la patronal y a sus vasallos un mal año 2026
En donde no habrá ruido, no siendo el que harán al abrir las botellas de champán, es en casa de los Botín, de los Ortega y de los accionistas que vieron sus dividendos dispararse.
Y ya no hablo con qué placer acogerán las trabajadoras y trabajadores los discursos de felicitación pronunciados aquí o allá, por los que están ocupando la palestra representando los intereses de la gran burguesía, seguro que sus discursos tendrán un impactante efecto sobre los explotados y explotadas, no solo en nuestro país sino en todos aquellos en donde el gran espectáculo navideño intenta mostrar que la felicidad chorrea por las calles de sus países respectivos.
En el siglo XXI, en donde nada es igual ni comparable al siglo XX, según algunos intelectuales, la clase obrera ya no existe, el marxismo es una herramienta anticuada, los partidos tienen que ser transversales (tiendas de ultramarinos en donde hay de todo), hasta incluso el socialismo del siglo XX tiene que cambiar de versión y pasar a la del XXI… todo sigue igual e incluso peor que en el siglo XX.
Aprovechemos estas fiestas para recargar las pilas y prometerles a la patronal y a sus vasallos un mal año 2026.
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Mario Diego Rodríguez es socio de infoLibre.