Ayuso en el 'Circus MÁR'

Verónica Barcina

Hay que reconocerle a Miguel Ángel Rodríguez su valía y habilidad para dirigir a la troupe compleja y variopinta que ejecuta sus espectáculos en las pistas del circo nacional. Nada escapa a su control: PP, Vox, medios de comunicación, empresarios, inversores, jueces y fiscales ejecutan sus numeritos cada vez que este jefe de pista les da paso con voz pastosa y mirada vidriosa. El Circus MÁR cuenta con el mérito indiscutible de haber convertido en estrella a un personaje tan vacuo, frívolo, ridículo e insustancial como Díaz Ayuso, alguien en cuyo currículo tan solo figuraba su desempeño de cuidadora de mascotas de una decrépita vieja gloria venida a menos a quien el público dio la espalda con indiferencia.

Maestro de ceremonias sin par, MÁR ha sabido combinar la función circense de su estrella con la incorporación de la mojiganga (representaciones breves a cargo de figuras ridículas y extravagantes) para distraer al público cuando la estrella atraviesa horas bajas o el número que representa no funciona como debiera. Esta especialidad ha contado en los últimos tiempos con artistas decadentes, como Toni Cantó, Nacho Cano o Leguina, que aún conservan cierto tirón populista y han ejecutado con maestría su papel de cortina de humo.

Políticamente, Ayuso es mediocre, en ocasiones patética, justo lo que necesitan su partido y las élites a las que representa para obrar a sus anchas, a sabiendas de que su caída sin red desde las alturas no supondría una pérdida irreparable para sus intereses. Lo mismo pasa con Feijóo, la polichinela usada por MÁR para realzar los numeritos de su marioneta. A pesar de la previsibilidad de las funciones, de los números añejos y toscos, el Circus MÁR vende entradas temporada tras temporada hasta casi completar el aforo, tal vez con la esperanza de que un león cercene una cabeza entre sus fauces que nunca es la del jefe de pista ni la de la payasa: la última fue la de Casado y está obsesionada con la de Sánchez.

Los leones del 'Circus MÁR' son tertulianos, plumillas y, feroces como ninguno, togados. Sí, los leones de maza y puñetas atraen al vulgo con sobrecogedores rugidos, un espectáculo antiguo que, desde tiempos del Coliseo, sigue funcionando en el circo para mitigar la escasez de pan

Los leones del Circus MÁR son tertulianos, plumillas y, feroces como ninguno, togados. Sí, los leones de maza y puñetas atraen al vulgo con sobrecogedores rugidos, un espectáculo antiguo que, desde tiempos del Coliseo, sigue funcionando en el circo para mitigar la escasez de pan. Sus afilados dientes y sus garras lacerantes destrozan a las víctimas que señala Rodríguez, pollice verso, ante el delirio de un público enardecido y ávido de sangre al que no le importa que ésta provenga de víctimas inocentes, mejor si son descuartizadas.

Se van a cumplir cinco años de la masacre ocurrida en las residencias de la tercera edad de la comunidad de Madrid que produjo la escalofriante cifra de 7291 víctimas caídas sin asistencia sanitaria por un Decreto de la Comunidad de Madrid que no afectó a residentes protegidos por un seguro sanitario privado. Los leones judiciales, en esta ocasión, están despedazando la esperanza de las familias de las víctimas que ven cómo sus señorías dan largas a las denuncias poniendo pegas de todo tipo a la espera habitual de la prescripción del delito en los idus de marzo, salvando la cabeza de los crueles verdugos.

Antes, la batuta de MÁR se movió con eficacia para salvar al clan Ayuso del pufo de Avalmadrid y de las comisiones por las mascarillas del hermano Tomás. La misma batuta es usada para que su señoría, domesticada leona, no consiga interrogar al ciudadano anónimo Alberto Quirón tras casi un año de instrucción (quinta intentona) después de su presunción de culpabilidad tras reconocer dos delitos contra la Hacienda Pública. La misma batuta que ordena a su otra señoría, león desmelenado, hacer todo lo posible y lo imposible para cazar al fiscal general del Estado, señalado por los bulos y la manipulación del implacable jefe de pista, en contra de los informes de la Guardia Civil, de la evidencia y del sentido común, pero con la absoluta certeza de que león no come león en las pistas del TS y del CGPJ.

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Verónica Barcina es socia de infoLibre.

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