Librepensadores

El dinero mueve el mundo, pero no lo mueve solo

César Pardo

La realidad de esta frase es innegable. Por desgracia, y por mucho que nos duela aceptarlo, a lo largo de toda la historia esto ha sido siempre así —excepto en las fábulas o epopeyas como la de El señor de los anillos, donde el bien triunfa sobre el mal, donde el mensaje que nos dan es que los buenos valores prevalecen sobre los más miserables—; y con esto no pretendo decir que el dinero no sea necesario, sino que no debería de ser el motor del mundo… pero lo es, somos conscientes de ello.

Por otra parte, ¿no somos libres de hacer con nuestro dinero lo que queramos? Es decir, desde tener 10 euros y gastárnoslos en una donación hasta en cenar en el McDonald de turno. Sabemos y creemos en que en eso sí somos libres, y que si no queremos no tenemos por qué entrar en el juego egoísta del capitalismo actual. Desde luego, hay situaciones y circunstancias en las que no tenemos más remedio que acatar las reglas del juego —una hipoteca, un hijo al que criar, un trabajo que mantener… en esas situaciones es difícil vivir conforme a nuestros valores y principios. En cambio, una vez que abandonamos el fundamentalismo del mercado, y con nuestro dinero en el bolsillo, nosotros decidimos:

- Nosotros decidimos si hacemos nuestra compra diaria en el supermercado más popular o, en cambio, vamos a la frutería, carnicería o pescadería de nuestro barrio, las de toda la vida, y ayudamos al pequeño comercio. Vaya por delante, como ya he dicho antes, que adoptar esta actitud depende también de las circunstancias de cada uno —no es lo mismo optar por la segunda opción porque no puedes optar por la primera que optar por la primera por voluntad propia.

- Nosotros decidimos si compramos la ropa en la multinacional de turno, asfixiada de dinero hasta las cejas y perpetradora de explotaciones laborales ocultas, o si lo hacemos en el pequeño negocio familiar, que tantos años se ha mantenido sin problemas y hoy en día se ve amenazado por el libre mercado y la globalización.

- Nosotros decidimos si nos alojamos en un albergue en contacto con la naturaleza, o en un hotel de lujo, que para hacerse un hueco arrambló con toda la naturaleza que había a su alrededor.

- Nosotros decidimos si a la hora de cenar nos vamos al bar donde nos conocen desde hace años o a la franquicia de turno que nos suministra un trato frío y distante.

Éstos son solo varias situaciones en las que nos podemos salir de la rueda capitalista. Consumir tenemos que consumir, es necesario, pero no de la manera que nos dictan. Está claro que no es fácil, que por inercia tendemos a tomar la decisión que nos dicta el mercado, que a veces hasta gastamos más tiempo buscando una alternativa más sostenible, o incluso sabiendo la alternativa no nos pilla tan a mano como un centro comercial, pero si se quiere luchar hay que empezar a engañar al sistema tal y como él nos engaña a nosotros. ¿Acaso hay una manera más eficaz y sutil que debilitar algo desde dentro?

César Pardo es socio de infoLibre

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