El independentismo naif

Una de las críticas que recibía el independentismo era su espíritu naif, al pensar que se podría conseguir una república próspera, sin pasar previamente por un periodo de crisis. Para argumentar estas afirmaciones, se hacían pronósticos de fugas de capitales, de inestabilidad bancaria, confrontación civil y un etcétera de escenarios catastróficos.

Ciertamente, el escenario pintado por los dirigentes catalanes tampoco se acercaba mucho a la realidad, intentando dibujar un mundo que no opone ninguna resistencia al cambio. Argumentos como que las empresas no se irían de Cataluña porque seguirán haciendo negocio, y donde hay negocio hay empresas son fáciles de comprar porque son ciertos, pero también es cierto que las empresas defenderán unos mayores ingresos, y un cambio de escenario como una independencia, hacia un futuro incierto, no asegura a esas empresas esos mayores ingresos, con lo que es de esperar que opongan resistencia a ese cambio.

Personalmente, creo que poca gente piensa que se pueda producir un cambio drástico de esta magnitud, sin pasar por un periodo de crisis, en mayor o menor medida. Y también creo que son pocos los que piensan que esa hipotética Cataluña independiente no acabaría saliendo de esa crisis en algún momento. Una vez calmadas las aguas, y con un horizonte mejor dibujado, los capitales vuelven a donde pueden hacer negocio.

Pero es en otro aspecto donde se ha demostrado esa visión naif del proceso, y es en la aceptación de ese proceso por parte del resto del mundo. Los catalanes han demostrado que estaban dispuestos a llegar hasta al final para exigir sus reivindicaciones, pero también han demostrado que no están dispuestos a defender esa postura. Una vez hecha la votación, y una vez declarada la independencia, la sociedad catalana ha aceptado sin ningún tipo de oposición, la disolución del Gobierno y la convocatoria de elecciones. Donde cabría esperar algún tipo de resistencia pacífica, para defender su postura, como una huelga general indefinida, ha aparecido una aceptación de vuelta al status quo.

Desde mi punto de vista, el independentismo catalán se ha rendido ante el coste del proceso, el movimiento social se ha apagado, la gente ha visto el coste de defender sus ideas, y no está dispuesta a arriesgar el confort del Estado actual, por la promesa de una república. Evidentemente los independentistas seguirán votando a los mismos partidos políticos, y a nivel parlamentario el escenario no cambiará mucho del actual. Y por si acaso, las acciones desproporcionadas de la justicia contra los dirigentes catalanes se aseguran de mantener a la gente suficientemente movilizada como para poder ganar rédito electoral fuera de Cataluña, pero creo que en ningún caso, aunque el Parlamento catalán muestre una configuración similar a la actual, hemos vuelto a la casilla de salida. No tiene sentido exigir una independencia que no se está dispuesto a defender.

Ahora solo queda volver a tender puentes para poder tener una sociedad cohesionada otra vez, y mostrar la comprensión entre nosotros que no hemos sabido tener hasta el momento. ________________

Pau Drudis de Bonis es socio de infoLibre