Margarita y Rubén Darío

Jose María Barrionuevo Gil

“Margarita, está linda la mar, /  y el viento /  lleva esencia de azahar; / yo siento / en el alma una alondra cantar; tu acento.” Estos versos nos los escribió para todos Rubén Darío.

Margarita, el mar sigue con sus olas y los aires, con sus alas y tú levantaste el último vuelo, cuando menos lo esperábamos. A algunos nos ha pillado muy lejos, pero no nos ha crecido la distancia. Y nos ha pillado lejos a algunos, porque la vida nos acerca y nos aleja. No nos aleja sólo la muerte. La vida también nos lleva y nos trae, nos junta y nos separa. La vida con su tierra adentro y la vida con su mar adentro nos lleva a todos en sus olas, aunque no sepamos nadar. Aunque todos seamos nadadores de altamar y también nadadores de secano, la vida nos termina hundiendo con la resaca.

Todos los días se presenta el Sol y sin nuestro permiso se vuelve a marchar. Tampoco le importa darnos un buen día. Tampoco le importa “darnos el día” y echarnos encima unas malas horas. Nosotros nadamos como podemos y las horas del día se nos suben y se nos bajan como las olas.

Y he aquí que un mal día, nos enteramos de tu marcha, una marcha distinta, no por nuestras calles, sino en otra dimensión, sin canciones, sin voces, sin consignas, sin cánticos, sin exigencias, sin reivindicaciones... Tu marcha nos ha pillado fuera de tiempo, de lugares y con el paso cambiado. Nos hemos sentido torpes y hasta parados completamente. No hemos entendido tu ausencia ni tu marcha tan temprano.

Rubén Darío no es solamente el autor de la Marcha triunfal, sino también el autor magistral del gran poema “A Roosevelt”, presidente americano al que tilda de invasor y cazador, el opresor del Norte. El poema parece, físicamente, un mapa de América, que tiene en la parte central una pequeña palabra que es “NO”, pronunciada por su pequeño país, Nicaragua, ante el poder norteamericano.

Margarita, nos conocimos en el 15M y hacíamos todo lo que podíamos, incluso nos tiramos días y días recogiendo firmas. En el 15M decíamos NO a una situación que nos infestaba la vida con una política bipartidista, que se estaba haciendo insufrible. Un juego de representantes que no nos representaban y que parecía que la luz que nos proponían estaba ya más que petrificada, como la antorcha de la estatua de la Libertad, esa libertad, petrificada también para la gran mayoría de los humanos de a pie, como nos daba a entender Darío.

Nos hemos sentido lejos de tu tierra, pero no alejados. Lejos de tu tierra, pero no desterrados de aquella tu compañía, porque siempre nos llenó tu activa presencia en los buenos y malos días, en los que íbamos cantando y exigiendo lo que no nos querían conceder, en justicia y en bien de todos y todas, aunque muchos no nos pudieran acompañar.

Rubén nos cantaba en el poema de Margarita, no sabemos si humildemente premonitorio con tus días: “Pues se fue la niña bella, / bajo el cielo y sobre el mar, / a cortar la blanca estrella / que la hacía suspirar”.

Todos y todas sabemos que es imposible recuperar el pasado. “Agua pasada no mueve molino”, pero siempre podremos usar las aguas que pasaron por tus manos para que no se pierda toda la fuerza que ponías en todos nuestros empeños..

Ahora, se nos ocurre, si es posible pensarlo, que Darío también se nos fue algo más joven que tú, pero tuvo tiempo de llamar a Roosevelt y a los suyos, a pesar de querer dominarlo todo y tenerlo todo, los sindiós. Quizás sea un acierto decir esto, ya que el Señor Presidente se llamaba Teodoro.

Margarita, te cuento que puede no ser casualidad que Rubén Darío nos hable de “la mar” por haberlo aprendido de los marengos malagueños, durante su estancia en Málaga durante unos meses.

Queremos que el aire se purifique también y no sigan proliferando los malos olores de los insultos, descalificaciones y bulos que nos contaminan

Darío, casi al final de “tu poema”, cambia las palabras  “tu acento”, que tanto nos sirvió, por la de “tu aliento” que esperamos que no deje de alentarnos durante nuestros días, y, al igual que el azahar, nos siga ayudando a seguir respirando con dulzura y trabajando con los demás y por los demás.

Queremos que el aire se purifique también y no sigan proliferando los malos olores de los insultos, descalificaciones y bulos que nos contaminan y hasta envenenan el aire político que respiramos.

Y para siempre, mientras podamos, que tu descanso  no nos permita descansar a todos y todas en favor de todas y todos, sin que el lujo de las exclusiones nos contamine lo más mínimo.

_____________________________

José María Barrionuevo Gil es socio de infoLibre.

Más sobre este tema
stats