Los matones van ganando

Paco Ochoa

Los matones van ganando.

El matón Benjamin Netanyahu va ganando y, ya sabéis, estaréis informados, hay una plaga de supuestos drones rusos sobrevolando aeropuertos europeos. Injerencias rusas en cada elección en Europa del Este. Pero de que Donald Trump solamente inyectaría dinero en las arcas argentinas a condición del triunfo de Milei ( "Fue una gran victoria en Argentina. Quiero felicitar al vencedor, que fue un gran vencedor y contó con mucha ayuda por nuestra parte. Contó con mucha ayuda. Le di un respaldo, un respaldo muy fuerte", sostuvo el presidente de Estados Unidos ante un grupo de periodistas) no escucharán en los medios generalistas las palabras injerencia estadounidense ni tampoco rescate a Argentina.

Todo ello en el plano internacional pero… ¿qué está pasando en casa?

Los matones van ganando porque están matando el lenguaje. ¿Cómo lo hicieron? Era normal tener un televisor en el salón capaz de construir una narrativa cotidiana mediante espectáculos, concursos de talentos… Hasta el punto de que, sin quererlo y un puñado de años antes, logramos abrazar y empatizar con aquellas personas con el síndrome de Errejón. 

Hubo gente que se alegró de que una de las caras de los discursos visibles del feminismo, presentada por parte de la izquierda desde una óptica masculina en la última década, fuera un déspota. Sin embargo, si nos miramos al espejo, pues siempre parece más cómodo criticar lo de fuera, el discurso agresivo en programas de máxima audiencia ha normalizado y respaldado las conductas verbales violentas. Hemos jugado y seguido el hilo como un gato tras un ovillo de aquellos personajes que, sin duda, han sobrepasado “el límite de la contradicción entre el personaje y la persona” – que diría Errejón.

Uno de esos personajes es Risto Mejide. El presentador de Mediaset comenzó este mal llamado juego de roles con un perfil duro en el concurso Tú sí que vales. Desconozco cómo es como persona pero sí se puede afirmar que, como personaje, rebasó una serie de límites que deberían ser inasumibles, convirtiéndose en pionero del lenguaje humillante –en su contenido y forma– y despreciable que asaltó nuestra vida diaria, como si fuera un renacuajo que, alimentado por su público, logró, ya convertido en sapo y saltito a saltito, alcanzar e inyectar su veneno en cada limo y cada roca de la orilla de nuestra convivencia, reforzando la violencia verbal ciudadana porque “ya es normal dirigirse así a otras personas, si sale en la televisión”.

Estas semanas, en pleno 50 aniversario del inicio de la ocupación marroquí en el Sáhara Occidental, los matones quieren ganar otra vez… pero esta vez, los matones son más

Tal vez sobrepasó “el límite de la contradicción entre la persona y el personaje”. Alguien se lo debería haber dicho para ayudarle. De lo que no hay duda es de que está de moda ser el matón, el chulo, el maleducado, el gritón, el que enseña las fauces y ya no solo es Risto, sino un séquito de youtubers y desinformadores que lanzan globos sonda desde sus canales contra todo lo que es diferente y pobre, un señuelo que siguen y en el que pican nuestros jóvenes españoles.

Estas semanas, en pleno 50 aniversario del inicio de la ocupación marroquí en el Sáhara Occidental, los matones quieren ganar otra vez… Pero esta vez, los matones son más: se han adherido a la lista la Unión Europea, Estados Unidos, Francia, Alemania, España y Reino Unido, reconociendo la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, en una decisión que, claramente, asesina el Derecho Internacional, que queda subordinado a la fuerza del matón, legitimada ahora, y que choca contra la Carta de la ONU, que prohíbe la expansión del territorio por la fuerza, y contra su resolución 2229 que, desde 1966, establecía que España debía realizar un referéndum de autodeterminación en el Sáhara Occidental.

Nos arrepentiremos porque, tarde o temprano, echaremos de menos esos valores y ese ideario democrático que aprobamos tras la II Guerra Mundial y que, palabra a palabra y bomba a bomba, los matones mediático-político-empresariales y, en última instancia, la sociedad, estamos rematando.

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Paco Ochoa es socio de infoLibre.

Paco Ochoa

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