Librepensadores

Ni plena normalidad democrática, ni democracia parcial

Mario Diego Rodríguez

Vaya jaleo que se armó en el gallinero “democrático” con las declaraciones de Pablo Iglesias a propósito de la “plena normalidad democrática” en España. Aquí hago un inciso, hay que conceder un título honorífico al término “normalidad”, como el más utilizado desde marzo 2020. Normalidad, nueva normalidad, plena normalidad, nuevos conceptos que no sabemos muy bien lo que quieren decir ni para que sirven sino para obscurecer lo que normalmente está muy claro.

Desde el comienzo es un falso debate. Éste está basado en el concepto de “democracia en general” sin considerar la división en clases de nuestra sociedad, cosa que está hecho a propósito. Les guste o no les guste a nuestros adalides de la “democracia”, ya sean “demócratas” de izquierda o de derecha, es una tomadura de pelo. Razones no faltan para decir que la democracia que nos proponen estos estetas de la confusión al servicio de la burguesía es el biombo detrás del que se esconde en realidad la dictadura del capital.

Doce millones de personas en el umbral de la pobreza es el resultado de dicha dictadura. Para estas personas, como para los cuatro millones de parados y los otros tantos precarizados, la “democracia” es la que consiste en oírse decir por parte de la patronal: trabajas siempre y cuando yo te lo pida y me interese, sufriendo las condiciones que yo te imponga y además sin rechistar. Cuando se observa, desde este punto de vista, el debate que originó las declaraciones de Pablo Iglesias, nos damos cuenta que la democracia burguesa es una falacia. Tanto si es parcial como si es plena.

Circula una petición pidiendo a Pedro Sánchez que destituya a su vicepresidente. Entre los firmantes se encuentra Corcuera, padre de la ley conocida como “patada en la puerta” y antesala de la ley conocida como “ley mordaza”, ¡Qué coincidencia! También coincidencia, que el día en el que Pablo Hasél debería ingresar en prisión es el día en el que a Rato le conceden la condicional a sabiendas que aún le queda otra causa pendiente y que ya van a ser seis años que se está esperando el juicio. Las víctimas de la represión social y política, a lo largo de los años transcurridos entre la ley de “la patada en la puerta” y “la ley mordaza” aún vigente, es también el fruto de esa dictadura del capital.

Esa misma dictadura del capital, es la que hoy está arruinando la proeza realizada por los científicos —dada por muchos como imposible— de haber encontrado vacunas eficientes al cabo de diez meses. Los laboratorios compiten ferozmente entre sí y protegen celosamente sus patentes. La vacunación se ha convertido en objeto de disputas y vilezas: laboratorios que cobran pero que no proporcionan las vacunas prometidas; pujas en los pedidos y en el precio de compra; la competencia y la propiedad privada, siendo su credo, no es extraño.

Incluso, la joya de la corona de la que sacan pecho, las elecciones todos los cuatro años para elegir a los que nos van a representar en el Parlamento, es una trampa que de democrática tiene poco. La última vez que IU presentó su lista sola, obtuvo un millón de votos que le permitió obtener dos escaños. En esa misma elección CS obtuvo tres veces más de votos lo que le ha permitido obtener quince veces más de escaños. ¿Democracia parcial o plena? ¿Qué pasó con la reivindicación de la izquierda progresista de modificar la ley electoral y aplicar una verdadera proporcional?

En el 78, el gran capital necesitaba una monarquía constitucional, mañana quizás una república y pasado mañana una dictadura, sea cual sea la opción adoptada, solo se trata de manipular a las clases populares con más o menos represión. Las dos primeras opciones calificadas de “parlamentarias”, naturalmente, es decir con derecho a voto todos los cuatro años imponiendo sus reglas electorales en las que la representatividad no corresponde a la realidad del país.

Mario Diego Rodríguez es socio de infoLibre

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