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El África imaginaria de 'Black Panther', vista desde Kenia

Laure Broulard (Mediapart)

Son casi las 18.30, y el calor del final de la tarde, a orillas del lago Victoria, es aplastante. Sobre la alfombra roja desfila la flor y nata de Kisumu, tercera ciudad de Kenia: largos vestidos plateados y dorados, túnicas bordadas y peinados coloridos. Los invitados son acogidos por bailarines con disfraces de tigre y los rostros pintados de blanco. Hay que decir que la ocasión es excepcional: en este 13 de febrero, la pequeña ciudad keniana acoge un preestreno mundial del taquillazo Black PantherBlack Panther. "Esta noche, queremos celebrar la cultura africana y enseñar lo que Kenia tiene que ofrecer", afirma Ojany Achieng Alai, encargado de turismo para el condado de Kisumu, "Pero, ante todo, rendimos homenaje a nuestra heroína local, Lupita". 

Lupita Nyong'o, que interpreta a Nakia, amante de T'Challa (Black Panther, el rey de Wakanda) y espía del reino en el resto de África, es originaria de la región. Después de ganar un Oscar de 2014 por su papel en el filme 12 años de esclavitud, de Steve McQueen, se ha convertido en una estrella en alza de Hollywood. Estatuilla dorada en mano, declaró entonces: "Que esto me recuerde, a mí misma y a cualquier niño, venga de donde venga, que nuestros sueños son posibles". 

En los últimos tiempos, parece promover las historias "africanas" del otro lado del Atlántico. En 2016, aparecía en La reina de Katwe, una película sobre una campeona de ajedrez ugandesa dirigida por Mira Nair. Más recientemente, ha anunciado que participaría a la adaptación a la gran pantalla de la autobiografía del cómico sudafricano Trevor Noah, Prohibido nacer (Blackie Books), así como de la novela Americanah(Literatura Random House), de la exitosa escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie

Resultaba, entonces, natural para el padre de Lupita Nyong'o, el político keniano Peter Anyang’ Nyong’o, gobernador de Kisumu, acoger en colaboración con Imax una primera proyección al oeste del país. Para este veterano de la política keniana, próximo al opositor Raila Odinga, Black Panther tiene un mensaje importante para los africanos: "Debemos extraer lecciones de esta idea de un país que no ha sido nunca colonizado, algo tan distinto de lo que hemos visto y escuchado desde hace años. Es una película muy importante", asegura. 

Por una noche, Kisumu, feudo de la oposición y escenario de violencia en las últimas elecciones, se encontró bajo los focos, en el centro de la escena cultural internacional. El éxito se propagó de inmediato hacia el resto de Kenia. Durante el estreno en Nairobi, donde las entradas se agotaron con varios días de antelación, los espectadores celebraban con aplausos las líneas de Shuri, hermana pequeña de T'Challa y experta en tecnología. La joven llama, por ejemplo, "colonizador" a un miembro de la CIA y se alegra de recibir "a un nuevo chico blanco que reparar". Si algunos se burlaron de los acentos "exagerados y fantasiosos", la excitación era palpable y muchos kenianos se habían vestido con sus mejores galas de kitenge, el equivalente al wax en el este de África.

Black Panther y su asumido afrofuturismo, así como la amplia campaña de marketing que la acompaña, representan una oportunidad para las producciones de ciertos artistas africanos. Disney ha encargado obras en relación con el universo de la película al artista sudafricano Trevor Stuurman, pero también al fotógrafo keniano Osborne MachariaOsborne Macharia, icono del afrofuturismo, corriente artística que él define como "una redefinición del discurso poscolonial sobre África a través de elementos históricos, de elementos de la cultura actual y del futuro de la población negra", todo con la finalidad de magnificar la identidad africana. 

El joven fotógrafo creó para el estreno londinense del filme retratos del consejo de ancianos de Wakanda imaginados a partir del cómic y mezclando en ellos cultura masái, cultura pop y ciencia ficción, todo subrayado por los peinados y las extraordinarias joyas de sus modelos. Para el joven artista keniano, Black Panther ya es emblemática: "La película presenta elementos de la cultura precolonial pero, al mismo tiempo, muestra que esta cultura evoluciona, lo que es cierto en todas las sociedades. No porque sea necesario, sino porque quienes detentan esta cultura tienen la libertad de evolucionar a su propio ritmo. Esperábamos este tipo de filme y de mensaje desde hacía tiempo", dice. 

Pero tras este éxito de marketing y una dirección celebrada por todos, las reacciones son diversas. Artistas e intelectuales kenianos están divididos con respecto al sentido que hay que darle a Black PantherBlack Panther, comercializada como parte de un movimiento de orgullo y emancipación de las personas negras. Muchos deploran el tratamiento del personaje de Kill Monger. Hijo de un espía de Wakanda enviado a los Estados Unidos, regresa a su país de origen, se hace con el trono e intenta utilizar sus extraordinarios recursos para liberar, mediante la violencia, a sus “hermanos” negros oprimidos en el resto del mundo. Será finalmente neutralizado por Black Panther, T’xalla, el rey legítimo.

Se trata de una trama con aires neocoloniales, explica Wandia Njoya, profesora en la Universidad de Daystar en Nairobi y bloguera de éxito. "Desgraciadamente, la guerra que se desarrolla en Wakanda no es una guerra contra los opresores de la diáspora wakandesa, sino una guerra civil sobre el método que hay que adoptar para luchar contra esta opresión. Al final, el vencedor no es el que busca armar a la diáspora, sino el que elige ayudar a las comunidades negras a través de la intervención social, el que tiene la aprobación de los blancos y acepta un puesto en las Naciones Unidas. A fin de cuentas, parecería que Black Panther es una representación de los miedos de los blancos, una representación de un fantasma de blancos", dice.

Porque para esta apasionada de la educación, la película es una invitación a imaginar y ese esencialmente ahí donde reside su interés. Un aspecto mal comprendido por los kenianos, según ella, por culpa de las lagunas de la enseñanza artística en el país: "Hoy, los kenianos van a ir a ver Black Panther y no pueden verla por lo que es. La única cosa que comentan es la 'autenticidad africana' de la película o la falta de ella. Sin embargo, Black Panther debería empujarnos a hacernos preguntas sobre los dilemas de la diáspora panafricana, sobre nuestra historia colonial, sobre nuestro futuro y sobre el mundo que podríamos construir".

Otros no se han reconocido en esta imagen ilusoria de una África del futuro. Para Patrick Gathara, caricaturista y periodista keniano, Black Panther es una película exclusivamente dedicada a los afroamericanos: "Esto les permite fantasear sobre sus orígenes en un país más avanzado tecnológicamente que el resto del mundo. Pero esto no ha sido hecho para los africanos y no es en absoluto una afirmación de lo que el continente africano tiene que ofrecer".

Como consecuencia, el "África en miniatura" que presenta la película mezcla los paisajes del este de África con bailes y costumbres del oeste, todo interpretado en una lengua con acento sudafricano. Es la evidencia, dice Patrick Gathara, de la perpetuación de la imagen ilusoria de una única África: "El marketing de la película la presenta como un momento importante en lo que algunos llaman la conciencia negra. Como si fuéramos todos lo mismo y aspiráramos a las mismas cosas. Wakanda representa una vez más una especie de unidad cultural mítica del continente con múltiples referencias que provienen de todas partes. Pero estas culturas son extremadamente diferentes las unas de las otras. En mi opinión, se trata de una generalización y no es diferente de las imágenes de África producidas por Occidente desde hace años".

Traducción: Clara Morales

Lee el texto en francés:

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