Mucho ha cambiado el mundo desde que Amparo Sánchez (Alcalá la Real, 1969) irrumpiera en nuestras vidas marcando con Amparanoia el ritmo del final de los años noventa. Tal fue El poder de Machín, como tituló a su primer disco. Una colección de canciones con las que, queriendo o sin querer, se convirtió en pionera por múltiples motivos.
Porque ella abrió nuevos caminos sonoros con su singular mestizaje, al tiempo que se convertía en referente de otras muchas mujeres por sus letras, su forma de ser, su visión del mundo y su manera de manejarse casi en solitario en un mundo musical en el que durante muchos años fue la excepción a la norma dictada por los hombres.
Al frente de su banda continúa treinta años después Amparo, de un tiempo a esta parte especialmente activa de aquí para allá en una suerte de segunda juventud, sumando kilómetros gracias a unas canciones que, reverberando de escenario en escenario, dejan un duradero y persistente eco de esperanza allá por donde pasan.
Fan Fan Farria (2024), junto a Artistas del Gremio, es su más reciente álbum, y Otro planeta su luminoso último single, en el que canta: "Aquí en la Tierra tenemos hambre de justicia, se nos olvida que todos somos de la misma familia. En medio de tanta oscuridad, solo puedo iluminar. En medio de tanta soledad, solo puedo acompañar. Estrella guíame a un lugar donde brille el sol, no me quiero ir a vivir a otro planeta".
Casi una plegaria vitalista de quien no se resigna en la búsqueda de la esperanza, por lo general tan esquiva. "El rumbo de estos últimos tiempos es muy desolador", admite a infoLibre la andaluza, abatida y angustiada como cualquiera que se asome al mundo por su ventanita particular. "Creo que la historia se repite y lamentablemente no aprendemos de ella", advierte con lógica preocupación por el auge de los discursos de odio de la ultraderecha, que parecían convenientemente desterrados en el pasado.
Y todavía continúa, batallando por encontrar la grieta de optimismo: "Parece que no somos capaces de darle la vuelta a lo que rechazamos y nos oprime para girar hacia un mundo más justo y más humano. Recuerdo el momento de Seattle -con las movilizaciones contra la Organización Mundial del Comercio en 1999- y Porto Alegre -donde en 2001 nació el Foro Social Mundial-, realmente pensábamos que otro mundo era posible. Ahora veo, con el tiempo, que se sembraron semillas, que hay lugares de resistencia, pero que no era la cosecha que esperábamos".
Estamos en una época con muchos canales para estar informados y, al mismo tiempo, más confundidos que nunca
Siempre involucrada con la igualdad, la justicia y la paz, participaba Amparo Sánchez el pasado mayo en un concierto por Gaza en Madrid porque "lo que está pasando allí es una fracaso enorme de la humanidad". "Sé que mucha gente en muchos lugares del mundo estamos en contra, hablamos y denunciamos el genocidio de Palestina, salimos a manifestarnos porque nos duele intensamente", enfatiza. "Desgraciadamente, existen unos intereses que parecen valer más que la vida humana y que quieren acabar con la historia de un pueblo. Es simplemente desgarrador", agrega, sin poder evitar la amargura por tantos compartida.
"Las guerras no deberían existir, ninguna, siempre pagan vidas inocentes", continúa, lanzando acto seguido una reflexión pacifista directa y sencilla, puede que un tanto utópica, pero no por ello imposible: "La guerra es un negocio. El objetivo de la humanidad debería ser acabar con este método sangriento de resolver conflictos y ser capaces de arreglar nuestras diferencias con diálogo y con acuerdos. Repito, la humanidad ha fracasado y estamos viéndolo en directo. ¿Dónde quedaron los acuerdos internacionales? ¿Y los derechos humanos? Es la gran vergüenza".
No nos sentimos apoyados por nuestros políticos; al contrario, vemos que algunos están ahí para su propio beneficio
Gaza como epicentro tremebundo de un mundo tan desconcertado como pendiente constantemente de las ocurrencias de Donald Trump de vuelta al Despacho Oval de la Casa Blanca como presidente de Estados Unidos. "Parece más un humorista que un político, alguien que se expresa con tanto odio y violencia no debería estar en un cargo público", lamenta, haciendo referencia a las decisiones y los titulares "que nos regala a cada momento este personaje". "Es tan fuerte que el país más crucial para el rumbo del planeta sea gobernado por este hombre", apostilla.
Un planeta en el que parece imposible, por otro lado aunque relacionado, contar con unos líderes políticos en los que confiar plenamente. Los incontables casos de corrupción, unidos a la desinformación y los discursos de odio, son el perfecto caldo de cultivo para generar una desafección entre ciudadanía y política que resulta extremadamente peligrosa. Puede que eso termine ocurriendo, concede Sánchez, recordando que para cualquiera es "muy duro trabajar, pagar impuestos y vivir con la presión económica toda la vida y que unas personas que nos representan por un tiempo y que deben cuidar de nuestros intereses y de nuestro dinero estén robándonos".
Cuanto más revuelto esté todo fuera, con más fuerza buscar la calma dentro de nosotros
A su juicio, lamentablemente, esto parece algo "sistémico, muy instalado en la política de nuestro país". Pero no se queda en la queja, sino que va más allá y señala lo necesario de cambiar algunos puntos importantes, como "el aforamiento y la transparencia real" para que la sociedad en su conjunta pueda recuperar la "confianza" en sus representantes públicos. "Y, por supuesto, que paguen los corruptos", puntualiza.
También tiene que cambiar el periodismo, igualmente atravesando una crisis de confianza desde hace ya demasiado tiempo por culpa de agitadores y prácticas nada éticas. "La desinformación es un gran mal y parece que va a más", apunta, para acto seguido profundizar: "Ya estamos en esa distopía, en un futuro muy cercano no sabremos distinguir entre lo real y lo ficticio. Creo que es importante desarrollar el criterio personal y también tener algún medio de comunicación y periodistas de opinión como referentes, asumiendo que siempre se ocultaron cosas y se seguirán ocultando o disfrazando de alguna manera".
Ya estamos en esa distopía, en un futuro muy cercano no sabremos distinguir entre lo real y lo ficticio
En este sentido, plantea que los ciudadanos se alejan de la política por "cansancio" y "decepción", ya que "la vida está muy cara y el problema de la vivienda y de la sanidad va a más". "No nos sentimos apoyados por nuestros políticos; al contrario, vemos como algunos están ahí para su propio beneficio", apunta, relacionándolo a su vez directamente con los bulos que tanto nos polarizan: "Hay gente que cae en la escucha de medios y personajes no recomendables que, sin duda, van alimentando ese descontento. Estamos en una época con muchos canales para estar informados y, al mismo tiempo, más confundidos que nunca. Por eso, sin ninguna duda, un periodismo libre y responsable es lo que nos hará crecer como sociedad, con una actitud crítica y realista para afrontar todo lo que venga".
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Una situación "bastante chunga", admite Sánchez, quien en cualquier caso recomienda "dosificar la información" que recibimos y "tomar acción en lo que puedas mejorar en tu entorno". "Poner la atención en cosas positivas que también suceden en nuestra vida y a nuestro alrededor; y cuanto más revuelto esté todo fuera, con más fuerza buscar la calma dentro de nosotros", aconseja, remarcando a su vez que ella encuentra la esperanza en la "mirada amable de la mayoría de personas" con las que se cruza diariamente: "En los sueños que compartimos, en nuestros sueños más íntimos, en los pasos con los que avanzamos hacia nuestro propósito, en los abrazos, la risa, la lectura, la música".
La cultura siempre como refugio, que la cantante encuentra en los podcast que le gusta escuchar viajando, entre los que cita Saldremos mejores, Deforme Semanal y ¿Por qué, Shonda? Los últimos libros que ha leído han sido Quiero y no puedo, de Raquel Peláez, y La perra, de Pilar Quintana. Cuando encuentra ratos libres, le gusta alucinar con las aventuras de los Gallagher en la serie Shameless, y acaba de terminar de ver Dying for sex. Y, por supuesto, música: "Pongo el aleatorio en el equipo del coche y me dejo sorprender, como si escuchara mi propio programa de radio. El último concierto al que he ido, y me ha encantado, ha sido Dellafuente en Madrid".
Cultura, carretera, conciertos y también visitas y "encuentros fugaces con amigos que son familia". Así pasa el verano Amparo Sánchez: "Aparte de viajar para tocar, en esta época siempre buscamos momentos de veraneo, baños, comidas, charlas y fotos para el recuerdo. Cuando tengo algunos días libres, aprovecho para ir con familia y amigos al pantano, al río, la playa o la piscina en la provincia de Granada, donde vivo. Otros lugares para escaparme, también en cualquier época del año, serían Caños de Meca y Ferrol, porque tengo buenos amigos para visitar y porque tienen paisajes, playas y comida buenísimas".