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Música

Amparo Sánchez: "Todo este tiempo he sabido que yo siempre iba a ser Amparanoia"

La música Amparo Sánchez, Amparanoia, en una imagen de promoción.

Amparo Sánchez (Alcalá La Real, Jaén, 1969) se ha vestido de guerrera para su regreso. Su regreso como voz y cuerpo de Amparanoia, el proyecto con el que saltó a las radios en 1997 y que cerró en 2008. Con El coro de mi gente (Warner), la música repasa 15 de los grandes éxitos del grupo con la colaboración de artistas como Macaco, Manu Chao, DePedro, Calexico, Zebda o Fito y Fitipaldis. Han pasado 20 años de El poder de Machín, ese título genial encontrado mientras garabateaba una servilleta en el barrio de Lavapiés. Y algunos de sus temas, como "En la noche", "Que te den", "You know what I mean" o "Ella baila bembe", siguen incrustados en el disco duro de miles de personas. 

Amparo luce una camiseta en la que Johnny Cash hace uno de los cortes de manga más famosos de la historia, y esto quizás hable de su franqueza. "La idea de volver nació de la presión. De la gente, de la agencia de management, que se preguntaba, el promotor se preguntaba, todo el mundo se preguntaba…", cuenta, disfrutando del sol y una cerveza sin tras una mañana de promoción. "Y me comentan: ¿sabes que hace 20 años de El poder de MachínEl poder de Machín? No me había dado cuenta. Y lo que en un principio fue una idea de remasterizar el álbum, acabó así". "Así" significa un álbum que contiene un tema inédito junto a Macaco (el que da título al álbum) y al menos 10 conciertos cerrados de aquí a diciembre. 

No es que se haya quedado quieta en los casi diez años que la separan de aquel adiós. Están los tres álbumes en solitario: Tucson-Habana (PIAS, 2010), Alma de cantaora (Kasba Music, 2012) y Espíritu del sol (World Village/Harmonia Mundi, 2014). Y están las giras correspondientes por Centroeuropa, por Sudamérica. Está el libro La niña y el lobo (Lupercalia), sobre su experiencia como superviviente de la violencia machista, y las decenas de charlas sobre este tema. Y está su propio espíritu nómada que la llevó a San Pere de Ribes (Barcelona), a una casita de madera biosostenible, desde donde reivindica el dejarse vivir. Volver a Amparanoia supone también volver a una gran multinacional, a la promoción desatada, a los baños de multitudes. 

El primero —un chapuzón— fue el 16 de marzo, en el ensayo general de este regreso en la sala Salamandra de L'Hospitalet, con cinco de los ocho músicos originales. "No solo me di cuenta de que ellos echaban de menos Amparanoia, sino de que yo echaba de menos Amparanoia. Que la gente se sepa el concierto de principio a fin. La sensación que siempre se sentía en un concierto de Amparanoia que era la mezcla de rebeldía, alegría y el ‘aquí estoy yo’. Y ‘aquí estamos nosotros’.  Fue algo que marcó". Y, con todo, Amparo Sánchez no estaba segura del regreso: "Ya sabemos cómo van las cosas y la música. Son modas. Pensé: ¿de verdad la gente se acordará?". Tan en el baúl de los recuerdos estaba Amparanoia que, disuelta antes de la fiebre de los amigos de Facebook y los delitos de Twitter, el grupo no tenía ni cuentas en las redes sociales. 

Pero el cuerpo se va solo. Al revival de una estética hippie más mestiza que su predecesora, al movimiento antiglobalización y a Seattle, a Manu Chao y su "Desaparecido" que venía espabilar tras el cuestionable pop de los noventa, y a esos estribillos: "Oye mira cómo viene sonando/, oye mira cómo viene jalando,/ You know what I mean...". Y: "Welcome to Tijuana,/ tequila, sexo y marihuana". Y: "In the night, in the night, in the night, / En la noche...". Los versionantes son también amigos que se subieron al carro del autohomenaje. Cada uno eligió el tema que le apetecía, así que se reparten entre los distintos discos de la banda. La cantante fue recibiendo los temas de Málaga, de Tucson, de Toulouse, de Buenos Aires. "Y las tres primeras escuchas eran a lágrima viva".

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"Hacer dinero", que abre El coro de mi gente como abría El poder de Machín, se convierte en una rumbia (cumbia-rumba) con Joan Garriga (Dusminguet). "Somos viento", con Jairo Zavala (DePedro) rememora un viaje conjunto a Chiapas con un sentido "No estamos de paso,/ no somos fracaso". "Que te den", una ranchera en la original, se convierte en un ska acelerado con La Pegatina, una de las incorporaciones que baja la edad media del disco. "Estoy con los máximos referentes de la música latina mestiza de fusión reivindicativa", presume. Es un género largo. Y, si Amparanoia se convirtió en uno de los pilares, también a nivel internacional, del mestizaje comprometido, ahora este disco podría ser una demostración de las derivas de la fusión: más cumbia, más tropicalismo, más electrónica. 

No fue sencillo lanzarse a todo esto. El cierre de Amparanoia parecía ser una decisión sin vuelta atrás: "Todo el mundo me apoyó y respetó, mi quipo, mis músicos, pero no fue una decisión fácil y no pensé que lo fuera a retomar". Aunque ese nombre tan sonoro —es experta: un grupo anterior se llamaba Ampáranos del Blues— se quedó colgado como un fantasma. Por mucho que ella decidiera que Amparo Sánchez iba a ser su único nombre a partir de entonces, ahí estaba Amparanoia esperándole en la escaleta de un programa de televisión o el cartel de un festival. "Todo este tiempo he sabido", dice sin lamentarse, "que yo siempre iba a ser Amparanoia". Lo que al principio podía ser amargo —esa imposibilidad de dejar atrás un pasado dulce, pero pasado al fin—, ahora no lo es tanto: "Yo no he sido una artista que he vendido muchas copias, porque no lo he sido, ni he estado en el circuito comercial, pero sí he sido muy popular". 

No le hace tanta gracia que algunas de sus letras más reivindicativas —sobre todo en las críticas al sistema capitalista o la opresión de la mujer— sigan vigentes. Aunque nada parece alterar una paz en la que ha puesto mucho empeño: "En la historia de la humanidad siempre va a haber gente de un lado de la corriente y gente del otro lado. Para mí, somo mayoría los que estamos de mi lado. Pero quizás nos falta tiempo. Un tiempo que quizás nosotros no veamos". Quizás el mundo no haya cambiado demasiado, pero las dos décadas sirven. "Ahora me gusta más mi voz que hace 20 años, por ejemplo", dice sonriendo.

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