Literatura española
Carlos Soto: “Algunos oficios desaparecieron ayer, pero parece que han pasado siglos”
Todo comenzó con una foto que Carlos Soto Femenía (Palma de Mallorca, 1966) vio como ilustración en un artículo sobre un carbonero, un oficio que pervivió hasta los años sesenta del pasado siglo, pero que da la impresión de que fue desterrado de la vida en el campo y en las montañas hace siglos. A pesar de que el autor no tuvo ninguna relación con ese mundo, el trabajo de los carboneros lo dejó fascinado según iba investigando sobre ese oficio.
Cuando puso manos a la obra encontró que, hoy en día, en la era de Internet, existe muy poca documentación sobre esa labor, que se concentró más en el norte de España, si bien se practicó en todas las regiones. A partir de esa voluntad de fabular sobre ese oficio y de su deseo de ambientar la novela en la Mallorca de la posguerra, nació El carbonero (Destino), un drama rural en el que se entremezclan amores, odios y venganzas en la aislada sierra de Tramuntana. La novela llegará en los próximos días a las librerías.
“Lo cierto”, comenta Soto, “es que al final ha salido un drama rural, aunque sea un género que a mí no me gusta especialmente y que tampoco cuenta con una especial tradición literaria. Pero la historia me pedía narrarla en esa clave y también exigía situarla en las montañas mallorquinas, un paraíso natural que, al mismo tiempo, ofrece una cierta sensación de misteriosa irrealidad. La trama está situada en la Mallorca anterior al boom turístico cuando los payeses todavía se desplazaban a Palma en carro para hacer las compras o vender sus productos. Se trata de una época en la que incluso los señores, los terratenientes, reservaban los coches para las ocasiones especiales y solían desplazarse en carruajes. En aquellos años cincuenta Mallorca era casi un erial. En ese sentido, resulta curioso que oficios como el de carbonero desaparecieron ayer, como aquel que dice, pero parece que han pasado siglos”. El mundo que retrata El carbonero está poblado por señores y por payeses, por contrabandistas, buhoneros y comerciantes y el novelista reconoce que ha sido difícil hallar documentación para ilustrar ese periodo.
“Pocos historiadores o escritores”, opina Soto, “se han ocupado de estudiar o de novelar la Mallorca contemporánea. Digamos que la isla ha servido de fuentes de inspiración a muchos artistas, desde Federico Chopin a Joan Miró o Robert Graves, pero ellos se han retirado a Mallorca para inspirarse, pero no para servirse de la isla como material creativo. Mallorca está bastante ausente, como material literario, en la narrativa reciente”. No obstante, Soto Femenía cita algunas excepciones como Blai Bonet, un novelista y poeta que escribió en catalán; o José Carlos Llop, un autor que publica en castellano. Una insularidad que imprime siempre carácter o esa actitud de los mallorquines de no levantar la cabeza del resto para no destacar explicarían, a juicio del autor de El carbonero, los rasgos de esa ausencia de reflexión sobre sí mismos de los habitantes de la mayor de las Baleares. “Podría decir que, salvo un libro del historiador Pere Ferrer sobre el contrabando en la Mallorca del franquismo y un ensayo sobre Els senyors de Palma, de Antònia Sabater, existe muy poca bibliografía sobre la época que he novelado”.
Como hilo argumental, basado en la venganza de un joven por el asesinato brutal de su madre en un caserío de la sierra de Tramuntana, El carbonero traza un puente hacia un mundo nuevo que se abre a los personajes de la novela. La conciencia de vivir en un lugar apartado e inhóspito, “en un agujero”, como relata el protagonista, y la necesidad imperiosa de abandonar ese mundo claustrofóbico marcan, de un modo u otro, a los personajes. Ahora bien, con las excepciones de aquellos que sienten que han contraído deudas, del tipo que sean, con la tierra que pisan y con sus vecinos y que, por tanto, deben permanecer.
Novela en buena medida dialogada, Carlos Soto aclara que no eligió ese estilo, sino que la historia fue surgiendo más en clave de diálogos. “En realidad”, señala, “la historia y los personajes siempre te eligen a ti cuando escribes. En realidad, lo más fascinante de la literatura apunta a que no sabes cómo va a desarrollarse la narración”. A pesar de que escribe desde hace 25 años, Carlos Soto Femenía sólo comenzó a publicar hace poco al ganar un premio literario en 2004. Es autor de varios libros de relatos y El carbonero es su tercera novela. Nacido en Mallorca, pero crecido en Madrid y de regreso a la isla ya adulto, este escritor se dedica profesionalmente a la informática. "Podría definirme", comenta con una risa, "como un tipo raro, mitad de ciencias, mitad de letras, como se dividía a los estudiantes en nuestra generación. Me muevo por impulsos y quizá mi rareza me ha llevado a ser escritor".