Macroconcierto por Nelson Mandela en Wembley en 1988: el mayor evento político pop de la historia
Los ochenta han quedado en el imaginario popular como los años de los grandes macroconciertos benéficos y solidarios. Una década en la que realmente se sentía que la música podía transformar un mundo ya de por sí cambiante, como en permanente proceso de ensamblaje. La edad de la inocencia quizás, en cierta manera, a partir de la creencia de que convertir el empeño personal de cada cual en energía colectiva generaba una imparable fuerza transformadora. Puede resultar demasiado naif desde la perspectiva individualista, desmovilizada y anestesiada de 2025 (buena falta haría un gran evento de este tipo para presionar y obligar a Israel a poner fin a su genocidio contra Gaza) pero realmente se le otorgaba entonces semejante poder a las canciones.
Unas canciones que, como poco (y no es en absoluto poco), servían para atraer la atención de millones de personas y poner el foco en algunos de los más sangrantes problemas políticos del planeta. Ocurrió en 1985 con Live Aid, el mastodóntico macroconcierto celebrado en Londres y Philadelphia que vieron 2.000 millones de personas por televisión y que, además de recaudar más de 140 millones de dólares, unió al mundo en una conciencia global contra la hambruna en África. Un festival (entonces no se les llamaba así) transatlántico que no fue pionero como tal en su vocación benéfica, pero que son su colosal tamaño y su tremendo impacto demostró en la práctica que la teoría no andaba para nada desencaminada.
Siguiendo su estela se celebró el 11 de junio de 1988, de nuevo en Londres (con Wembley como epicentro de este tipo de iniciativas), otro gran concierto de más de once horas para celebrar el 70 cumpleaños de Nelson Mandela (que era un mes después, el 18 de julio). Un evento con 72.000 asistentes llenando el emblemático estadio londinense, que fue a su vez retransmitido vía satélite por televisión a 67 países hasta alcanzar una audiencia total de 600 millones de telespectadores. El evento político pop más grande, más poderoso y más enorme que jamás se haya celebrado, pues en esencia se trata de la plasmación del movimiento global anti-apartheid a través de casi un centenar de las más rutilantes estrellas musicales del momento.
Concierto completo
También conocido como Freedomfest, Free Nelson Mandela Concert o Mandela Day, este ambicioso recital se celebró para ejercer presión internacional, recordemos, un año y medio antes de que el líder sudafricano fuera finalmente excarcelado por el presidente de Sudáfrica F.W. de Klerk el 11 de febrero de 1990, después de 27 años entre rejas por su lucha contra el apartheid (que finalizaba de manera oficial en 1994, coincidiendo con la llegada del icónico activista y político a la presidencia de Sudáfrica). Era, por tanto, una versión todavía más política del Live Aid, con el objetivo de despertar conciencias contra el racismo y la discriminación, algo que iba más allá de la ya de por sí loable recaudación de fondos.
El organizador y financiador de este gran recital fue el productor y empresario inglés Tony Hollingsworth, quien consiguió aunar los esfuerzos de Artists Against Apartheid (grupo de protesta fundado en 1985 por Steven Van Zandt y que editó la canción Sun city, a la que siguió un disco del mismo título con multitud de músicos) y el Anti-Apartheid Movement (organización británica que estuvo en el centro del movimiento internacional de oposición al sistema de apartheid sudafricano), así como contar con la aprobación del African National Congress (ANC), el partido político del propio Mandela. Convertir el evento en una celebración de cumpleaños en positivo y no solo en un rabioso acto político fue, a su vez, determinante para sumar todos los apoyos posibles a la causa, incluyendo a los operadores televisivos de países tan distintos que tenían la misión de extender la señal a todo el mundo.
Para entonces, el grupo escocés Simple Minds, en la cima de su popularidad (nunca tan alto estaría), ya se había apuntado a la cita, poniendo como condición que otro artista de su nivel diera también el 'sí'. Curiosamente, exactamente el mismo requisito puso Dire Straits, con lo cual el show estaba imparablemente en marcha. Así las cosas, el 11 de junio de 1988 se congregaron en el viejo estadio de Wembley astros musicales tan variopintos como Sting (encargado de abrir al mediodía, pues tenía su propio concierto esa misma noche en Berlín), George Michael, Eurythmics, Whitney Houston, UB40, Bee Gees, Tracy Chapman, Peter Gabriel, Stevie Wonder, Al Green, Steven Van Zandt, Salt-n-Pepa, Joe Coker o Bryan Adams, entre otros muchos. Aprendiendo de las críticas que recibió el Live Aid, no faltaron en esta ocasión figuras africanas como Miriam Makeba, Salif Keita, Hugh Masekela o Yossou N'Dour, así como diversos actos musicales de danzas y percusiones tribales de la talla de Amampondo o The Farafina Drummers.
Precisamente Simple Minds (con invitados como Johnny Marr, Peter Gabriel y Yossoun N'Dour e interpretaron un tema propio tan propicio como Mandela Day) y Dire Straits (con Eric Clapton a la guitarra rítmica protagonizaron los conciertos más celebrados (y largos) de la jornada. También Whitney Houston aprovechó la hora que le concedió la organización y experimentó un punto de inflexión en su carrera, que ya volaba bien alto pero no pararía todavía de coger altura. Stevie Wonder apareció por sorpresa, pues la organización había decidido no anunciarle, y menos mal, pues estuvo a punto de no salir por problemas técnicos con la música pregrabada que llevaba en su sintetizador, que le hicieron incluso abandonar el estadio llorando, pero finalmente regresó y actuó sin su teclado.
El tramo central del recital resultó especialmente dinámico al adueñarse del escenario una 'banda residente' comandada por Midge Ure (guitarra y voz) y Phil Collins (batería) que dio continuidad a las apariciones de Tony Hadley de Spandau Ballet, Paul Carrack, Paul Young, Fish o Bryan Adams. Otra artista que se hizo mucho más popular a partir de este show fue Tracy Champan quien, por cierto, después de haber actuado en su lugar previsto, salió por segunda vez para rellenar el espacio dejado por la crisis de Stevie Wonder. Ni que decir tiene que la media hora de apertura de Sting, con todos los telespectadores pendientes de cómo arrancaba 'la cosa', quedaron especialmente para el recuerdo colectivo, igual que la energía pop de Eurythmics o el indiscutible talento vocal de George Michael.
Aunque el objetivo del día era despertar conciencias sobre Sudáfrica y Mandela, el evento también obtuvo una ganancia casi testimonial de 5 millones de dólares. La mitad de esa cantidad fue para cubrir los gastos financiados por el Anti-Apartheid Movement, incluidos los de la marcha de protesta del día siguiente que ahora comentaremos. La otra mitad se destinó a siete organizaciones benéficas con la condición de que nada del dinero se destinara a la compra de armamento: Oxfam, Christian Aid, War on Want, Catholic Fund for Overseas Development, Save the Children, Bishop Ambrose Reeves Trust and the International Defence y Aid Fund.
Live Aid 1985, el macroconcierto de leyenda que unió al mundo contra la hambruna en África
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El día después del concierto en Wembley, 25 manifestantes por la libertad partieron de Glasgow hacia Londres, donde llegaron la víspera del cumpleaños de Mandela. El 17 de julio de 1988, un cuarto de millón de personas se reunieron en Hyde Park (con Margaret Thatcher, cuanto menos tibia a la hora de condenar el apartheid, como primera ministra del Reino Unido, por contextualizar) para escuchar al obispo Desmond Tutu pedir su inmediata liberación, que llegaría el 11 de febrero de 1990. Dos meses después, el 16 de abril, el político y activista fue recibido con una ovación de ocho minutos en un segundo concierto en Wembley, en el que pronunció un discurso de 45 minutos antes de las actuaciones de Simple Minds, Lou Reed, Peter Gabriel, Neil Young, Tracy Chapman o Chrissie Hynde.
Una fiesta de bienvenida como colofón a una campaña de presión internacional, en el que la música había jugado un papel fundamental para cambiar el rumbo de la Historia. Podría haber acabado así de bien esta historia, pero quedaba, como en todo gran concierto, un bis que parte de una canción compuesta por Bono de U2, Joe Strummer de The Clash (quien fallecería en 2002 durante el proceso) y Dave Stewart de Eurythmics con el título de 46664, el número de preso de Nelson Mandela durante los 18 años que pasó en la cárcel surafricana de Robben Island, con el objetivo de honrar al político y recaudar fondos para la lucha contra el sida en África. Poco después, el 29 de noviembre de 2003 se celebraba el 46664 Concert en el Green Point Stadium de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) con, entre otros, Bono y The Edge (U2), Brian May y Roger Taylor (Queen), Anastacia, Beyoncé, Zucchero, Yossou N'Dour, Bob Geldof, Peter Gabriel, Eurythmics o The Corrs.
La onda expansiva de la relación de Nelson Mandela con las estrellas de la música tuvo una réplica el 19 de marzo de 2005 con otro 46664 Concert en George (Sudáfrica), y llegó incluso hasta España con el 46664 Festival Madrid, que tuvo lugar en el Palacio de los Deportes de la capital durante tres noches (29 y 30 de abril y 1 de mayo) de 2005 organizadas por estilos y con nombre tan variopintos como José Mercé, Alberto Cortez, Niña Pastori, El Canto del Loco, Jarabe de Palo, Mikel Erentxun, Miguel Ríos, Loquillo, Presuntos Implicados, Pereza, Manolo García, Ismael Serrano, Carmen París, Jorge Drexler, Carlos Núñez y el necesario nexo de unión a otros recitales con la presencia de Zucchero para cerrar el círculo. Todos los beneficios fueron destinados a la puesta en marcha de programas de investigación, prevención y tratamiento del sida a cargo de la Fundación Nelson Mandela.