Cultura

A rey callado, rey contado: los libros sobre la monarquía

El rey Felipe VI y Pedro Sánchez a su llegada a la ceremonia que se celebró en el Congreso de los Diputados con motivo del 40 aniversario del 23F.
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El último de una larga lista en la que figuran correveidiles, informadores e historiadores es José Antonio Zarzalejos. Constata que ha habido libros livianos, halagadores, superficiales, sin rigor, tremendamente críticos; que disponemos ya de una historiografía "solvente e importante" sobre el periodo constituyente y el debate sobre la forma monárquica del Estado en la Transición, biografías sobre Juan Carlos I muy importantes, tanto de autores nacionales como hispanistas franceses y anglosajones, "pero son biografías o interpretaciones biográficas: sobre lo que es la familia real, apunta más a una literatura que entronca con ese estilo más de crónica de corazón que de rigor".

Su trabajo es un acercamiento a la figura de Felipe VI. Un rey en la adversidad. No quería hacer "ni un libro sobre las artes amatorias del rey emérito ni del rey Felipe, ni sobre la situación matrimonial del rey con la reina consorte, ni entrar en aspectos estrictamente privados: a mí me interesaba el relato político-jurídico, el relato institucional de estos 6 años que me ha parecido crucial en un momento de crisis para la monarquía". Crisis por el desplome reputacional de Juan Carlos I y por el cambio de paradigma político que se produce a partir del año 15, "cuando el bipartidismo es sustituido por el multipartidismo y surge una fuerte corriente republicana no sé si más grande que la que había, pero desde luego más militante".

Antes de ese año 15 fundacional en tantos aspectos, en 2012, Pilar Eyre escribió La soledad de la reina (y, en 2020, Yo, el rey) porque se lo encargaron. Su interés por la familia venía de lejos, "había publicado libros sobre la monarquía, sobre Ena, sobre Don Alfonso XIII, Secretos y mentiras de la familia real, Dos Borbones en la corte de Franco, había publicado un libro sobre la madre del rey (María la Brava)… Y la editora me dijo: ¿por qué no publicamos uno sobre la reina?" Era un personaje muy poco conocido, no se le conocían amigos, "apenas habla español, vive muy aislada": una desconocida, "antes de que yo publicara el libro y de que lo publicara Pilar Urbano, por supuesto".

De naturaleza distinta fue el impulso que animó a Iñaki Errazkin. "¿Qué me llevó escribir Hasta la coronilla. Autopsia de los Borbones? Creo que tenía algo personal con ese hombre. Yo pertenezco a una familia que pasó mucha represión durante el franquismo y sobre todo en la guerra, creo que era el heredero de Franco, nunca lo podía mirar con buenos ojos".

Desde el periodismo y más allá 

"Los periodistas tendemos a hacer libros periodísticos que tienen fecha de caducidad ―me dice Eyre―. Pero con la biografía del rey, mi pretensión era que quedara; como con el libro de la reina, que fueran libros de consulta." Iñaki Errazkin, por su parte, evoca sus investigaciones y un hecho afortunado: "tuve la suerte de ser amigo de la duquesa de Medina Sidonia, que tenía bastantes más títulos que él [Juan Carlos I] y conocía muy bien el percal. Me contaba mil cosas y tuve acceso a mil documentos que luego utilicé para ese libro. Lo peor que le ha podido pasar a España en este mundo ha sido precisamente la dinastía capeta de los Borbones".

Zarzalejos se ocupa de la generación siguiente, y la suya fue una pulsión periodística: la comprobación de que no existía bibliografía, desde el 2014 al 2020, que "analizase con rigor y al margen de cuestiones de bragueta, hablando pronto y mal, los 6 años del rey". Pero ese arrebato se componía de elementos híbridos: había que estudiar la documentación histórica sobre la monarquía española y compararla con las monarquías europeas; que proceder a un análisis jurídico; y, desde luego, proceder a una labor de compilación de información puramente periodística.

En lo que los tres difieren es en las consecuencias que para ellos ha tenido su trabajo. Iñaki, que considera a los Borbones una especie protegida como "el chorlito carambolo y la lapa majorera", asegura que en 2009 las amenazas eran muchas. Pero llegó "a un pacto de sangre" con el editor: "si venían a por nosotros, íbamos a aceptar el reto e ir a juicio, y a demostrar una por una las cosas que decíamos en el libro, con lo cual el juicio en lugar de ser a mí iba a ser a los Borbones".

Pilar abordó la labor sabedora de que "cuando escribes un libro sobre la Casa Real primero hay autocensura, esto lo llevamos todos impregnado en nuestro ADN, los que tenemos una edad lo llevamos dentro; y luego, si lo publicas, en la editorial hay un despacho de abogados que también tiene que corregirlo". Al menos ese fue su caso. "En todos los libros que han salido sobre la familia real se callan muchas cosas y se ocultan otras; y en otras, directamente, se miente o se tergiversa". Tuvo que suprimir pasajes "demasiado fuertes o que implicaban a terceras personas", pero esa prudencia no impidió que saltara "un escándalo considerable, dolores de cabeza, me despidieron de sitios, tuve inspecciones de Hacienda". Porque, sí, daba una visión positiva de la reina, pero "contaba intimidades, sobre todo de su matrimonio, que llevaba roto mucho tiempo".

Ninguno habló con sus biografiados; tampoco Zarzalejos, a pesar de que, ya lo ha dicho, lo solicitó. Hubo, sí, conversaciones superficiales sobre "las series que le gustan o de los libros que lee", lo cual le ha permitido tener "una cierta vivencia" y le ha proporcionado "algunas pulsiones más cercanas para poder escribir este libro que empieza por un retrato personal del personaje". Pero hasta ahí.

Así que la labor ha sido, como tantas veces en el periodismo, de aproximación en conversaciones confidenciales, que no anónimas, y muy sinceras. De las que ha salido con una sensación: "Algunas veces he hablado con personas tan cercanas al rey que he llegado a pensar que su entorno valoraba la necesidad de que se contasen determinadas cosas en beneficio del propio jefe del Estado", dice, como si esas personas consideraran "necesario contar cosas del rey porque el nuestro era un rey que no tenía relato". Le pregunto si alberga la sospecha de que el propio Felipe VI animó o autorizó esas confidencias… "No me atrevo a afirmarlo, sería temerario", responde el autor, quien insiste no obstante en la necesidad de "llenar el hueco narrativo que existía del año 14 al año 20, en el que han sucedido tantísimas cosas que no han sido objeto de un relato contrastado". Cuando hay un vacío y llueve, el agua lo llena, continúa; "esto ocurre con la historiografía mediata o inmediata, que cuando no hay versiones y hay una demanda social de conocimiento, al final se logran fuentes para elaborar ese dato".

En esta tesitura, pregunto a Zarzalejos si, en el hipotético caso de encontrarse en la posición de aconsejar al rey, le sugeriría que hable. "Sí, se lo recomendaría vivamente", afirma; eso sí, "ese libro tendría que ser también un texto libre, es decir, un texto sin condiciones. Yo no concibo un relato editorial que luego sea leído y controlado previamente a su publicación, creo que tiene que haber un ejercicio de confianza en el autor al que se le da una versión autorizada y eso implica, por supuesto, que no hay controles ex ante de la publicación". Esas fueron las condiciones que él ofreció a Felipe VI y que Felipe VI rechazó.

Su padre tampoco habló mucho, pero lo hizo. Con la periodista británica Selina Scott, con José Luis de Villalonga (70 horas de conversación) para un ensayo biográfico, para el documental Moi, Juan Carlos, Roi d’Espagne, una de cuyas responsables, Laurence Debray, publicó también un libro: Juan Carlos de España

O lo cuentas tú o lo cuentan por ti

En estos días en los que la familia real británica está en todos los medios, hablando por los codos, y salen libros (como Meghan y Harry) que intentan explicar lo que sucede, miramos hacia Londres para medir la distancia que hay en el tratamiento que los medios de ambos países dan a sus royals. De entrada, la relación de los británicos con los mass media anglosajones es mucho más fluida… lo cual no significa que no tenga sus contraindicaciones.

Hay pruebas de contención en la actitud de los periodistas de allá y de aquí, pero Errazkin cree que, en el Reino Unido, "con todo lo conservadores que pueden llegar a ser", son más libres, en tanto que aquí hemos vivido bajo "la ley del silencio, la omertá desde el minuto unoomertá. El problema es que se ha mentido sobre Juan Carlos, sobre todo sobre Juan Carlos; y creo que en algún momento nos enteraremos de que también se está mintiendo ahora sobre Felipe".

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Lo curioso es que, en su opinión, la verdad está oculta a plena luz: "Todo el mundo tiene la información, pero no la tiene a su alcance, y sobre todo no la tienen en la memoria. Siempre digo que, cuando escribo un libro, lo que hago es recomponer un puzle: las piezas están, todo el mundo las tiene, pero las tiene revueltas y dispersas en la mesa y no ves nada hasta que las vas poniendo en su sitio".

En ese puzle, ¿entrarían las hermanas del actual rey? Zarzalejos cree que los suyos "no son recorridos que merezcan un esfuerzo editorial". Hay algún libro sobre la infanta Cristina "pero ¿qué hay de destacable en la trayectoria de la infanta Cristina, más allá del caso Nóos?"; y lo mismo ocurre con la infanta Elena. "¿Incidencias sobre la propia familia real? Pues sí, la negativa de unos matrimonios que han fracasado y, en el caso de la infanta Cristina, un episodio lamentabilísimo de carácter judicial que está absolutamente contado y que, además, ha sido objeto de dos sentencias judiciales que lo explican todo".

Tampoco le parece que la reina Sofía sea "biografiable" porque "no es una persona que haya tenido una influencia relevante en la marcha de la familia real"; por el contario, "se ha conformado con su destino y no ha puesto pies en pared. Si verdaderamente hubiese querido jugar un papel de contención, de freno, de control a su marido, en beneficio de la institución y de la propia familia real, probablemente eso sí hubiese merecido una interpretación biográfica, pero…".

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