No es país para emprendedoras: solo el 17% de las ‘startups’ son creadas por mujeres
El mundo de las empresas emergentes o startup —como se suele denominar a los proyectos empresariales experimentales y, generalmente, ligados al mundo de la tecnología— es un entorno con poca presencia femenina. Lo atestigua un reciente estudio que señala que solo un 17% de estas empresas las fundan mujeres, frente al 83% que suponen ellos. En el informe, que realiza Ecosistema Startup junto con la empresa pública Enisa, emergen conclusiones que no son nuevas, pero sí arrojan luz sobre como se perpetúan algunas brechas de género. De hecho, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) ya advertía en otro documento meses atrás de que la economía digital en el entorno emprendedor estaba lejos de alcanzar la paridad.
“Hay un sesgo inconsciente, cultural y generacional, que ha puesto más piedras en el camino a las mujeres que a los hombres”, señala Esther Molina, una emprendedora que también forma parte de Female Startup Leaders, un colectivo de mujeres que conoce bien este sector emprendedor. “La tecnología no tiene género y sin embargo, efectivamente, existe una brecha en la industria tecnológica que está totalmente relacionada con despertar vocaciones científicas y técnicas”, señala.
Molina también ha fundado una empresa: Wildcom, una startup tecnológica que ayuda a otras compañías con sus estrategias de comunicación y explica que sus colegas muchas veces se enfrentan a barreras económicas, como por ejemplo dificultades de acceso a la financiación o una menor visibilidad de su trabajo: “Es tanto mediática, como de reconocimiento, lo que puede afectar a su credibilidad y a futuras oportunidades”, señala. Además, las dificultades para conciliar en un entorno de trabajo tan individual como el del emprendimiento tampoco ayudan a cerrar la brecha: “El cuidado de la familia sigue recayendo mayoritariamente en ellas, lo que puede dificultar su capacidad para dedicar tiempo y recursos a un negocio”, puntualiza la emprendedora.
El informe de Ecosistema Startup identifica a 13.300 fundadores de empresas tecnológicas, de los que más de ocho de cada diez (11.003) son hombres y solo un 17% mujeres (2.297). “Una proporción que se mantiene sin grandes variaciones frente al año anterior y que evidencia la falta de avances en paridad”, detalla la nota del estudio. “Las diferencias en los sectores STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés) están determinadas, en parte, por los mensajes implícitos que han vinculado históricamente la tecnología a los niños”, explica Marta Grañó, profesora de la escuela de negocios OBS. Pero también señala que el hecho de que haya pocas mujeres, hace que falten referentes y se alimente una dinámica perniciosa que ahonda en la brecha. “Es un pez que se muerde la cola”, concluye.
En el estudio Digital Economy Outlook de la OCDE apuntan que en el conjunto de los países que componen la organización las mujeres representaron entre el 11% y el 24% de todos los especialistas en tecnologías de la información y la comunicación (TIC) dependiendo del país y, en promedio, solo el 4% de las patentes en este sector se les atribuyen exclusivamente a ellas. En los datos que proporciona para España, los datos son peores que los que proporciona Ecosistema Startup. Del total de empresas emergentes financiadas por capital de riesgo, solo el 5% son dirigidas por mujeres, frente a un 85% que son dirigidas por hombres. El porcentaje restante corresponde a startup cuya titularidad es compartida.
La brecha de género y la forma en que se perpetúan los roles no es solo cosa de empresas emergentes y para comprobarlo basta con revisar las grandes corporaciones. Si se observan los informes que las compañías cotizadas depositan en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), ellas son muchas más en empresas textiles como Inditex, en concreto, suponen el 73% de la plantilla. En cambio, ellos son mayoría en tecnológicas como Indra, donde representan el 68% de los empleos. En otras como Acerinox, dedicada a la metalurgia, las mujeres alcanzan solo un 14% de la plantilla.
En lo que se refiere a la segregación por ocupaciones, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) entiende que se produce de forma vertical cuando ellos ocupan los puestos más altos y ellas componen la fuerza laboral de rangos inferiores. Las mujeres fundan menos empresas emergentes, pero también dirigen menos y, según la propia CNMV, solo una de cada diez empresas cotizadas cuenta con más mujeres que hombre en sus consejos y en los puestos de alta dirección solo un 25% son mujeres. “Estos puestos suelen requerir de muchas horas de dedicación y se ha evidenciado que ellas suelen renunciar antes o buscar trabajos que permitan mejor conciliación”, señala la profesora.
Más referentes y más visibilidad
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Se necesitan emprendedoras en tecnología y parte de la solución a ese problema pasa por la formación y por crear un ambiente de posibilidades. “Atendiendo a nuestra experiencia desde Female Startup Leaders, acercar referentes sanos, diversos y alcanzables de mujeres científico-técnicas o relacionadas con la innovación, surte efecto”, apunta Molina. Una suerte de demostración práctica de que se puede.
Otro punto en el que insisten ambas expertas es la poca visibilidad de las mujeres en estos campos. “Cuando se premia a equipos en los que sí hay mujeres, no suelen ser ellas las que tienen protagonismo. Eso es algo que quizá debamos trabajar también con nosotras mismas”, señala Grañó. Pero esto, cuando se observa en un entorno como el del emprendimiento, donde la financiación suele depender de la visibilidad y la capacidad de atraer atención, puede transformarse en una desventaja estructural. “Los responsables de recursos humanos de muchas empresas tienen perfectamente identificado que cuando se hace un proceso de autoevaluación, las mujeres, especialmente en mandos intermedios y alta dirección, suelen tener una percepción de sí mismas más baja que la que les dan sus superiores o su equipo”, concluye.
La solución, señalan, requiere tiempo y también que las tendencias positivas, aunque avancen lentamente, no se interrumpan. “Como en todo cambio cultural, se requiere tiempo”, concluye Molina.